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Ryous : 8700R Mensajes : 265 Fecha de inscripción : 18/01/2015
| Tema: Misión rango B. Lun Abr 13, 2015 4:26 pm | |
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Misión Rango B Los "Piratas" Parte I
Tenemos informes de que un Par de Shinobis de Rango Chunnin ha estado hundiendo los Barcos de Provisiones que parten desde la Isla Principal con el objetivo de comercializarlas a una tarifa mucho más elevada. De modo que tu misión será capturarlos antes de que salga el Próximo Barco a las 04:00 PM. Se sabe que se trata de Miembros del Clan Yuki expertos en las Artes Sensoriales.
A su retaguardia yacía el enorme astro rey, cuya presencia daba rienda nueva a los estragos que traían consigo un nuevo día. Los rayos solares reflejados en la enorme masa de agua circundante le daban a Naoto una imagen que poco le interesaba, mas era de su conocimiento que muchos disfrutarían con la presunta belleza de aquella magna escena. Siempre se vio confundida ante la banalidad de lo que terceros consideraban hermoso y digno de admiración, sin embargo al mismo tiempo era también consciente de que aquel no era momento para reflexionar sobre el tema mencionado, a sabiendas de lo que hacía allí en verdad. Atenta como un águila, quería acostumbrarse a los movimientos sociales en el puerto de Kirigakure, entendiéndose con el médium principal para llevar a cabo la misión que sus superiores jerárquicos le habían otorgado. Lo único bueno que sacaba de aquello era poder apreciar el sonido del agua al golpear los barcos, mismos que se agolpaban en un batiburrillo de navíos donde cada cual resultaba más indistinguible que el anterior, y el sonido de las aves, siempre atentas ante el mínimo movimiento que indicara la presencia de sus futuros almuerzos. Desahuciada en el amparo de la soledad, Naoto era una vigía inagotable que al poco tiempo comprendió las idas y venidas del puerto, aprendiendo los nombres de varios de los involucrados en el funcionamiento constante del mismo en el proceso. Una vez hubo estado lista –o inclusive sin llegar a estar lista- el día indicado llegó, y con ello la pelinegra debía estar preparada para el reto venidero. Sentada en el mismo lugar que el resto de días anteriores, con una taza de café entre sus dedos cuyo aroma se mezclaba en el aire con el del agua salada y los peces muertos, la pelinegra esperó hasta que algo inusual en el movimiento cotidiano se presentara frente a su ser. Quizá aquello de esperar alguna hipotética “cosa nueva” no fuera la mejor estrategia posible, sin embargo era de las pocas formas que ella tenía de encarar aquel deber que sus superiores le otorgaron, intentando compensar la falta de detalles y el sobrante de cosas al aire en la descripción con el ingenio prepotente y exagerado de un adolescente. – Ya pasará algo… - Decía en voz baja Naoto, mientras cavilaba en lo más profundo de su ser si aquella sería la estrategia realmente adecuada. No lo sabía, pero no se le ocurría otra mejor, razón por lo cual debía acatarse al plan original que ella misma realizó. A paso constante, los segundos se convertían en minutos, y los minutos pasaban a ser horas, y las horas eran agónicas y aburridas, donde todo se reducía a un batiburrillo de gente caminando frente a su ser, indiferentes ante el constante cambio de información que los rodeaba, y aquella indiferencia alimentada por el monstruo de la costumbre. Su respiración era trémula y pesada, y sus párpados empezaban a pesarle cuando el ocaso ya cernía sobre su cabeza, sin embargo fue en el momento en que creyó haber desperdiciado un día en el cual se dio cuenta de que algo inusual en la rutina implícita e inconsciente del puerto estaba sucediendo. El tumulto de gente agrupado frente a su ser le llamaba la atención, sin embargo al principio ignoró al mismo pensando que sólo se trataba de algún producto caído que estos ayudaban a recoger o robaban en caso de tener una oportunidad, ambas opciones traían sin importancia alguna a la pelinegra, que nunca se las había dado de justiciera. Sin embargo el tumulto comenzaba a crecer y nadie parecía movilizarse, por lo cual asumió que quizá el motivo de tal tumulto fuera aquel resquicio inusual del cual ella estaba en búsqueda desde primera hora de la mañana, razón por la cual, casi sin pensarlo, cuando se puso se pie se dirigió al lugar en donde aquella concentración de gente se encontraba, y a los empujones se hizo un lugar de primer fila para ver qué ocurría, y cuando lo vio, sonrió. Líneas: 41 y media. |
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| Tema: Re: Misión rango B. Dom Abr 19, 2015 2:50 pm | |
| El batiburrillo de gente sólo aumentaba su número, todos ellos atraídos por la curiosidad que generaba ver tal conjunto de personas conglomeradas en un mismo lugar, expectantes de cuál podía ser la razón que justificara tal acto alejado de las convenciones que inherente e inconscientemente agobiaban la rutina de los pasantes. Naoto, inmersa en aquella locura, rodeada de personas que desconocía y que preferiría no verse en la situación de mantener contacto físico con ellos, avanzaba lugares entre la creciente multitud, abriéndose un lugar propio con sus característicos empujones y mal humor. Muchos se quejaban ante esa actitud, y no dudaban en mostrar su peor mirada consecuente, como si algo pudiera hacer al respecto su seño fruncido, después de todo ellos también sentían curiosidad mas no los movía la mala educación para saciar la sed mencionada. Cuando la pelinegra logró llegar hasta el centro de la atención, lugar ubicado obviamente en el epicentro de la multitud creciente mencionada anteriormente, lo primero que le llamó la atención era haber visto tres ninjas más en el lugar aparte de su ser, mismos que reconoció por la distinción de sus prendas con respecto a las de los aldeanos; Donde los segundos tenían bienes personales, los primeros llevaban armas y herramientas shinobis; Donde los segundos resaltaban por la pulcritud y la modestia de un día de trabajo corriente, los primeros utilizaban el chaleco protector de la nación, agregando detalles que reforzara verse a sí mismos como prodigios consumidos por su ego. Si bien carecía de la información necesaria, la pelinegra anotó mentalmente a ambos sujetos como posibles sospechosos, mas no hubo mueca alguna que indicara a los potenciales criminales de lo que ocurría y pasaba a través de la mente de Naoto. Mostrando una indiferencia ante la situación, la pelinegra decidió interrogarlos: - ¿Qué ha sucedido? – Comenzó ella con aspereza, a sabiendas de que su tono de voz y su forma de ser molestaría a ambos ninjas mencionados. Con la misma aspereza con la que fue dirigida su interrogación, el ninja posicionado a la derecha respondió: - (Ninja #1) ¿Acaso no lo ves frente a ti? – Y queriendo responder con broche de oro, Naoto, con total prepotencia, le respondió: - Es que soy miope, estúpido. – Sin embargo el shinobi tenía razón, y la pelinegra se había sumido tanto en sus cavilaciones que había olvidado la razón por la cual se encontraba en aquel lugar. Tuvo que bajar la mirada para entender el porqué del tumulto creciente a su alrededor y mismo en el que se encontraba envuelta: Un hombre yacía tendido en el suelo, con su garganta desgarrada de par a par y sus ojos en algún lugar lejano, obviamente fuera de sus respectivas cuencas. Sin embargo todo aquello palidecía ante lo primero que saltaba a la vista, pues el cadáver en cuestión yacía congelado de tal forma que lejos estaba de parecer un bloque de hielo, e incluso unos segundos de cavilación de parte de la pelinegra le dieron a entender que la razón por la cual aquello parecía más un sarcófago de hielo que cualquier otra cosa era porque los realizadores del crimen mencionado deseaban mandar un mensaje a cualquier metiche que decidiera pasar su nariz por aquellos lares. Habiendo corroborado la información que sus superiores jerárquicos le habían dado, y creyendo por alguna razón que los dos ninjas presentes se veían involucrados de alguna u otra manera, retomó la interrogación pendiente. Primero se dirigió al ninja con el que ya había intercambiado unas palabras, mas poco supo ella que el otro, aquel del cual nada había oído hablar, se había ido mientras ella repasaba mentalmente los hechos. - ¿Alguna idea del causante? – Empezó Naoto una vez más, a lo que el ninja respondió. – (Ninja #1) ¿Debería tener alguna idea? – Sin embargo la pelinegra empezaba a cansarse de la hostilidad innecesaria de este tipo, por lo que nuevamente preguntó: - ¿Alguna idea o eres un inútil? – Mas su pregunta trajo consecuencias a las que ella ya se había acostumbrado gracias al constante pasar de los años. Líneas: 42 y media. |
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| Tema: Re: Misión rango B. Vie Abr 24, 2015 1:17 am | |
| El ninja frente a su ser reaccionó negativamente ante la hostilidad de la pelinegra, y dejó a entender cómo no iba a permitir ofensa alguna en su orgullo cuando su extremidad derecha viajó hasta su cintura y sus dedos se enredaron en el mango de su espada. Una vez desenvainó la misma y mostró abiertamente cómo exudaba coraje por cada pequeño y diminuto poro de su cuerpo, su rostro cambió la expresión cuando notó en los ojos de la pelinegra que aquella demostración de poder y potente virilidad le traía sin cuidado y sin importancia alguna. Una sonrisa se dibujó en su rostro una vez notó el rostro de estupefacto de su ahora acongojado rival, cuya experiencia en sus actitudes quizá no lo había preparado para la más mortal de las respuestas que una persona podía darle: La indiferencia. Para la pelinegra no había necesidad de replicar a ese acto fútil de estupidez, ni mucho menos fingir verse intimidada, ella, lo que al fin y al cabo deseaba, eran respuestas, y tomando en cuenta la actitud reciente del shinobi mencionado, debería ser más directa con las mismas. - ¿Fuiste tú el culpable, verdad? – Dijo con un halo de prepotencia, pero no para rebajarse al nivel de éste, sino para provocar una reacción, algún tic o alguna minucia que pudiera brindarle a Naoto la respuesta que necesitaba. Lo que esta nunca llegó a imaginarse en los profundos, laberínticos e intrigados recovecos de su mente, es que la revelación de la presunta o no culpabilidad de este individuo se la daría algo tan liminal que dejaría cualquier expectativa de conducta previa en el suelo, bajo varios kilómetros de tierra debajo la superficie, pues lejos de ser una de las minucias en su actitud anteriormente mencionadas, lo que dio la respuesta fue cómo el hierro de la katana de este tipo refulgió bajo el sol una vez la desenvainó, fingiendo que mi interrogación había ofendido la calaña más profunda de su ser y usando dicha incógnita como sustento para justificar su violento accionar. - ¡Cómo te atreves! – Gritó este ninja, cuya acción terminó por espantar a la gente circundante hasta que el último de ellos se fue, dejando el área completamente vacía donde lo único que quedaba del desorden reciente eran resquicios desordenados en el ambiente. – Cálmate. – Respondió Naoto, con total tranquilidad, mientras restaba importancia a sus acciones, sin dejar que ni la más mínima de las pesquisas del pavor se acercara a su ser, y siendo su serenidad una de las cosas que seguramente más espantarían a individuos que necesitan demostrar su hombría profiriendo amenazas vanas y metiéndose con gente en cuyo destino no yacían escritas las palabras que representaban a los shinobis, sintiéndose más poderosos y llenando ese espacio vacío que se encontraba en la estima personal de estas personas al involucrarse violentamente con gente que lejos estaba de encontrarse en el mismo tamaño metafórico de los mencionados. - ¿Qué? – Volvió a increpar este individuo, en otro fútil intento de querer demostrar más poderío del que verdaderamente yacía entre sus manos, sin embargo podía notarse en su mirada perdida cómo buscaba una forma de evitar un conflicto directo, cómo cavilaba opciones mentalmente para saber cómo jugar sus cartas y de esa forma no quedar en ridículo al medir habilidades con la pelinegra, cuya seriedad la hacía un ente intachable, de porte superior, totalmente fuera del alcance de los mortales y más fuerte de lo que él llegaría jamás a ser. – Te estoy acusando de un crimen, asesino. ¿No entiendes? ¿Debo romperte la cara y después explicarte todo paso por paso? – Y una vez pronunció dichas palabras, un duelo que se caracterizó por lo efímero de su ser se llevó a cabo. La espada de Naoto relamió el hierro de la del ninja pedante y cobarde, y tras un forcejeo donde el filo de cada arma entrechocaban sus dientes, Sento, la espada de la pelinegra, se abrió paso a través del hierro fundido partiendo el mismo en varios pedazos que se dispersaron en el aire, varios segundos antes de poder impactar contra el suelo, y aterrizó en el hombro de este ninja, cuyo alarido se dejó escuchar a los cuatro vientos. Una vez yació inconsciente en el suelo, lo llevó a las autoridades. Líneas: 44. |
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