Desastre en el mercado local
Un grupo de maleantes han estado causando problemas a los vendedores del mercado. Los consumidores, así como los mismos vendedores, se quejan del desorden y la inseguridad. Es tu misión resolver el asunto y que el mercado pueda funvionar correctamente.
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Me había librado de la molestia que representaba la Academia ninja desde hacía años sin embargo, debido a mi situación peculiar dentro del Clan, se me había prohibido tener interacción con otros gennins, al menos en aquel entonces. Dicho eso, la presente tarea ninja, la de patrullar el mercado local, encontrar a los perpetradores y traer justicia, bien podría considerarse como mi primera asignación en la vida, me habían tratado como un bebe o peor, como un bebe enfermo. Más eso ya había finalmente terminado y tenia luz verde para vivir una vida shinobi “ordinaria” dentro de los parámetros pudientes. Uno de los grandes métodos que había aprendido, no solo para ocultar mis habilidades sino también para ocultar mi dojutsu era el uso de vendajes en mi cara, alrededor de los ojos con un grosor tal que incluso cuando activaba el “ojo blanco” no se mostraba alteración en mi rostro pues las vendas le cubrían. Para compensar, hacía uso de un bastón para “caminar recto”, y así era mi caso.
Me encontraba en el mercado local, visualmente “escuchando” pero en el plano real y práctico “viendo” todo lo que se movía a mí alrededor, según las informaciones los ataques solían darse alrededor de las 11 am y aproximadamente a las 3:30 pm. Sin tener que rebuscar demasiado en la lógica, era evidente que robaban tanto dinero como alimentos para su sustento, en cada ocasión la cantidad de cosas hurtadas entraba en correlación con un grupo de cuatro personas, dos de ellas en pleno desarrollo. Sin embargo, el grupo de criminales mostraba al menos a tres perpetradores de una estatura similar, el caso aun no estaba resuelto del todo hasta no identificar al tercer individuo. El reloj marcaba las 10:50 am, si buscaba altura podría verlos llegar y actuar en cualquier lugar más, ¿qué haría un ciego en lo alto? No deseaba mostrar mis cartas aun, llegue temprano al mercado y observe el movimiento de todos los vendedores y la forma de interactuar de los compradores, había tallado en mi mente el ritmo, aquel o aquellos que estuvieran fuera de ritmo serían mis primeros sospechosos.
No tarde demasiado en encontrarlos, inicialmente juntos y luego separados en una formación triangular, un dato que había faltado en el reporte inicial de la misión, cambie mi estrategia con rapidez, no podía detenerlos en el acto más si en la huida. Se decía que corrían juntos, usualmente en direcciones alternantes pero siempre como grupo y por ello sabían y reconocían que se trataban de asaltos premeditados y de una agrupación con la cual se tenía que lidiar. En los segundos que me tomo encontrar el punto más viable dado su avance para escapar, note algo que resolvió la duda del trió, se trataba de un hombre y dos mujeres. Una de ellas seria madre soltera mientras la otra utilizaba la ayuda de su esposo o amante para llevar alimentación a su criatura, una sonrisa se mostro en mis labios cuando me movía con suma calma, sabiendo que les tomaría unos instantes “robar”.
Les espere en el trayecto que eventualmente tomarían, les espere como un muchacho ciego pidiendo limosna, les espere en mi forma más vulnerable para apelar a ellos, a que dudasen, a que vieran la víctima en mi. Dio resultado, por una fracción de segundo resulto, suficiente como para utilizar mi bastón y tumbarlos al suelo, unas palabras de mi parte fueron suficientes para que se calmasen, al menos por el momento. Les confesé que sus criaturas serian alimentadas mientras que ellos en cambio, tendrían que realizar servicios comunitarios a cambio de dicha alimentación, todo para no encerrarlos y dejar a los niños o niñas, huérfanos.
En contraparte, me movilice con los criminales hacía los comedores populares que habían en la aldea, en especial al que era manejado por los ninjas, para conseguirles trabajo al trio de descarriados, si bien era cierto que habían hecho contables daños, no habían lastimado a nadie y tan solo se habían convertido en una molestia, todo con un motivo justificable aun que sin excusa alguna para llegar a tales extremos. En el lugar, hice un llamado a la patrulla que solia frecuentar el mercado y les explique la situación, dejando finalmente en sus manos el destino de aquellas personas y aspirando a que las medidas tanto de los shinobis de kiri como en ultima instancia del Mizukage, fueran para el pueblo y por el pueblo, significando que tuvieran consideración de los mismos en casos particulares como el ya expuesto. Al concluir, revise el segundo pergamino para movilizarse hacia mi siguiente asignación, el reloj marcaba apenas las 1:05 pm, el día apenas daba inicio.