Las tinieblas ciegan su vista. Olas de sombra van cubriendo sus pupilas, mientras sus parpados permanecen cerrados. Frunce el ceño, intentando canalizar con su oído los sonidos a su alrededor. Siseos atormentan la espera, mientras en su mente puede dibujar 2 diamantes color dorado brillantes, que fijamente se posan sobre su ser. Como un par de ojos vigilantes, como si cada paso estuviese premeditado y evaluado por un espectador etéreo. Una gota de sudor viajo por su frente, deslizándose por su rostro y precipitando al suelo. Llevó su mano hacia su sien, deslizándola con cuidado limpiando cada rastro húmedo de transpiración. Había mantenido su enfoque los últimos minutos. Su concentración se vislumbraba en su postura, sin embargo, la excitación por el acontecer simplemente le causaba una impaciencia sobrehumana, al punto de generar espasmos y nerviosismo previo a la apertura de aquella puerta metálica, que separaba su cuerpo del campo donde podría desatar todo lo que había aprendido en el transcurso de su vida.

— Cállate. — Ordenó, en voz firme y calmada a la voz que como un susurro intentaba persuadirla desde su mente. No era la primera vez. Usualmente, esta voz áspera y seca imbuía sentimientos de actos inmorales y delictivos. Pero ella no era débil. Sabia como controlar esos impulsos, y sacarle el mayor provecho posible. Una alarma dicta el comienzo de la apertura de la puerta. El sonido del desliz se hizo evidente pocos segundos después. Lentamente, abrió sus parpados para despejar la oscuridad en sus pupilas, y enfocar sus ojos en el paisaje que se encontraba en frente. Pronto, olores característicos trajeron ciertos recuerdos en ella. Bambú.
Deslizo un pie dentro de la arena, permitiéndose observar con detalle el campo donde ahora se encontraba. Miles y Miles de tallos de bambú se desplegaban sin orden aparente sobre la superficie del terreno rocoso. * Demasiado Fácil. * Pensó la chica, mientras avanzaba a paso calmado, evaluando las características del lugar. No había donde esconderse, esto simplemente seria dos cazadores peleando por no ser la presa sin refugio.

Brisas cálidas se colaban entre los tallos, acariciando su cabello y proporcionando esa calma que el viento le causaba en su ser, como una aroma terapia. Lista para desenvolverse, comenzó la marcha, afincando sus suelas en las rocas para tomar impulso y comenzar a correr, solo para eventualmente convertir sus extremidades inferiores en una gruesa cola de serpiente que aumentó su velocidad y agilidad, atravesando con astucia entre los tallos en movimientos zigzag mientras realizaba un sello de manos simple. — Aun no. — Dijo para si misma. No lograba sentir la presencia de su rival en su mente. Zigzagueó entre la flora, cada vez mas rápido, ocasionalmente esquivando algunas rocas que pudieran obstaculizar su paso. Había avanzado ya una distancia prolongada, siempre via recta, evitando así bordear la zona, pues sabia que su objetivo era encontrarse en el centro de la misma. Finalmente, a unos escasos 80 metros de distancia, la silueta del chakra enemigo comienza a dibujarse en mi mente.

Sus pupilas se expandieron. Sintió como su ritmo cardíaco aceleraba con cada segundo que transcurría. Se acercó mas, pronto el contacto visual seria inminente. Pero ese era su plan. Realizó una fugaz secuencia de sellos, mientras que su cola batía los tallos de bambú con fuerza, como un coletazo, que provocaba en ellos un movimiento de vaivén, sin detener su marcha, la cual pronto comenzó a tomar una ruta circundante, para bordear al enemigo. Observo el suelo, notando como la efímera silueta alargada de su cría tomaba una dirección opuesta a la suya. Los tallos de bambú seguían meciéndose, era evidente, se trataba de un llamado, un mensaje prudente a su oponente, advirtiendo al mismo que el momento había llegado.

Las habilidades enemigas comenzaron a llamar la atención de la chica. Su diestra se detuvo en seco, justo en el momento cuando se había movilizado y aferrado al tronco de bambú seis metros sobre el suelo. El movimiento de su mano fue interrumpido por un potente haz de luz cegador que ofuscó su visión, que al parecer, era emanado por su enemigo. ¿Raiton? ¿Chakra?. No importaba en lo absoluto intentar adentrarse en el génesis de la  misma, debido a que sabia lo que técnicas de ese tipo significaban.

Lucy siempre se caracterizó por ser una joven calculadora. Cada movimiento estaba premeditado, incluso podría intentar predecir movimientos enemigos dado su elevado IQ sobre el promedio. La joven se mantuvo alerta, aferrada a su técnica sensorial. Todo fue muy rápido. Logró captar la abrupta movilidad de la fuente de chakra de su enemigo, como si simplemente se hubiese tele transportado de un lugar a otro a 1 metro detrás. No hizo falta pensar mas, y en un movimiento tan efímero como un pestañear, sus músculos inferiores relajaron la tensión y fuerza que la mantenía aferrada, y por acción de la gravedad, se vio deslizada hacia la superficie del suelo como en un tubo de bomberos. Instantes después, sus tímpanos captaron la detonación sobre su cabeza justo donde ella se encontraba.

En un movimiento instintivo, se deslizó rápidamente zigzagueando unos metros hacia atrás y la izquierda en conjunto. Mientras no pudiera hacer uso de su visión al 100 %, debía seguir sus instintos y otros sentidos; por otro lado, aunque podía mantener contacto mental con el chakra enemigo, sabia que era incapaz de predecir las acciones de armas. Solo mantenía una premisa que le daba un tanto de esperanza, si ella no podía ver a su oponente, entonces la penitencia debía ser reciproca. Solo un par de sellos antes de  Trazar su plan en mente y rápidamente calculo una distancia prudente y en un astuto movimiento lanzo 3  Kunais en dirección enemiga a gran velocidad, en una trayectoria especifica para que no impactaran con ningún tronco, afortunadamente tenia una imagen mental de su alrededor. — Veamos que tal te resuelves con esto — Pensó la joven. Seguidamente Clavó  un nuevo kunai en el tronco mas cercano a su zurda y finalizo al Realizar una nueva secuencia de sellos, siempre teniendo en mente la presencia del enemigo.

─ Como feroces misiles de acero oscuro, los kunais trazaron su trayectoria lineal en búsqueda de su objetivo. Pero nada sucede. Se pudo escuchar su sonido al caer entre pasto y pequeñas rocas a una poca distancia del enemigo de la joven Kunoichi. Ella avanzó rápidamente, zigzagueando entre los arboles. La luz rápidamente se esfumó del terreno, como un halo que se pierde en el horizonte. Las pupilas dilatadas pronto volvieron a la normalidad. Inmediatamente, la acción de la Kunoichi tomó lugar. Pudo ver el cuerpo de su enemigo, a unos escasos 6 metros de distancia, donde sus ojos se cruzaron nuevamente. Sostenía un armamento en su mano, un extraño mecanismo que pudo reconocer, un shuriken especial. Pero el no podría lanzarlo, pues cada musculo de su cuerpo se encontraba paralizado, sabia que era él, podía sentirlo. Tras escapar una pequeña sonrisa. Llevó su mano derecha rápidamente a su porta armamento, y en un solo movimiento lanzó un kunai, con un sello explosivo atado al mismo, el cual impacto en el pecho de su oponente, provocando una explosión. Finalizó su acción con un sello de mano, mientras su olfato percibía el aroma a piel quemada y humo.