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Su parpado izquierdo temblaba mientras releía el contenido de aquel papel pergamino. En su corta trayectoria habia sido victima de asuntos denigrantes y desafiantes al mismo tiempo, pero este en particular, sobrellevaba a cualquier limite. Sin poder si quiera opinar al respecto, a la joven pelinegra no le quedo algun otro remedio que aspirar una gran bocanada de aire y esperar que esta mision se fuera mas sencilla y rápida de lo que pensaba. No era la mejor tratando con infantes, se consideraba a ella misma como una adulta joven, sin tolerancia hacia los menores que solo se dedicaban a gastar bromas y desobedecer las normas. Sin embargo, su opinión era tan valorada como una fabrica de hielo en invierno. Preparo algunos materiales, como soga y algunos adhesivos para la mision. Nunca habia tratado con niños, no tenia idea que podia hacer al respecto. Ató su cabello sobre su cabeza en forma de cola de caballo, y reposo sus instrumentos en un pequeño bolso de hombro color negro y hecho de fino cuero. Se dispuso a comenzar su marcha hacia el centro, donde posiblemente podria tener indicios de donde podrian encontrarse los pequeños demonios. No hizo falta visualizar demasiado, puesto que un arcoiris de pintura al oleo adornaba ciertos edificios y stand de venta callejera. Decenas de personas furiosas se encontraban hablando el uno con la otra. La joven Schwartz decidio interrogar a uno de ellos. Su sospecha resultó ser acertada, 3 pequeños ingratos fueron los responsables. Anoto su descripcion y su rumbo. Se habian dirigido al norte, hacia la zona alta de la aldea. El sol se encontraba en su punto mas elevado, no tenia conocimiento de la hora, pero eran alrededor del medio dia. El calor comenzo a hacer fiesta en el cuerpo de la joven, provocando que sus glandulas sudoriparas comenzaran a laborar. Tomó un poco de agua de su cooler, y continuó avanzando. Al llegar a los suburbios de la zona alta, notó lo que esperaba encontrar desde un principio. Centenares de rollos de papel higienico cubriendo cada tejado de toda la urbanizacion. Los residentes aun no se habian percatado, pero, la joven alcanzo a visualizar algo en particular, una pequeña sombra de corta estatura que se perdia entre los arbustos de una de las casas. Aun estaban aqui, penso la joven. Sin embargo, debia actuar con cautela, si se daban cuenta que los estaba siguiendo una kunoichi posiblemente se dieran a la fuga mas rapido. Rapidamente trazo un fugaz plan. Advirtio los alrededores, y con un paso lento comenzo a admirar el trabajo de los jovenes mientras realizaba una secuencia de sellos. su cuerpo se redujo en tamaño, y comenzo a cambiar sus facciones en una pequeña nube de humo blanco. ahora era una joven rubia de alrededor de 10 años de edad. Quiso adentrarse mas, pero fue detenida por un hilo ninja bien cubierto y atado entre unos arboles. El choque acciono una trampa, la cual arrojo unas bombas de pintura hacia la posicion de la joven. con astucia, ella logro evadirlas dando vaarios saltos en el aire. Sin saberlo, ella estaba siendo observada. Los jovenes salieron corriendo, aplaudiendo la astucia de la infante y sus movimientos aereos. -Fue asombroso! debes enseñarnos a tener reflejos asi. - Decian. Lucy miraba con incredulidad, no pretendia que su plan funcionara de esta forma, pero ahora los tenia ahi, en su nariz, donde podria capturarlos y llevarlos de una forma poco convencional, o tratar de convencerlos y hacerles entender su deber y obligaciones como genin de la aldea,y lo mal que se encontraban sus acciones. Pero, sin duda, la rudeza era el fuerte de Lucy. De sus mangas brotaron unas serpientes de color verde que rapidamente espantaron a los infantes, pero estos no pudieron escapar, atandolos por tobillos y brazos, sin posibilidad de realizar si quiera un sello de mano. Ellos gritaron, con fuerza y coraje, intentando escapar y pensando que se trataba de algun enemigo que queria secuestrarles, y llevarlos hacia alguna aldea terrorista. -Descuiden - Dice la joven, mientras desvanece su disfraz, revelando su apariencia. - Soy un miembro del cuerpo shinobi de suna como ustedes, y mi deber aca es llevarlos con su sensei a como de lugar. Ella comenzo a arrastrarlos, los llevaria a rastras por el suelo de arena caliente hasta la ubicacion de encuentro, ese seria su primer castido por desobediencia. -Y sera mejor que hagan silencio, son serpientes venenosas, a los latosos prefieren inyectarles veneno en la nuca para que dejen de hablar, y de vivir al mismo tiempo. - Con dichas palabras de intimidacion, ninguno de los tres se atrevio a esbozar si quiera una rima o un berrinche pequeño. Pronto fueron llevados y dejados con su sensei, el cual no estaba ni en lo mas minimo feliz.