La noche se esclarecía lentamente mientras el joven Airon reposaba sobre uno de los tejados más alejados del suelo, precisamente su misma residencia. El sueño se le negaba ya hace varios días, esto aumentaba su malhumor y fastidio, algo no conveniente para llevar de buena manera cada jornada. En eso se puede escuchar unos ruidos en el tejado, alguien se acercaba, Airon abre los ojos y lanza a secas una interrogante. -...¿Quien es?...- Hasta una distancia considerable un ninja de local muestra su presencia y se arrodilla haciendo una reverencia o saludo. -Buenas noches joven Airon, vengo de parte del departamento de misiones. Me han ordenado que venga a darle una misión con cierta importancia ya que creemos que sus habilidades pueden ayudar a esto- El pelirrojo lo mira de reojo mostrando indiferencia, señal positiva para el otro encomendado. -Esta bien, lo acepto. Entrégame la ficha y retírate- El tapón de la calabaza en su espalda sale volando, Airon lo agarra, y cierta cantidad de arena queda flotando como por arte de magia en el aire, se acerca al ninja y toma la ficha para luego arrimarla a las manos de quien la controla. -Buenas noches...- El tipo desaparece de la escena. Gracias al resplandor que ofrecía el hermoso ocaso Airon comienza a leer de que es lo que trata lo que debería de hacer a continuación. Según había leído la hija del Señor Feudal del País local iría de visita a Sunagakure, él debía cuidar la integridad física de esta tan importante joven. La aldea se había convertido en, por así decirlo, ya una metrópolis y como habían cosas buenas, en su mayoría, también habían cosas malas, no todo era color de rosa en una un lugar que había avanzado tanto, los cabos sueltos siempre estaban. Dobló la ficha, la guardó dentro de su bolsillo y realizó un sello. -Sabaku Fuyū- El arena se acumuló frente a él formado una plataforma, él se acercó y subió en ella para ir hacia la entrada a esperar a por la llegada de la princesa.
A eso de una media hora ve aproximarse un ostentoso carruaje con detalles de oro y caballos, notoriamente, de la mejor categoría. Airon desciende hasta bajar al suelo y espera a por ella, quien sale reluciendo un gran vestido y portando una buena cantidad de joyas. Su presencia y de donde venía se hacía notar. Se aproxima ante el ninja y delante de ella se ubica un, por lo visto, peón. -Buenos días shinobi de la arena. Esta es Lady Shikana, hija del Señor del Viento, estará de visita por lo que el sol dure, luego se hospedará en el hotel de los "Cuatro Vientos". En ese intervalo tú deberás custodiarla. Nada, absolutamente nada debe pasarle, mas te vale que te haya quedado claro- El fastidio se acumuló hasta tal punto en el pelirrojo que destapó la calabaza con objetivo tal de quitarle la vida sin más al tan atrevido señor, pero esto se vió interrumpido por quien le había designado la misión, este había estado observando todo desde que Airon había llegado a la puerta. Se acercó y calidamente puso su mano en el hombro del asignado. -Tranquilo, el esta más que calificado para llevar a cabo esto, la señorita estará intacta- Sonrió y esperó la aprobación mientras que Airon volvia a tapar su calabaza. -Esta bien, me retiro. Suerte Lady Shikana.- Ella hace una pequeña reverencia como señal de saludo, muy educada como era de esperarse. Comienza a caminar, se frena y voltea a ver a Airon. -¿Que esperas?- El joven gennin va a la marcha custodiandolo y da inicio al paseo de ella.
Hicieron visitas a diferentes lugares como el mejor casino de la aldea, buena cantidad de ryus se fueron allí, la plaza de Sunagakure, allí Airon debió hacer uso de su arena para apartar a la masa de gente que se abalanzó hacia ella, fueron a tomar helado, en realidad ella nada más ya que el shinobi no estaba de apetito...¿O de humor? Siguieron hasta una elevada zona para ver desde una buena perspectiva a la aldea, luego al mejor restaurante, sitos de jugos y otros de azar, tiendas de regalos, ella gustó por ir a conocer a los niños de la academia, en esa parte del recorrido hubo algunos conflictos por parte del guardia, Airon, que fueron interrumpidos por un profesor, pero al menos nadie salió herido. Una vez que cayó el sol su camino terminó dando con el hotel donde ella se hospedaría. -Muchas gracias por el día- Indiferente a su agradecimiento él contesta. -...No fue nada- Ingresó al hotel y él se retiró hacia el departamento de misiones a tomar su pago, al menos eso le calmaría.