Misión rango D: Una rendición inevitable [PASADO]

Naoto, con una parsimonia consecuente del horario en el que había dado fin a su sueño, cruzó las extensas salas del navío que los contrabandistas amenazaban con hacer explotar. Guiada por uno de ellos, aquel el cual se hacía llamar a sí mismo como líder, siguió los pasos del mismo ignorando cualquier intento de iniciar una conversación: "¿Cómo te encuentras? ¿Estás cansada?; Ya he visto la imagen que nos han dado, no te creas eso, es todo mentira, maldita prensa amarilla; ¿Quieres tomar algo antes? Tengo clorofor--- tequila, bastante tequila; ¿Oye, no crees que mis manos huelen algo extrañas hoy?; Hace algo de calor aquí... ¿Qué tal si nos sacamos la ropa para refrescarnos?; ¿Sabes algo? Me molesta mucho que me ignoren. Mi madre solía decir que nada mejor para romper el hielo que una banana tomara por asalto un tracto digestivo; ¿Belieber o Directioner?". Cuando finalmente llegaron a destino, la pelinegra sintió un gran alivio al ver que estaba más cerca de finalizar aquella encomienda que los altos mandos le habían encargado, y sólo la desanimó el hecho de tener que intercambiar palabras con la persona que se encontraba delante de ella. Pasó sus manos por sobre la parte trasera de la falda que llevaba puesta, misma que dejaba sus pies al aire hasta el punto donde sus medias negras se alzaban por sobre sus extremidades. Una vez se sentó en una posición que le permitiera mantener la imagen de seguridad y seriedad que le gustaba transmitir y que, siendo esto lo más importante, no dejara ver parte alguna de su ropa interior, procedió a escuchar al individuo que tenía frente a él, cuyos ojos fijos en sus piernas transmitía claramente los pensamientos que por su cabeza pasaban al vislumbrar su físico. Incomodada por la rareza de la situación, Naoto fingió toser para traer de regreso al mundo real a aquel individuo, cuyo rostro marcado por la lascivia empezaba a repugnarle.
.- Disculpe. – Dijo ella, mientras atisbaba que por vez primera aquel individuo la veía a los ojos, sin ver en ella un objeto sexual. - ¿Podría usted dejar sus desvaríos sexuales de lado? Estoy aquí para negociar sobre su rendición, nada más. Si cree que caeré ante sus… encantos, si así se le pueden llamar, puede apostar su cuello que antes realizaré un harakiri y volaré yo misma este maldito bote. – Llevó una de sus manos hacia el estuche en el que guardaba el arma que la hizo famosa, y sólo entonces dejó escapar de su rostro una efímera sonrisa. La persona que tenía en frente pasó su larga mano por sobre su cabeza calva, arrastrando con sus dedos el sudor producido por los nervios y el estrés de alguna jugada que le había salido mal. Estaba contra la espada y la pared, y Naoto quería terminar aquello rápido.
.- No hay necesidad de ser violentos. Sólo quiero saber quién es Rosebud. Mi abuelo la mencionó al morir. – Respondió este.
.- ¿Qué? – Incrédula ante aquello, Naoto no sabía si era una broma o no. Quizá, pensó, era verdad aquello de que estos tipos estaban locos.
.- Eso. ¿Qué? ¿O quién? Quiero saber qué putas es Rosebud.
.- ¿Eso es lo que le demandas a la aldea?
.- Sí. Muchos dicen que es la infancia perdida de Kane, pero no creo que sea así. Personalmente creo que la historia no habla sobre la infancia perdida, sino que parafrasea ese dicho sobre que el dinero no lo es todo… No quiero alargarme.
.- Ten cuidado, vas a romper la cuarta barrera. – Dijo ella.
.- Ya lo he hecho. Descuida, nadie tiene interés por esto. Igualmente me ahorraré el discurso sobre su genial puesta en escena.
Naoto suspiró, cerró sus ojos y dejó su mente volar unos segundos, ignorando al idiota que le estaba hablando. Tanta amenaza, tantos problemas por este individuo y lo único que buscaba era saber quién era Rosebud y qué significaba. Pero ella no lo sabía, y supuso que nadie en la aldea tendría dichos conocimientos, así que intentó llevar la conversación por otras vías, intentando evitar la violencia.
.- Mira, no sé quién es Rosebud, y deja de romper la cuarta barrera, ¿quieres? Anularán todo esto y habrá que hacerlo de nuevo. Ni yo quiero eso ni tú lo quieres, así que vamos a hacer esto de nuevo, pero ahora con un ligero cambio. ¿Te apetece? – Hizo una ligera pausa para recobrar el aire y tragar saliva. Cuando vio que él iba a responder, ella prosiguió: - Calla, no me interesa tu opinión. Harás lo que yo diga. Ahora sólo di qué es lo que quieres, y di algo que sea accesible. ¿Entendido?
.- Quiero saber quién es Rose… - Sus palabras se vieron interrumpidas cuando el grito de la pelinegra cortó el aire.
.- ¿¡ENTENDIDO!?
.- No me gusta que me griten. – Dijo aquel hombre, que se puso de pie y caminó lentamente hasta estar frente a ella. Sus venas se le hicieron notorias en su frente, y sus ojos transmitían una rabia inusual. Buscaba asesinarla a ella, y por tan poco, cuando hacía segundos su actitud era otra totalmente distinta.
.- No tengo ningún problema contigo. – Dijo Naoto, con su espada envainada entre sus piernas. A diferencia del calvo que tenía a escasos centímetros, ella no se dejaba manipular tan fácilmente por sus emociones, y la ira no la controlaba de la misma forma que al mencionado…
.- Voy a arrancarte la piel y a hacer jirones con ella.
.- Ahora sí tengo un problema contigo. – …o quizá sí. Su mano se movió velozmente hasta sacar de su funda su arma, y una enorme marca se grabó a fuego sobre el torso de su rival, que ahora yacía tendido en el suelo, mientras su sangre teñía de rojo el área circundante. Así de sencillo este individuo se ahogó con su propia sangre, de la misma forma que lo hicieron sus compañeros cuando el filo de Sentō se abrió paso por sobre sus gargantas y demás órganos vitales. Al final todo había resultado ser una farsa, pues no tenían los medios necesarios para hacer explotar aquel navío, mas sin embargo sí buscaban algo, pero nunca dijeron qué. Naoto sólo pudo sacar en claro una cosa únicamente de aquella situación: Había sido raro, y nunca debía hablar con nadie más de aquello.

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