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 Despacho del Tsuchikage

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MensajeTema: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyMiér Ene 07, 2015 4:39 am

Era ya plena tarde y la luz del sol se escabullía por cada abertura que la misma encontrara en su camino, habiéndose filtrado de esa forma por la gran mayoría de los hogares de la aldea. Las manecillas del reloj no cesaban su andar y los tics y tacs interminables del mismo le provocaban un mal humor que estaba a un nivel similar al de los caprichos infantiles. Estaba en la flor de la juventud, y aparte de pintarse las uñas, no encontraba nada mejor que hacer. Y el problema yacía en que tenía sus uñas ya pintadas.
Las cuencas de sus ojos se encontraban vacías, inmersas en el avanzar de las manecillas. Segundo tras segundo los mismos pasaban, y el tiempo simplemente se iba al traste, sin nada más que hacer que sentir cómo la vida se desperdicia a causa de la monotonía...

Hubo un primer plano al reloj, seguido de un desenfoque. Luego de unos segundos hubo otro primer plano, sin embargo este encontraba su enfoque en el rostro de Shannaolette. A partir de ese momento el espectador vislumbraba el pensamiento de la muchacha, puesto que el juego con las cámaras les permitían estar en su cabeza. Un brillante ejercicio de comunicación a través de las cámaras, aunque dada su facilidad uno de los más básicos por ende, diría Tony Zhou. Dichas acciones fueron realizadas con la intención final de dar a entender al espectador el sentimiento de agobio que la misma sufría; Entonces la cámara toma un plano general, y ahora es el escenario el que transmite información al espectador. Los tonos oscuros de la habitación servían como fondo para la imagen que se mostraba, mientras que a la izquierda se puede ver los rastros de luz exterior filtrándose a través del marco de la puerta. De esta forma se genera un contraste.
La oscuridad de la imagen en general refleja la monotonía en la que la peliblanca está envuelta, mientras que el súbito cambio de colores alrededor de la puerta sirve para transmitir esa sensación liberadora que el director tenía en su mente cuando imaginó la escena. Se ve a la puerta como una salida, como la opción de dejar atrás la monotonía para hacer algo, sin importar lo que "algo" fuera.
...Y la puerta se encuentra a la izquierda.
Lo usual en el séptimo arte es presentar las decisiones de los personajes a través del diálogo más allá de ser un medio caracterizado por el uso de imágenes en secuencia. "No hay vuelta atrás" es una frase a la que estamos acostumbrados. Es simple, es más directo y requiere el uso de menos neuronas. Pero hay métodos igual de sencillos de llevar a cabo y cuyos resultados son más satisfactorios: Todo se remonta a izquierda o derecha.
De esa forma se genera un contraste, tanto en colores como en ubicación. Se ven ambos lados como opciones. Mientras que la izquierda representa el albedrío, la derecha hace lo mismo con la invariabilidad de la vida diaria.
Entonces, ¿qué lado escogerá...?
¿La izquierda, y abrirá la puerta a algo nuevo, sin importar lo que esto sea?

¿...o la derecha, y por consiguiente seguirá sumergida en la miseria...?

¿Izquierda...

...o derecha?


¿Izquierda...

...o derecha?



¿Izquierda...


...o derecha?


Los dedos de la peliblanca rodearon el vaso de agua que ella tenía a su lado, y seguramente hubo tantos planos y contraplanos con sus correspondientes significados en el efímero transcurso en el cual ella llevaba el mismo hasta sus labios que tuvo que poner su mente en blanco para quitar de su cabeza los pensamientos mencionados. Su cuerpo recibió con agradecimiento el liquido mencionado, y cuando esta pudo ver el fondo del cristal sus dientes apresaron uno de los cubos de hielos allí presentes. Mordisqueando el mismo hasta que el sólido se convirtió en liquido, sintió el frescor expandirse por su cuerpo y en su interior no pudo dejar escapar un profundo agradecimiento a la madre naturaleza por la época en la que se encontraban.
.- ¿Izquierda o derecha? - Pronunció la misma, transformando en palabras los pensamientos que se encontraban ocultos en los profundos recovecos de su agitada mente. Sus ojos se abrieron de repente en consecuencia de haber tomado ya su elección, y mientras dejaba el control remoto en su lugar volvía a tomar como prisionero dos cubos más de hielo cuyo crujir al partirse al medio le daba a la peliblanca las ansias necesarias para comerse al mundo con su vitalidad y energía: Izquierda, la decisión había sido tomada, sin embargo el fundamento de la misma se encontraba en cosas tan superfluas como el no encontrar una programación decente que ver en la televisión, habiendo ya terminado cada uno de los DVDs de Bob Ross.
Cuando se puso de pie la imagen que se abrió paso ante sus ojos la sorprendió, pues no recordaba que su cuarto tuviera aquel nivel de precariedad, sin embargo la misma no la desalentó en absoluto. Los cuadros pintados se agolpaban en el fondo de la sala, sumidos bajo la presión que la pared y un sillón les generaban.
.- Tengo que meter todos estos pequeños accidentes felices a la basura. - Comentó con una ironía que pocos entenderían, y al mismo tiempo que una sonrisa socarrona se dibujaba en su rostro tragó el hielo molido que yacía en su boca.
Cuando la megalomanía encarnada abrió la puerta pudo sentir el viento golpear contra su cuerpo, y una vez llenó sus pulmones del aire puro que las montañas le brindaba simplemente partió camino. Por sus tímpanos cruzaron los siempre presentes sonidos de las continuas relaciones sociales que una aldea tan grande como aquella llevaba a cabo, y con el ceño fruncido como reacción ante tanta cháchara se encaminó al despacho del rey de aquellas tierras, no sin que una frase del famoso A. Ryan asomara en su mente, cada vez más presente, y pidiendo a gritos, los mismos obviamente metafóricos, ser dicha en voz alta: Todos ellos eran parásitos... Hablan y hablan, pero al final no tienen nada que ofrecer a la sociedad. Y a pesar de todo, tuvo que admitir, su consumismo y sus necesidades materiales eran lo que mantenía viva a las grandes naciones.

Tras un largo plano-secuencia enfocado en su ascenso por los mismos escalones y varias tomas cortas con funciones variadas, Shannaolette culminó su viaje una vez estuvo frente a la entrada al despacho de quien ella consideraba su superior jerárquico, mas este hecho cambiaba cuando ella analizaba sus respectivas posturas en otros aspectos, los cuales podían variar desde el poder a la inteligencia. Tras ver a la persona detrás de la puerta como su igual y no como su superior, la misma se había decidido a demostrarlo con acciones, para darle a entender que si ella estaba bajo sus ordenes era bajo las condiciones que ella imponía.
Habiendo decidido su proceder, tocó la puerta tres veces para avisar de su llegada, sin embargo aquella acción era pura cortesía. Ella se había decidido a nunca mimar a la aristocracia, don que muchos manejaban a la perfección.
De esa forma su cuerpo se filtró a través de las aberturas de la puerta, y al mismo tiempo que una porción del mismo se seguía introduciendo, dentro del despacho su cuerpo comenzó a formarse. Con sus piernas al aire más allá del clima y siendo las mismas cubiertas por la falda que siempre llevaba, y su larga cabellera asomándose por arriba de sus hombros, su mirada se clavó en los ojos de aquel del que todos hablaban con pleitesía. Tras hacer contacto visual, en su rostro comenzó a mostrarse esa sonrisa que irradiaba la confianza interior que ella se tenía como ninja, y tras dar unos pasos, decidió darse a conocer.
.- Buenos días, Lord Tsuchikage... - Su voz rompió finalmente el silencio que sólo sus pasos se atrevieron a interrumpir segundos atrás. Tras haber acentuado las últimas palabras de su frase, decidió proseguir su habla. - Usted ha de preguntarse en su eterna ingenuidad, "¿quién es esa kunoichi?" y antes de mi presentación me gustaría aclararme que mi presencia aquí no significa una amenaza para su salud, muy al contrario de la impresión inicial que yo a usted pudiera causarle, que yo esté aquí significa mi... - Sin embargo las palabras se detuvieron y el sonido de las mismas fue reemplazado por el que produce un golpe en seco; Para ser más precisos, el sonido que interrumpió el hablar de la albina era muy similar al que causa una persona cuyos pies se cruzan de repente, y tras aquello y por culpa de la inercia y la gravedad, la persona cae hasta uno de los libreros anexos a las paredes. De esa forma, el sonido finalmente se parecía al que se produce cuando la frente de alguien golpea con la suficiente fuerza uno de los estantes y en su camino al suelo algunos de los libros más pesados del mismo deciden acompañar a la persona en cuestión para que por su accionar no se sienta en soledad. Tras aquello, muchos de los libros caen con el índice apuntando para abajo, dejando tras todo ese alboroto una sensación de incomodidad que muy pocas acciones podrían igualar.

Una cámara entonces enfoca a los libros que recubren el rostro de la peliblanca, y entonces poco a poco la misma cámara va enfocando con lentitud al Tsuchikage en uno de los lados. De esta forma se remarca el inicio de una relación cuyo final está distante de escribirse y cuyo desenlace, no por su condición como tal, está más cerca de saberse.
Entonces la cámara decide enfocar otro plano, el mismo con la función de hacerle saber a la audie---

Una vez ella hubo estirado su mano lo suficiente, Shannaolette pudo atrapar la cámara imaginaria mencionada que agobiaba su pensar, para luego romper la misma al golpearla contra el suelo. A pesar de saber que aquella acción no la libraba ni del desastre que había hecho ni de la vergüenza que esto traía como consecuencia, logró sentir en su accionar una sensación de satisfacción que le permitió incorporarse lentamente, manteniendo en su postura la poca dignidad que le quedaba.
Con el orgullo de alguien que no piensa admitir ser inferior, decidió proseguir su frase, ignorando lo sucedido. - ...que yo esté aquí, mi estimado Lord Tsuchikage no es una amenaza para su salud y su puesto, como dije anteriormente. Vengo aquí a hacerle saber que usted puede contar con mis habilidades, excepcionales he de resaltar, para cualquier labor que necesite, siempre y cuando la misma sea de mi agrado. Mi nombre, por si usted se lo pregunta, es Shannaolette Alquoir. - Tras hacer una pausa, volvió a tomar la palabra. - En un tono completamente distinto, debería de ordenar el desastre que usted tiene allí atrás, cualquiera podría accidentarse o peor todavía, pensar que usted es un desordenado. - Una vez terminó su diálogo, se sentó frente al escritorio de aquel a quien todos admiraban con la misma actitud desafiante con la que entró, muy a pesar del daño irreparable en su orgullo.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyMiér Ene 07, 2015 11:48 pm

El día había comenzado como cualquier otro, sin haber terminado el anterior, la figura blanquecina continuaba ejercitándose a mitad de la oficina inmensa que ahora le correspondía, el sudor parecía ser tan abundante que un pequeño charco posiblemente elevándose a algo mayor se formaba en sus palmas y alrededor, más sin embargo, lo gélido del clima ayudaba a congelar dicho elixir salado formando un reflejo quasi-perfecto del cuerpo desnudo del Tsuchikage. A la lejanía un pequeño gemido era escuchado al tiempo que el amanecer mismo despertaba al mitad ángel mitad demonio que convivía en los adentros de la kunoichi más interesante de la aldea, siempre era capaz de darle un escape especial al líder de la aldea cuando se pasaban de horas estudiando, la figura de tonalidad porcelanica se elevaba sin cobertores del lecho que habían utilizado para amanecer combatiendo en ámbitos más íntimos de los que eran permitidos a simple vista, después de todo, no había nada serio o tal vez si, ciertamente no importaba demasiado. Los pasos ligeros de aquella chica desconcertaron al peliblanco quien abrió sus ojos y percibió en el suelo la sombra de la mujer, la cual portaba un objeto en su diestra, el “espejo” del piso era incapaz de presentar lo que era más la piel y carne de la sombra de la roca pronto entendió de que se trataba, nada más y nada menos que un bisturí afilado que ahora se enterraba en su espalda, mujeres y sus fetiches al amanecer.

Quizás le tomo unos segundos más que la ultima vez sacarse la cuchilla o tal vez ya no le importaba tanto como al inicio pues se había convertido en rutina, más la situación fue una especie de llamada a la atención, por lo cual no pudo hacer otra cosa que hablarle a su pareja. –Cada vez más profundo, ¿no?... ¿Tratas de imitarme?- inquirió el shinobi al completar la última sección del ejercicio y finalmente levantarse sobre sus propios pies. Su cuerpo sudoroso parecía brillar bajo los primeros rayos del Sol más incluso esto palidecía ante el misterio y la belleza que representaba el físico frente a sus orbes, sus uñas ya no eran sus uñas, sino huesos afilados capaces de desgarrar cualquier cosa o en su defecto, enterrarse en el cuerpo de una de sus víctimas nocturnas para evitar que escapase de sus “garras” tanto en sentido figurado como en literal, no le tomo demasiado tiempo introducir las mismas en la espalda baja de la joven, provocando un grito de dolor acompañado de un gesto característico del sentimiento. –Mi turno para vengarme- enunció haciendo clara referencia al “asunto” del bisturí, el cuerpo de la chica parecía hecho de pluma pues fue levantado con facilidad por el hombre y rápidamente posicionado contra uno de los libreros, la mañana comenzaría agitada, como solía gustarle al Kaguya.

Luego de despachar a su distracción y tutora, el kage decidió ponerse al día con sus asuntos de líder, aun nadie deambulaba por el piso superior lo que significaba que faltaban algunas horas para “abrir” el despacho para el público en general, sin embargo, eso no evitaba que hubieran intrusos por aquí o por allá, decidió vestirse para esperar a quien osara aparecer en prendas “adecuadas” para el encuentro. Decenas de libros se mostraban abiertos sobre el escritorio, todos y cada uno de ellos incomprensible para el peliblanco, más en todos, algo le llamaba a la atención, un símbolo común que hablaba de algo que había estado buscando desde que obtuvo el puesto y que esperaba poder mantener en secreto por un poco más de tiempo antes de compartirlo con los demás habitantes, a todo esto, decidió que era momento de iniciar la primera fase del desarrollo de su estrategia militar, por lo cual tomo diversos archivos y los llevo hacia el escritorio, guardando los libros en las gavetas aledañas a la mesa donde ocupaba sus actividades. Se trataban de las tarjetas de diversos shinobis y Kunoichis de la aldea, entre las féminas se hallaba su pequeño juguete por lo cual apenas vio la foto no pudo contener una sonrisa, era extraño considerarla para el puesto más sin embargo, sabía mejor que nadie que daba la talla para la tarea, su sonrisa no tardo demasiado en desvanecerse pues un triple toque en la puerta le saco de su zona de confort, la llegada de aquella insolente niña cambio todo el día, deseaba tener una distracción bajo el escritorio mientras la albina hablaba sin cesar, sus ojos eran incapaces de centrarse en la misma, se hallaba aburrido e incluso en cierto nivel molesto, nuevamente la idea de un escape le sumía en un mejor escenario.

La excusa barata de kunoichi, una que casualmente se hallaba en la lista de potenciales miembros, yacía frente al rostro de la máxima autoridad de la aldea más la misma había comenzado con un pie izquierdo de ciguapa, no solo se había equivocado en grande, sino que había sido excepcionalmente irritante, tanto que incluso parecía ser todo un montaje para sacarlo de sus cabales, algo que ciertamente no era muy difícil de hacer en esos días de constante presentación de nuevas caras. En algún punto, la joven había concluido de hablar y parecía regodearse de sus habilidades además de exigir más organización en el despacho a pesar de ser la responsable de la situación actual, acorde a todo lo sucedió, el peliblanco se sentía incapaz de reaccionar de manera pasiva así que libero un prolongado suspiro y poso sus orbes sobre la mujer, sus palabras serian extrañas y posiblemente incomprensibles o fuera de contexto, extravagantes incluso, pues cargarían toda la furia del Kaguya, furia que intentaba no dejar salir de manera física. -Shannaolette Alquoir- susurró inicialmente casi destrozando sus dientes a causa de la contención. -Levanta lo que has tumbado y luego córtate la lengua, y si eso no es de tu agrado, entonces puedo asistirte en el cumplimiento de la misma- Tras enunciar esto, el hombre se levanto del asiento y empezó a rodear la mesa que le separaba de la kunoichi, un kunai se hallaba en su mano derecha. -¿Que sera? ¿Probaras tu lealtad o tendré que encargarme de ti tan pronto?- Un silencio siguió a dicha acción y dicha conclusión de palabras, solo faltaba ver como reaccionaria la mujer frente al Tsuchikage.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyVie Ene 09, 2015 1:41 am

La soberbia que Shannaolette representaba como persona y la actitud desafiante que esta siempre mantenía para con los terceros nunca había sido puesta a prueba. Y es que para alguien como ella, cuya actitud le había dado parte de la fama de la que actualmente gozaba y cuyas propias acciones ella misma tachaba como gracias momentáneas, restando quizá la importancia verdadera de las mismas, nunca había sido necesario mantener un perfil bajo ante terceros. De esa forma, y tras haberse criado acostumbrada a ocultar su perfil dubitativo bajo un manto de prepotencia y falsa seguridad, le resultaba sencillo meterse con los demás, de la misma forma que para los demás aceptar su condición como tal tenía el mismo nivel de facilidad;
Por consiguiente, el reaccionar de aquel individuo que tenía frente a su ser, aquel al cual debía reconocer como superior jerárquico tanto inherente como abiertamente, consecuencia de la carga social que las costumbres de una población, en la cual por comodidad se veía en la obligación de vivir, depositaba sobre los hombros de cada individuo con pensamiento independiente, sorprendió a la peliblanca al ser esta la primer vez en haberse encontrado con una actitud que fungiera como freno a sus desvaríos.

Sus palabras, cada una de ellas dichas con la seriedad típica en quienes se han acostumbrado al tacto de la sangre al derramarse, empezaron a verse con un interés por parte de la megalómana que encontraba su impulso únicamente por la curiosidad que le provocaba el siguiente proceder de su líder más allá que por cualquier hipotética sensación de indefensión. Tras lo mismo, y mostrando especial atención a cada uno de sus movimientos, permitió que el Kaguya tomara una posición cercana a la suya. Habiendo notado el objeto punzocortante que este sostenía en su diestra, y tras escuchar la arrogancia salir de entre sus labios, decidió que aquella actitud podía utilizarse en ambas partes del tablero.

Pero antes de emitir sus palabras, la cámara realizó un movimiento circular sobre ambos. Iniciando el mismo desde el suelo y apuntando el foco del lente hacia los mismos, el movimiento mantenía como centro de la imagen a los dos individuos, mientras que el despacho servía como fondo y el movimiento del mismo le brindaba a la secuencia la sensación de profundidad y movimiento que se buscaba dar. Una vez finalizada dicha secuencia, el espectador contempló a través de un plano general a ambos individuos, separados por varios centímetros el uno del otro, haciéndose notar que se filmaba por encima de los libros cuando estos aparecieron en una esquina de la imagen. El desenlace de las acciones de ambos había tenido como consecuencia una clara presencia de la tensión en el ambiente, misma que podía ser palpable para ambas personas. Hay una toma general que captura a ambos individuos, y tras luego de varios segundos la misma se ve interrumpida por un primer plano del rostro de Shannaolette, que es seguido por un plano de mismo calibre sobre el rostro de Sesshomaru. Se vuelve a la toma general, y la tensión ahora es palpable para el público también.
La toma general, habiendo sido tomada por una persona, hacía notar el pulso de este a través de los ligeros movimientos de la cámara mientras esta mantenía su posición, y los libros en completo desorden en un lado de la cámara daban sensación de tensión que se buscaba. Al contrario, ambos primeros planos se filmaron vía trípode para contrastar con el método utilizado en el plano general y de esa forma dar a entender la mutua creencia de poder que ambos tenían, acompañado con la serenidad en sus actitudes.

.- Debo decir que me ha cansado tu actitud, bastardo. - Dijo la peliblanca en voz baja, en un tono cómplice para que aquello sólo fuera escuchado por los dos presentes como si hubiese alguien más allí. Su actitud se reflejaba en sus palabras, y por ende seguía igual de desafiante que después de haber escuchado proferir esas amenazas de su parte, podría decirse que más considerando lo emocionante que era aquello para Shannaolette. - Déjeme informarle que desde el momento en que se puso de pie, tengo uno de mis dedos apuntando a sus testículos. - Hizo una pausa y después continuó. - Más allá de lo ridículo que pueda sonar, su jolgorio va a terminar cuando del mismo salga una bala que le arranque los mencionados de raíz. - Otra pausa más; Su mano se había posicionado mediante ligeros movimientos que se vieron ocultados gracias a la túnica que la megalómana llevaba alrededor de su brazo derecho. Sus dedos se habían puesto en posición en los momentos en que el peliblanco seguía su interminable muestra de mala educación. - Y a esta distancia puedo asegurarme que soy una especia de Fredrick Zoller. Ahora, levanta el desorden que tienes allí detrás y luego córtate la lengua, y si aquello no es de tu agrado, entonces puedo asistirte en el cumplimiento de la misma. - Su sonrisa, tras aquel acto de incitación a la violencia, se fue agrandando poco a poco, a la expectativa de cualquier movimiento del Kaguya.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyVie Ene 09, 2015 2:02 pm

Era cierto eso de que uno puede perder su alma fácilmente si comete el error de entregarse por completo a alguien más. Él ahora era mi todo, mas para el peliblanco yo era sólo un instrumento que servía a sus propósitos inmediatos. Emplear todas mis noches a educar a la bestia era una labor ardua... ¿Bien remunerada? Quizás. Todo depende del riesgo que se estaba dispuesto a pagar. Mi precio era bajo y se limitaba a lo carnal, ese deseo de querer satisfacer las necesidades más básicas y retorcidas él lo llenaba con creces... y era todo un placer cobrar.
¿Sabes eso que se siente cuando tienes la certeza de que le has vendido tu alma al mismo diablo pero no sientes el más mínimo remordimiento, o peor aún... Te encanta la idea de haberte vendido? Eso es exactamente lo que siento ahora... Por él. Soy incapaz de alejarme de lo que sé con seguridad que puede hacerme daño por el simple hecho de que disfruto con ello. Sí, así es como es. Cada noche a su lado es una tortura... Pero una tortura que añoro.

Lo que comenzó como unas simples lecciones de alfabetización fue rápidamente evolucionando a algo más. Resultaba irónico como alguien que apenas sabia escribir bien su nombre haya sido elegido como el máximo dirigente de una aldea en desarrollo y expansión, pero así fue y había que hacerle frente. Sus habilidades en batalla y como líder eran excepcionales, destacaba con luz propia por encima de todos los demás candidatos al puesto y no fue difícil para el concejo realizar una elección. Sin embargo, tanta perfección venía con un defecto de fábrica. Keshin Sesshomaru, del clan de los Kaguya había sido criado muy lejos de la civilización, con maneras toscas y modales que dejaban mucho que desear. Su poca tolerancia hacia otros seres humanos sumado a su salvajismo y agresividad adquiridos lo hacían un peligro que debía ser controlado. Ahí es donde entro yo en escena.
Ashara Dayne, antigua maestra en la académica, ahora jounin a tiempo completo, fui asignada por el concejo de ancianos sabios para corregir lo incorregible, enderezar lo que había nacido torcido. Es cierto que cargaba muchos méritos a cuestas, pero definitivamente yo no era Dios ni mucho menos hacía milagros, sin embargo, y muy a mi pesar, acepté el puesto y, a regañadientes, fui haciendo lo que se me había encomendado. Con lo que no contaba fue con el hecho de que él me agradara cada vez más y que mientras más compartía con él, más me gustaría su presencia... Al punto de dejarlo meterse bajo mis sábanas y bajo mi piel... Literalmente.

Con el pasar de los días y las semanas los avances fueron notables. Su caligrafía fue tomando una forma elegante y consistente, digna de lo que él era... El líder de una próspera aldea. Su habilidad en la lectura me había sorprendido incluso a mí, mas aun le costaba un poco leer textos muy largos de una sola sentada o redactar documentos oficiales sin mi ayuda. Sus avances fueron también notables en otros aspectos de los cuales no me siento muy cómoda hablando... o por lo menos en este momento. La cosa es que él me ha reclamado como suya y yo no he hecho nada para evitarlo... Tengo las marcas que lo prueban. No todas, por supuesto, pero sí las más memorables... Las que proporcionaron a la vez más dolor y más placer.

La noche cayó y el alba hizo su aparición en el horizonte. Tras haber pasado la noche practicando sus nuevas lecciones, en algún punto nos habíamos quedado dormidos, no sin antes poner en práctica sus otras lecciones, esas que eran más placenteras. Los primeros rayos del sol se filtraron por el gran ventanal que cubría toda la pared lateral de sus habitaciones y bañaron mi cuerpo desnudo, semi cubierto por una sábana de seda negra. Me estiré como un gato y un gemido de satisfacción abandonó mis labios sin que pudiera detenerlo a tiempo. Estaba saciada, pero con el peliblanco siempre quería más. Deslice mi mano por su lado de la cama, estaba frío. Era su costumbre ponerse en pie antes del amanecer, para ejercitarse y meditar. Pude haber hecho algún tipo de ruido para llamar su atención, pero con él no funcionaban las sutilezas. Me puse en pie y me dirigí muy despacio hacia donde se encontraba. La sábana resbaló por mi cuerpo, exponiendo la desnudez del mismo, y tomando el bisturí en mi mano derecha me acerqué a su posición...

Transcurrieron dos horas hasta que finalmente fui capaz de andar sin que me molestara. Él casi nunca estaba de humor por las mañanas y mis intentos de romper el patrón siempre se salían un poco de control... Pero él era mi amo, mi señor en todos los sentidos y no osaría negarme a lo que podía darme, lo que podía provocar en mí. Mis heridas ya estaban del todo curadas, pero aun así coloqué un vendaje alrededor de la zona... Todo por el efecto dramático. Me vestí con el kimono negro y blanco que usaba para trabajar en la oficina con el Kaguya. Era mi atuendo más formal y el que disimulaba mejor las magulladuras. Cepille mi largo cabello en una cola de caballo en lo alto de mi cabeza, dejando libre el flequillo que casi cubría del todo mis ojos y, mirándome una última vez en el espejo de cuerpo completo, me encaminé a la oficina.
Estaba retrasada y se suponía que hoy debíamos enviar unos documentos al señor feudal... Bueno, Kenshin debía, yo sólo le asistiría en la tarea. A veces olvidaba que era una simple maestra, alguien que podía ser reemplazada si no me enfocaba en mis propios asuntos. Entré a la gran sala sin tocar, no era necesario pues me deslice por el pasillo destinado a los empleados, el cual estaba ubicado en el lateral izquierdo del salón, justo entre dos estanterías forradas de libros. Lo primero que noté al entrar fue que una de las estanterías estaba completamente destruida, con los libros desparramados por el suelo en un montón desordenado, lo segundo fue a Kenshin de pie rodeado por un aura bastante oscura mientras tenía una batalla visual con la peliblanca que lo acompañaba en la habitación. La mirada de ella era desafiante, lo que seguramente estaba sacando a Sesshomaru de sus cabales. Ella apuntaba a sus testículos con sus dedos en una especie de insinuación morbosa y él casi le estaba atravesando la garganta con un kunai, aunque su mano se mantenía apuntando hacia el suelo, eran más que claras sus intenciones.

Levanté una ceja a modo de burla por lo ridículo de la situación que se escenificaba frente a mí. Me daban tantas ganas de reír, pero preferí no decir una palabra. Compuse nuevamente la expresión inmutable en mi rostro y lentamente me acerqué a ellos. Al llegar más cerca de su posición me di cuenta que la vibración del aire era diferente, la tensión palpable entre ellos de forma amenazante era casi sofocante... Casi. Hice una ligera reverencia y tomé firmemente la mano del Kaguya que poseía el objeto punzo-cortante y la apreté con fuerza. Lo miré directo a los ojos, transmitiendo una advertencia y lo dirigí nuevamente a su escritorio, medio arrastras. Me coloqué junto a él y viendo a la muchacha frente a frente, le dirigí la palabra.

—Disculpa los inconvenientes, alguien se ocupará de eso más tarde—. Señalé con la cabeza hacia el desastre de los libros—. Tú debes ser Shanna... Algo, leí tu expediente. Lord Tsuchikage está muy complacido con tu desempeño en la aldea, ¿verdad señor?— Vi como rechinaba los dientes, imperceptible para la chica frente a nosotros, y supe que pagaría por mi insolencia más tarde. No pude evitar sonreír.
La agitación de la chica era aun presente, lo que me hacía pensar si es que el sentido del peligro de esta muchacha estaba completamente atrofiado. Ladee la cabeza a un lado, como lo haría un pájaro ante algo que le causa curiosidad, mi sonrisa aun en mi rostro cuando dije:
—¿Necesitas medicación de algún tipo? Te ves tan alterada que pareciera que la cabeza te va a estallar en millones de pedacitos diminutos... Puedo darte unos sedantes, quizás morfina... ¿Qué dices?— levanté una ceja y esperé.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyVie Ene 09, 2015 8:57 pm

Este día no había sido lo que yo definiría como un lindo amanecer, aun siendo Jounin de la aldea, y un excelente ninja, herede de mi madre el amor por la medicina y por los enfermos, así que muchas veces hacia guardias médicas en el hospital, y con esto ayudaba a limpiar mi conciencia por todas las vidas que había segado; esta noche el hospital estuvo lleno, no porque hubiera una guerra o batallas feroces, sino porque un grupo de niños se había intoxicado con unos alimentos y pasaron su madrugada con vomitos, por lo cual, mi paciencia y tolerancia había llegado a su fin, simplemente respire y me dije a mi mismo: *Tres horas más y se acaba este calvario*

Después de terminar la guardia y tomar una larga ducha, me dirigía hacia el despacho del Tsuchikage, aunque yo sé que es una pérdida de tiempo, ya que Kenshin-sama no tiene mucha educación, confiaba que con la ayuda de Ashara-san, quien también es ninja médico, pudiera conseguir ciertos equipos y ampliaciones de las instalaciones del hospital ninja. Durante el camino hacia el despacho pensaba en lo mucho que había cambiado en mi vida, algunos meses atrás no me hubiera imaginado nuevamente como un shinobi, como un médico del hospital, me imaginaba casado, con un hijo, junto a una fogata, pero lastimosamente todo ese sueño fue truncado por el odio y la sed de poder de terceras personas, por lo cual, me prometí a mí mismo hacer un poco más, ayudar siempre más, y aunque a simple vista pareciera que solo sirvo para la medicina, mis habilidades en combate hacen parecer mis conocimientos médicos igual a los de un niño que apenas sabe ir al baño.

Justo frente a la puerta del despacho de la máxima autoridad de mi aldea, escucho un ruido, el ruido que hacen los libros al caer de la estantería, decido no intervenir ni entrar, sino más bien prestar atención a lo que pasa, ya que puede que si entro, enfade al Tsuchikage-sama, algo que no era un secreto entre los aldeanos era el fuerte y salvaje carácter del Kaguya. Estando frente a la puerta escucho la conversación que se lleva a cabo me pregunto cómo esa persona que se hace llamar Shannaolette Alquoir puede ser tan estúpida, asumo que tiene problemas de autoestima, o algún trastorno psiquiátrico, bueno, creo que estar mucho tiempo viendo pacientes hace que pierda el rumbo de la situación.

Al escuchar lo tensa que se pone la situación, temo por la vida de Shannaolette, uno podría pensar que tengo que temer por la seguridad de mi Kage, pero sabía que, en esta situación la única persona que sale perdiendo es la mujer con voz chillona. Entre el dilema de entrar o no entrar, escucho la voz de Ashara-san, y se, que aunque sea por unos minutos, la tensión en el despacho disminuirá, por lo cual, decido tocar la puerta una vez, y presentarme: -Tsuchikage-sama, Ashara-san… miro a la joven de pelo blanco, que asumo que es Shannaolette, y sin mas muestras de respeto hacia la peliblanca, miro hacia Ashara-san y le digo: Si usted lo desea yo le puedo administrar los calmantes, siempre cargo un botiquín junto a mi con varios medicamentos para diversos fines… por otro lado, Tsuchikage-sama, creo que este no es un buen momento para hablarle, pero me gustaría dejarle este folder, y yo volveré por la respuesta después.

Mientras espero, con la mano izquierda levantada a la altura de mi pecho, en la cual se encuentra el folder con las solicitudes del hospital, miro de reojo a Shannaolette y pienso, de no haber sido por Ashara-san, ahorita seria solo un efímero recuerdo de lo que alguna vez fue.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyDom Ene 11, 2015 4:22 pm

La mujer frente al Tsuchikage continuaba desafiándolo a pesar de haber recibido una especie de ultimátum, pero más que desafiarlo al mismo tiempo se encontraba amenazándolo y luego, fue incluso más insolente como para repetir las palabras empleadas por el Kaguya, la muerte era fácilmente una salida viable para aquella kunoichi más que perdiese la vida tan rápidamente sonaba completamente insatisfactorio para el supremo líder de la aldea, su rostro se torno inexpresivo al escuchar dichas palabras y su mente viajo hacía lo que mejor le parecía en aquel momento, una habitación donde la mujer era torturada de manera constante implorando por la muerte, rogando que tuvieran la decencia de asesinarla, conociendo el dolor por tanto tiempo que incluso comenzaría a amarlo, a necesitarlo en su vida, a implorar porque no se detuvieran pues solo el dolor era prueba fehaciente de su existencia, solo el dolor le daba sentido a su respirar. Era embriagante la idea y ciertamente poseía los medios necesarios para cumplir con dicha imagen mental, más sin embargo, un roce le saco que de sus intrínsecos pensamientos. Sus orbes notaron la presencia de aquella otra chica, la misma con la cual había pasado la noche anterior, la misma que le había servido de distracción y ejercicio en la mañana, su descaro al tocarlo como si tuviera potestad, su insolencia al hablar cuando no se le había indicado tal cosa, su atrevimiento al referirse a su persona sin medir sus palabras, su osadía al interrumpir no solo sus cavilaciones sino sus planes, al moverlo nuevamente hacia su asiento mientras permanecía en modo de trance, sus acciones ameritaban un castigo que fácilmente podría dejar para luego más que considerando su posición y que aquella kunoichi desvergonzada era la figura más cercana e igualmente había incurrido en faltas, su castigo llegaría primero. El cuerpo de Kenshin estaba listo para movilizarse cuando una tercera presencia se adentro al despacho, esta al menos tuvo la decencia de tocar la puerta, se trataba de uno de los jounins asignados al hospital, un medico de alto nivel y calibre, una persona confiable por decir lo menos, sus palabras para acompañar a la insolencia de Ashara pudieron haberle bajado puntos en la escala mental que poseía en mi mente más no lo hicieron por el simple hecho de saber que dada su poca experiencia en la situación que se había desarrollado en el despacho, podría estar incluso hablando como un doctor y no como un shinobi descarado.

La situación había cambiado, tres individuos se hallaban frente al Kage quien permanecía ahora sentado sobre su asiento, el bulto en el lateral de Shannaolette seguía visible lo que implicaba que posiblemente aun mantenía el “dedo” pistola como lo había llamado antes, el kunai continuaba en la diestra de la sombra de la roca, sus ojos oscilaban entre las tres presencias, Ashara se había acomodado a si misma a su diestra, quizás aspirando a que ese fuese su lugar idóneo, niña tonta, el proceso fue rápido, tanto que ni siquiera tuvo que completar un sencillo pestañear, el arma ninja se incrusto velozmente en la espalda de la kunoichi atravesando con la cuchilla toda la carne posible, permaneciendo a pocos milímetros del pulmón izquierdo y otros órganos de importancia e interés, en el mismo acto, el peliblanco se había levanto de su silla y con sus uñas forjadas con huesos tomo el cuello de la pelinegro y lo apretó, enterrando las uñas en el mismo, librando sangre del lugar e igual, quedando a milímetros de la yugular, con fuerza hizo retroceder la cabeza de la chica y le susurro al oído unas palabras que tendrían que ser suficientes para que comprendiese su situación. -No habrá una próxima vez- Era obvio y evidente lo que había dicho, ya no existían más oportunidades para ella, esa ocasión había sido la última de sus "perdones" si es que alguna el Kaguya osaba perdonar a quienes infringían sus reglas y lineamientos. Seguido de esto, la saco de frente al escritorio y la lanzo con un fuerte empujón hacia el jounnin que sostenía el folder. -Encárguense de suplir al hospital- musitó para dar por terminada la interacción con aquellos dos individuos, sus orbes entonces se fijaron en la chica que no paraba de sonreír como si todo hubiera sido un hermoso y acogedor acto teatral para ella. La expresión seria de Kenshin cambio por una más ligera al tiempo que cerraba los ojos y tomaba un largo respiro, una vez sus orbes se habían abierto, su interior había cambiado, estaban más afilados que nunca y se hallaban fijados en la mujer. -Dispara y ruega que eso sea suficiente, porque no hay palabras para describir lo que sucederá si no consigues derribarme- Tras decir esto comenzó a caminar hacia el asiento de la Kunoichi insolente, el Kaguya no era de amenazas sino más bien de acciones, sin embargo, solía dar advertencias a todos, y esta vez no era distinta. Si la mujer era incapaz de tumbarlo con cualquiera que fuese la técnica que utilizaría, no existían palabras que pudiesen expresar o explicar lo que acontecería después.

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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyMar Ene 13, 2015 2:45 am

Es imposible ignorar esa sensación de que algo malo va a pasar. En un instante sientes cómo se te seca la boca y se te amarga el paladar con el sabor asqueroso de la bilis, todo al mismo tiempo. Puedes sentirlo hasta los huesos... Sí, algo muy malo iba a pasar. Nunca, en todo el tiempo que habíamos compartido juntos, había notado al Kaguya tan molesto como ahora. Fue como si mi toque actuara como el detonante que desató todos sus demonios... Y no los más interesantes, debo decir.

En un rápido arrebato de ira, el kunai que resguardaba en su mano derecha voló como un águila a mi costado izquierdo, atravesando yardas de tela y lastimando seriamente el área superior de mi espalda, afortunadamente sin tocar ningún órgano vital. Acto seguido, se puso de pie y punzó con sus "hueso-garras" la base de mi garganta en el lado derecho, arrastrando mi cabeza hacia atrás y susurrando algunas palabras en mi oído. La sangre manaba de mis múltiples heridas, así como una furia se apoderaba de cada célula de mi cuerpo, nublando mi vista.

¿En serio él se atrevía a hacer eso conmigo? ¿Después de toda la mierda que le he aguantado? Sabía que Kenshin Sesshomaru era cruel, un salvaje, déspota y dictador... Pero ¿desagradecido? Hay que ser bien cara dura para tratar a quien te ayuda de esa manera... Incluso si es alguien con quien follas y que le gusta el dolor para sentirse bien. Sé de buena fuente, por experiencia propia, por supuesto, que él esperaba un grito de mi parte, pero no le di esa satisfacción y no se la daría aunque mi vida dependiera de ello.

Con movimientos toscos, me saco de detrás del escritorio y me arrojó a los pies del shinobi que venía por los asuntos del hospital. Un ligerísimo charco de sangre se formó allí donde caí, pues mis ropas estaban empapadas del líquido carmesí que brotaba de mis laceraciones. Escuché como nos decía a ambos que nos encargáramos del hospital y daba por terminada su interacción con nosotros. Esto no hizo más que aumentar mis ganas de volarle la cabeza con un rifle de alto calibre o de cocinar su carne lentamente en caldo hirviendo. Le dirigí una mirada airada mientras me ponía de pie lentamente, al tiempo que sacaba el kunai enterrado en mi espalda.

Trabajando con Sesshomaru había aprendido a ser precavida, a estar siempre un paso adelante de él y a anticipar sus volubles cambios de humor, como si la vida se me fuera en ello. Es por eso que me había visto en la penosa necesidad de siempre tener una técnica curativa a mano para lidiar con el Kaguya. Los cortes de mi espalda y garganta se fueron cerrando, la sangre iba cesando su fluir poco a poco, hasta que ya no quedo evidencia alguna de que allí habían heridas que podrían haber causado mi muerte. Hice girar el kunai en mi mano, salpicaduras cayendo al suelo, manchándolo de rojo rubí. Sonreí mientras aun lo miraba y luego ladeé mi cabeza unos centímetros, tratando de decir lo que tenia que decir sin hacer explotar toda la maldita habitación.

—Oh Kenshin, siempre tan voluble... Debí medicarte cuando tuve la oportunidad, y tuve tantas... —un suspiro dramático escapó de mía labios sin que pudiese detenerlo, seguido de un gorjeo, muy parecido a una risa ahogada —. ¿Sabes? Esto no era malditamente necesario, ni una sola parte de ello y creo que eres bastante consciente de ello —tanteé el peso del kunai en mi mano, haciendo con esto una referencia obvia sobre lo que decía —. Sé que es muy satisfactorio para ti, esto y aquello, sólo espero que recuerdes que muy pocas personas en esta jodida aldea son capaces de aguantar tu mierda —una brillante sonrisa ocupó mi rostro al tiempo que, en un rápido movimiento, lanzaba con fuerza el arma, la misma que atravesó silbando la distancia y se estrelló contra la pared del fondo, rebotando con un ruido sordo. La cuchilla paso a sólo milímetros del rostro de la sombra de la Roca. Ladeé mi cabeza nuevamente y reí —. La próxima vez tiraré al ojo, sería lindo tener un líder tuerto.

Caminé tranquilamente a la salida, haciéndole una señal con la mano a Levi para que me siguiera. Como había mandado "Su excelentísima majestad", yo debía hacerme cargo de los asuntos del hospital, así que ¿por qué esperar? Sólo volví mi cabeza unos momentos para dirigirle la palabra a la peliblanca.

—Mi oferta sigue en pie, querida. Estaré en el hospital por si decides alguna cosa sobre la misma... Y sales con vida de aquí, por supuesto—. Seguí caminando, ahora mirando al joven que me acompañaba en mi salida.— Debo pasar por mi casa a limpiar un poco este desastre — señalé lo obvio con una floritura de mi mano izquierda —. Si quieres puedes acompañarme o adelantarte al hospital, es tu decisión.

Continué mi camino sin mirar atrás... después de todo, él ya tenía a alguien con quien jugar.

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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyJue Ene 15, 2015 3:46 pm

Aquello era visible, y no sólo podía notarse en sus ojos y en la forma en que estos bajaban la cabeza para tratar con la peliblanca, sino que lo mismo también se reflejaba en la expresión con la que veían a la misma y con el tono en que eran dirigidas las palabras al referirse a su grandilocuencia. No apreciaban a la peliblanca como tal, y lo mismo se volvía evidente en las actitudes de estos: Cada detalle, cada expresión, cada gesto por minúsculo que estos fueran se grabó a fuego lento en las retinas de Shannaolette, quien jamás olvidaría tales ofensas recibidas más allá de la verdadera naturaleza que aquellas actitudes pudieran tener. Más tarde su venganza tomaría inicio. En el futuro cercano esta consistiría de insultos a sus espaldas y repetidos golpes a la almohada para liberar la adrenalina que consumía su ser, a la vez que expulsaba de su cuerpo con cada golpe asestado la furia que corroía el interior de su cuerpo y espíritu, pero en el futuro lejano, aquel que sólo podía suponerse mas lejos estaba de escribirse, la misma consistiría en algo más pasional y violento, dejando fluir de esa forma el torrente de emociones que la agobiaba, viendo la cabeza de los mismos rodar y el lento fluir de la sangre avanzando por el suelo, manchando a su paso aquello que encontrara;

El tres reemplazó al dos en el minutero, mientras que el segundero arrancaba su patrón de nuevo, y uno tras otro los números se sustituían entre ellos de forma interminable, hasta que alcanzado el minuto se reiniciaba la cuenta, y así de forma sucesiva el reloj mantenía su andar. El sentimiento de irritabilidad era mayúsculo dentro de la peliblanca, y a cada segundo que pasaba, uno tras otro, este crecía de forma considerable hasta ser una amenaza en el actuar de la peliblanca, cuyo actuar muchas veces había sido impulsado por la cólera del momento.
Sus ansias de comerse al mundo finalmente iban a ser puestas a prueba por alguien cuya reputación como shinobi abrumaba la que ella había llegado a construirse, y sin embargo ninguno de los dos iniciaba el combate, ambos a la espera de que el otro diera inicio a la contienda, puesto que llegados a este punto cualquier acción resultaría más expresiva que las palabras.
Sólo hacía falta que uno de ellos tuviera el valor de arrojar la primer piedra y a partir de entonces, lo demás se escribiría solo. El otro, en respuesta, buscaría la superación del rival y desde allí sus impulsos se volverían automáticos y el actuar de ambos sucumbiría a aquellos instintos animales que muchos intentan suprimir.
La peliblanca no pudo evitar imaginar el cómo se desenvolvería su encuentro, y cuando su mente divagó a través de los resquicios que su combate pudiera llegar a tener, el final del mismo se le presentó a su mente como una hermosa imagen que deseaba no olvidar: El color de la sangre mancha sus manos a la vez que aplasta su cráneo. Hacía ya tiempo que dejó de moverse, de gritar, de pedir piedad. Sus acciones se habían vuelto catárticas, a cada nuevo golpe sentía más ganas de golpear, ver su rostro deshaciéndose bajo sus puños le brindaba una sensación... liberadora.
Movida por el entusiasmo y la emoción que aquellas eternas divagaciones le generaban, la peliblanca estaba decidida a ser ella la causa del combate, y cuando estuvo a punto de dar el primer disparo para reducir el índice de natalidad de los Kaguya fue el sonido de la puerta al abrirse lo que detuvo su accionar.

La intervención de un tercero no era algo que ella hubiese esperado, ni siquiera deseado. Para aquellos momentos se encontraba tan convencida de lo que sucedería a continuación que la sola idea de que algo lo evitara le había parecido ridícula y sin embargo allí estaba, frente a una pelinegra que buscaba evitar el desenlace que los otros dos individuos presentes deseaban llevar a cabo. Ashara Dayne, ese era su nombre, como llegó a enterarse más tarde.
La intervención de la misma no había impedido que ella cesara su actuar, y muy al contrario de lo buscado por esta inicialmente, facilitó los mismos. Si bien en un inicio la imagen general que el ambiente transmitía no consistía en la interminable hostilidad que las miradas de ambos oponentes dejaban entrever, su búsqueda por evitar la violencia consecuente del orgullo y la magna prepotencia de aquellos dos seres se convirtió en el vano objetivo de quien nada puede hacer y, a pesar de lo mencionado, Shannaolette seguía viendo a la pelinegra como una molestia. Por culpa de la misma necesitarían otra excusa que desencadenara la ira y arrogancia de ambos dos, y para entonces la peliblanca estaba dispuesta a mandarse de cabeza a otro librero si con ello lograba provocar nuevamente la furia del Tsuchikage. Mientras sus palabras salían de entre sus labios, Shann utilizó aquella habilidad que quienes la conocían consideraban era su magnus opus. Versada en las distintas artes ninja, la peliblanca también era la maestra indiscutible de un tipo de especialidad que lejos del estándar que la introducción del ninjutsu al mundo puso de moda, no era tan famosa y reconocida, pero tanto o más usada que la anterior: La falsedad. De esa forma, y sin que ninguno de sus músculos faciales permitiera reconocer siquiera un atisbo de los sentimientos que agobiaban su cabeza, su expresión transmitía una ligera vergüenza y bochorno ante la interminable cháchara de la pelinegra, fingiendo una herida en su orgullo opuesto a la desquicia que en verdad la consumía.
.- ¿Oh, así que el lord Tsuchikage está complacido con mi desempeño? - Aventuró a conjeturar Shannaolette, cuya sonrisa en su rostro transmitió todo lo que debía transmitir. Su mirada cambió de objetivo y sus orbes purpuras se fijaron en la pelinegra, mientras que en su mente una nueva palabra hacía estragos por ser dicha en voz alta y de esa forma callar a la pedante que se cernía frente a ella: Puta. - No hay necesidad de preocuparse, el estado actual de aquel librero no da tan mala impresión como dije, sólo estaba exagerando. - Reputa. - Y no, los medicamentos no son necesarios. Gracias por la oferta igualmente pero lo mío es el cianuro. Sólo necesito cianuro. - Finalizó. Para cuando el tipo de las pizzas entró a escena ella ya estaba demasiado sumida en su pensar como para prestarle la atención necesaria al mismo.

La imagen de la cámara se transformó en un gran plano negro, y la propia retransmisión de vez en vez dejaba notar interferencias en la señal de la misma. Sólo el sonido era lo que atravesaba aquella barrera de desinformación y permitía dar una idea de lo que sucedía allí. Lo primero en darse a distinguir entre la confusión fue el sonido de los pasos agolpados, que fue seguido por aquel que produce un arma al perforar la carne. El susurrar de unas palabras, indistinguibles para terceros, cruzó el ambiente. Sólo los involucrados en la misma podrían confirmar el verdadero significado de estas mientras que el resto sólo podría suponer.
Nuevamente hubo palabras, cuyo tono ahora era distinguible para el público en general. Pequeñas conversaciones se formaron y se desvanecieron tan rápido como la volubilidad del causante, mientras que las amenazas iban y venían, algunas vanas y otras no tanto. No hubo un momento en el que reinara el silencio, y sólo la expectación de qué pasaría a continuación reinaría para los involucrados.
Hubo un disparo, cuyo tronar cortó el aire y fue acompañada por el crujir de la madera al partirse y de los vidrios al romperse, que servían como telón de fondo para la magistral orquesta del estrago que a continuación habría en el lugar. Cual Vivaldi con la batuta, un estruendo se hizo notorio. Una explosión sirvió como marco para aquello que allí se desataría y serviría como ejemplo para la escala de volúmenes que en segundos se llevaría a cabo;

Las acciones del Kaguya irritaron a la peliblanca, quien se había obsesionado con conseguir una excusa para que ambos pudieran desatar sobre el otro el odio que se tenían. No sólo que intentar empalar a quien tiene la labor de asistirte en tu eterna estupidez no es algo ético, pues al fin y al cabo la ética no era el fuerte de Shannaolette, sino que aquella acción haría que se vieran como dos personas que responden a sus emociones sin antes cuestionarse qué está bien y qué no; Ella no era así, y no quería que la gente pensara sobre ella de tal forma. Justificar sus acciones con una razón les daría a ambos la oportunidad de defenderse si se les acusaba de algo, excusándose con cualquier motivo rebuscado que aflorara por sus cabezas. Era una práctica común y que muchos realizaban, sólo se necesitaba de un cuarto de neuronas funcionales para llevar a cabo tal tarea y el desgraciado que estaba bajo el estandarte de la aldea no podía ni pensar en esos pequeños detalles.
.- No puedo tirarle los dientes a quien ha empalado a esta tipa, si ya hasta te tengo simpatía. - Aventuró una vez dio cese a su búsqueda por una excusa que justificara lo que iba a suceder. El sonido en seco del cuerpo de la pelinegra al caer y su posterior puesta en pie fueron un interludio previo a sus palabras. - Es broma, muere. - Proveniente de la última falange del índice, un disparo salió del mismo, cuyo alcance, rango y poder destructivo era muchas veces mayor a la técnica básica que distinguía a los usuarios de esta.
Cubriendo un angulo de 90 grados desde la posición de la peliblanca, y estando en el centro de ese rango Sesshomaru, dicho jutsu destrozó aquello que se encontrara a su paso, y de esta forma el escritorio, las ventanas y lo que se encontrara en medio de estos pasaron a ser sombras para lo que alguna vez fueron hechos. La peliblanca había aprendido, muchas veces a las malas, que subestimar a tu oponente traía sus consecuencias, así que segundos antes de haber realizado la técnica mencionada los dedos restantes de su diestra dejaron escapar un kunai cuya etiqueta explosiva daba a entender el plan de la misma.
Una vez Ashara había alejado al peliblanco de su posición, esta había aprovechado su suerte y dispersó aceite por el suelo, con el suficiente cuidado de que este se escabullera por debajo del escritorio hasta acercarse peligrosamente a la posición del Tsuchikage. Con ayuda del agua, pudo desparramar la misma a mayor velocidad y gracias a las propiedades de ambos líquidos el aceite, por su consistencia más liviana, se mantenía arriba para propiciar una buena base en la cual poder propagar el fuego. De todos modos quiso asegurarse de que su plan funcionaría, así que también agregó un pequeño porcentaje de aceite a las balas que salían de su dedo, cuestión de que si una de ellas hacía contacto con el Tsuchikage habría altas probabilidades de que este se incendiara, generando una posible apertura que ella gustaría de usar a su favor.
Una vez el kunai explotó dispersó con la onda expansiva de la misma el cuerpo de la peliblanca, que se había diluido en agua. La misma onda expansiva había roto varias de las ventanas, y las que no, se habían astillado de forma que ninguna de estas quedó sana. El fuego fácilmente se propagó por la habitación, consumiendo aquello que encontrara a su paso y transformando todo a cenizas. El cuerpo de Shannaolette se solidificó en una de las esquinas, mientras que veía con una sonrisa de placer las consecuencias de sus actos.


Jutsus.:
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptySáb Feb 14, 2015 11:50 pm

El fuego ardía sin control, transformando en cenizas todo aquello que se posaba cercano a su grandeza u osaba encontrarse en su camino, más tales declaraciones exceden la barrera del tiempo por lo cual que dando un paso hacia atrás, retornamos al momento en el cual el Tsuchikage es atacado por su “aldeana” en lo que aparentaba ser un acto completamente rebelde y quizás completamente intencionado, sus palabras y el lenguaje corporal que había mantenido antes daban a entender en sobremanera que aquella era una Kunoichi de cuidado tanto en el ámbito “real” como en el ámbito “alterno” términos que conocía a cabalidad el Kaguya más cuya explicación carecía de sentido pues era más una percepción personal que otra cosa, aunque el valor de tal instinto no restaba en lo absoluto su deseo de preparación y su aire de supervivencia. El mismo se había recubierto de huesos previamente pues pensaba que un ataque sería enviado en su contra, no era sensor más podía predecir tal cosa pues algo en lo cual se hallaba versado era en el arte de la guerra y todo le indicaba tal desenlace, sin embargo, la naturaleza del ataque le sorprendió incluso a el por lo cual reacciono de manera distinta a la que cualquier persona hubiese aspirado, primero que nada se sustituyo movilizándose junto a una de las ventanas, en especial, a la primera que se había destruido con el fuego, su llegada fue precedida solo por el estallido evitando que saliera dañado por el acto mismo, una vez en tal posición, con la mitad de su cuerpo fuera del despacho un sello fue realizado con rapidez, más que para crear un jutsu, se trataba de un movimiento para “activarlo”. En cuestión de instantes todos los papeles, quemados o no, cada libro, hoja, pergamino o pedazo de escritura, incluso las pinturas marcadas emanaron chakra y crearon una explosión suprema donde toda la integridad de los últimos dos pisos de la estructura fueron convertidos en llama viva.

Mientras el sello era realizado por el Kage de la aldea, unas palabras se libraron de sus labios. –Si sobrevives, habrá paz entre nosotros y me harás de buscar en la entrada para hacer uso de tus habilidades- Tras cometer las acciones, la figura del Tsuchikage se incrusto de manera literal en el suelo debajo de la edificación, su cuerpo ahora pesaba alrededor de 40 toneladas, peso ideal para “escapar” del estallido de su propia técnica. Le tomo un instante recuperar su peso “normal” y movilizarse a gran velocidad hacia la entrada de la aldea, de ser cierto lo que había leído y lo que consideraba de lo que hubo visto y sentido, la mujer probablemente estaría esperándolo allí o en el “peor” de los casos, llegaría junto a su persona o instantes más tarde. Podría decirse que Kenshin cargaba con cierta fe en aquella odiosa ninja, había reconocido su talento, su fortaleza y su poder, el intento de asesinato tan “serio” aunque realmente no lo había sido, era tan solo una prueba final para conocer la realidad de la situación.

Jutsus:

Jutsu: Reemplazo de Cuerpo (変わり身の術, Kawarimi no Jutsu) el usuario es capaz de cambiar de lugar o sitio con otro objeto como: una planta (generalmente un tronco), un animal o incluso un ser vivo a su alcance; para poder esquivar el ataque y lograr al mismo tiempo confundir al rival, haciéndole creer por un instante que no ha fallado, y así atacarle por la espalda o huir. El jutsu es activado cuando el usuario recibe un golpe, el cual es envuelto en una pantalla de humo dejando atrás el reemplazo. Sólo puede usarse si el ninja no está atrapado o inmovilizado porque si no no es capaz de llevarla a cabo. También se puede usar justo antes del combate (NO REQUIERE SELLOS).


Sellos Explosivos a Distancia (爆薬スタンプの距離 Bakuyaku Sutanpu no Kyori) permite al usuario detonar en lugar remoto una etiqueta de explosivos. Si hay más de uno, las explosiones se realizan en secuencia. Este jutsu se utiliza principalmente cuando el usuario está tendiendo una trampa y esta simplemente esperando que el ninja confiado llegue a la zona de la explosión ya sea para matarlo o herirlo gravemente. También hay una versión alternativa de esta técnica en la que el usuario les atribuye kunais a las explosiones.


Shikotsumyaku (尸骨脉; Literalmente significa "Pulso de huesos muertos")
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyLun Feb 16, 2015 9:53 pm

La vibración consecuente del acto del Tsuchikage se hizo sentir a varias millas del edificio donde el mismo administraba las legalidades del país que le tocaba dirigir, pero no era hasta que el sonido de aquella explosión llenaba los pequeños recovecos de la Roca que la gente se daba una idea de lo que en verdad había sucedido. La explosión causada por el mal perder del peliblanco consumió el propio despacho, destruyendo cada documento que este y su asistente pudieran haber guardado allí y, obviamente, haciendo desaparecer los libros que Sesshomaru había tirado.
Hubiera sido una muerte segura para Shannaolette, quien no contaba que su superior jerárquico contara con tal útil mecanismo de defensa. Más allá de la actitud infantil que lo había impulsado a utilizar el mismo, reconoció que era alguien preparado para el cargo que ostentaba, mas el orgullo de la albina le impedía decir aquella declaración en voz alta. Sin embargo, momentos previos a la primer explosión, aquella causada por el orgullo herido y la prepotencia de Shannaolette, ella había convertido su cuerpo en agua para que su propio ataque no la afectara, por lo que la mujer que segundos más tarde aparecería no era más que un clon hecho para el despiste de su rival. Tras producirse las explosiones y reducir a la copia creada al elemento con el cual originalmente fue hecho, utilizó el agua dispersada para apaciguar las llamas que la rodeaban y poder salir del lugar, sin embargo no hizo un intento por apaciguar de forma completa las llamas.

Su cuerpo yacía recostado sobre el tejado de uno de los edificios circundantes al despacho. La larga sonrisa con la que había desafiado a Sesshomaru había desaparecido de sus labios, y aunque sus orbes purpuras capturaban aquel momento mágico que sucedía delante de su ser, el edificio del mandamás siendo consumido por el caluroso abrazo de las llamas, el humo ahogando a los más cercanos al despacho y las multitudes agolpándose frente a aquel lugar por la vanidad de intentar averiguar qué sucedía eran hechos que la peliblanca hubiera disfrutado ver, sin embargo su mente divagaba sobre la repercusiones que la actuación del peliblanco podía tener.
.- No me gusta que me roben el protagonismo. - Con un deje de preocupación perceptible en el tono de su voz, Shannaolette no quería estar a la sombra del Tsuchikage, y superar lo que el mismo había hecho se le presentaba como un reto al cual no pensaba dar la espalda. Una risa se le escapó, y a la misma le siguieron más de la misma índole, dejando atrás la ofuscación inicial de esta manera; Las risas de jolgorio de la misma se hacían notar entre parte de la multitud allegada a su posición. Sus miradas delataban aquello que cruzaba por sus mentes, sin embargo el pensar de estos no llegaba a generarle el interés necesario a la peliblanca, principalmente por la condición intrínseca de plebeyos que los mismos tenían a ojos de Shannaolette. Sus dedos se cerraron sobre un montículo de nieve a su diestra, y tras apresar entre sus falanges aquella precipitación de diminutos cristales, llevó su mano hasta su boca y tragó la nieve mencionada para intentar calmarse un poco. Inhaló y exhaló, inhaló y exhaló, inhaló y exhaló, pero respirar profundamente no la ayudó en lo más mínimo cuando la primer lágrima recorrió su mejilla. Segundos más tarde hubo otra, y lo que en un inicio había empezado como una carcajada ahora era un llanto desconsolado... Oktavia hubiera sabido qué hacer, pensó.
Pasó el reverso de su mano por su rostro para secar las lágrimas, mismas que seguían cayendo, y recobrando el orgullo perdido se incorporo y se puso de pie para dirigirse a la entrada, sin importarle la impresión que su delineador deslizándose por su rostro le daría al idiota ese.

Ahora había un motivo más por el cual atravesaría a Sesshomaru y con sus propias manos le arrancaría de su cuerpo su espina dorsal. Nadie hacía llorar a Shannaolette. Nadie.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyLun Mar 02, 2015 2:50 pm

El sol moría a cada paso que daba hacia el hospital, oculto entre esas nubes densas que sabía sólo traerían más nieve consigo. El invierno en las montañas era duro, rústico y salvaje, el mismo que dejaba al descubierto una naturaleza humana demasiado parecida a la de los animales de carroña, atacándose entre sí sólo para conseguir el pedazo más grande de carne muerta.

Sumida en mis propios problemas no me di cuenta de la conmoción que se estaba dando lugar en torno a la aldea, por lo menos no hasta que vi por el rabillo del ojo la columna de humo y fuego que se daba lugar donde se supone estarían las oficinas del Tsuchikage. *Mierda...* fue lo primero que paso por mi mente antes de encaminarme hacia allí como una exhalación. Al llegar, el panorama no fue más alentador. ¿Cómo es posible que esto haya podido pasar en menos de media hora? La respuesta era hilarante si tomaba en cuenta quienes habían sido los responsables... De hecho, me sorprendía que hubiesen tardado tanto.

Me acerqué a la primera persona que divisé cerca de la escena, quien miraba los destrozos con cierta fascinación y horror. Había algo de satisfacción morbosa en el hecho de creer a tu líder ardiendo en llamas y consumiéndose hasta las cenizas, sé, de primera mano, que más de uno lo desea en lo más hondo de su ser, pero no se atreven a siquiera expresarlo por el temor de ser ejecutados. Pregunté que demonios había pasado allí, pero nadie supo contestar con certeza, ni mucho menos afirmar si había heridos o no. La gente sólo se quedaba ahí, mirando absortos las llamas que lo consumían todo, como estúpidos frente a algún televisor transmitiendo el último programa de moda. Toda la situación era absurda y por ratos desesperante.

Solté un larguísimo suspiro e hice unos sellos, el agua salió disparada de mi boca, sofocando así el fuego y terminando de una vez y por todas con el macabro espectáculo. Las masas se fueron disipando al ver que nada había pasado a mayores y que al parecer no hubo heridos de ninguna clase, esto si no contamos con que los dos pisos superiores estaban muy dañados, por no decir completamente inservibles. Ni un sólo documento de los que allí había vio la salvación. Por suerte para todos, existían copias de los mismos en mi oficina, la cual estaba en el tercer piso de la edificación.

Entré en el lugar por las aberturas que había dejado lo que parecía haber sido una explosión. Una carcajada escapó de mí sin que pudiera detenerla, pero la sofoqué al instante. Era ya suficiente espectáculo el deplorable estado del despacho como para sumar "locura" a la ecuación. Algunas brasas aun sobrevivían, pero pronto dieron su ultimo aliento, ascendiendo en un ínfimo hilillo de humo, que se perdió en las nubes grises del cielo. Pronto volvería a nevar, sin embargo ahora solo colgaba sobre nosotros la niebla que antecede a la tormenta, desdibujando todo como si de alguna realidad alterna se tratase.

Di unos pasos por el sitio y volví a suspirar. Los del consejo no tardarían en llegar, dado que las noticias se esparcían como pólvora encendida. No tardé mucho en esperar, en menos de cinco minutos estaban allí los 7 ancianos que decidían el destino de los líderes de la aldea, atravesando la sorprendentemente intacta puerta doble de madera. El vocero de los siete tomó la palabra.

—Ashara, te hemos colocado al lado del Tsuchikage para que le controlaras—. Asentí con vigor, un tanto muda por los nervios, pues sinceramente esperaba lo peor.— Sabemos que el temperamento de Sesshomaru está fuera de tu alcance, pero esperábamos que lo mantuvieras cuerdo—. Hice amago de hablar para defenderme, pero alzó su mano hacia mí en señal de que guardara silencio, apreté mis puños hasta que mis nudillos se pusieron blancos y un dolor que muy bien conocía recorría mi cuerpo.— No te preocupes niña, entendemos que no es tu culpa, fue la nuestra por no darte el suficiente poder. Desde ahora seras Tsuchikage junto con él y entre ambos deberán dirigir esta aldea con mano de hierro y con el poderío y los bríos que este pueblo se merece para alcanzar la gloria. Confiamos en ti, muchacha—. Y así como llegaron se fueron, dejándome tan de piedra y con la boca tan abierta que me sorprendió que no se me desencajara la mandíbula en el acto.

Tsuchikage... ¿Quien lo diría?

Abandoné aquella desolada estancia y me fui a mi oficina en el tercer piso. Todo el trayecto lo hice en una especie de shock, mientras recibía felicitaciones de compañeros a los cuales a penas conocía, así como palmadas en el hombro de quienes llegaba a cruzarme en el camino. En serio que las noticias volaban. Me senté en mi escritorio y dejé salir el aire que llevaba retenido en mis pulmones desde que me habían soltado aquella noticia como un balde de agua fría. Todavía en estos instantes no me lo creía del todo. Había tanto que hacer, tanto que reconstruir. ¡Dios!

Pero primero lo primero. Debía hacer venir a los responsables de tanto alboroto. Escribí rápidamente una nota en una hoja, la cual ponía lo siguiente:
“Querida, tu presencia aquí es plenamente requerida.
No quiero ser grosera, sé que te acabas de ir dejando
un lindo recuerdito en el edificio,
pero necesitamos hablar de asuntos importantes."
Llamé a uno de los ninjas que se ocupaba de la mensajería y le di el recado para que lo entregara en manos de Shannaolette. Me senté a esperar, leyendo unos expedientes que tenía encima del escritorio, el de ella incluido, y ordené que comenzaran la limpieza y reconstrucción de los pisos superiores. Sonreí para mis adentros y una mirada determinada se instaló en mis ojos. Ya era hora de que alguien pusiera orden a aquel caos.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyDom Mar 08, 2015 8:49 am

Sus dedos se enroscaron en torno a la manija, y cuando hizo girar a la misma hacia uno de los lados el agua empezó a correr. Las paredes lentamente se humedecieron, y pequeñas gotas resbalaban de los azulejos, mismas cuyo número ascendía en dependencia del tiempo transcurrido.
Pudo ver su rostro dibujado en el espejo, y la impresión que se llevó de sí misma quedaría guardada en los profundos recovecos de su mente. Aquello le había parecido surreal, y era una imagen que había creído nunca volvería a ver; Otra lágrima ardió en sus ojos de forma consecuente, y al poco de nacer el delineador que la albina usaba tiñó a la misma. Una larga línea negra recorrió una de sus mejillas, llegando a su cénit en la comisura de los labios de la peliblanca.
.- Maldito Sesshomaru. – Un bisbiseo dicho al aire, palabras efímeras cuyo destino final era el desasosiego. Ha convocado al crepúsculo con su garganta en innumerables ocasiones, mas por vez primera el vasto vocabulario castellano no podía fungir como herramienta para expresar sus emociones. Eufemismos y epítetos quedaban relegados a un segundo plano cuando la única forma de aliviar ese batiburrillo de sentimientos atrapados en su interior era mediante algo más liminal. Una descarga de violencia contenida se hizo presente, y el crujir del vidrio dio cuenta de ello. Varias astillas salieron disparadas y un ligero rastro de sangre se abrió paso entre los dedos de Shannaolette. Cerró el puño de la mano restante, lista para repetir la acción. El dolor ahora no significaba nada para la peliblanca, quien deseaba consumirse a sí misma en un estado de descontrol emocional. Hubo un segundo golpe, y la sangre ahora manaba de sus falanges. Pedazos más grandes del cristal ahora recorrían su camino al suelo, generando ligeros efluvios de astillas al impactar.

Cuando introdujo uno de sus pies en la bañera pudo ver la reacción que producía el contacto frío/caliente; Sintió cómo las burbujas se deslizaban a través de su pierna hasta llegar a la superficie y cómo el vapor generado empañaba los trozos de vidrio desperdigados por el suelo. Una vez sumergida pudo sentir el ligero cosquilleo que las burbujas le producían al escalar por sus caderas. Sus músculos se distendieron y sus brazos se enardecieron al contacto del agua caliente, tenues tonos carmines se produjeron en torno a las manos de la albina consecuencia de los cortes previos. Su largo cabello se enredaba entre sus caderas, finas hebras plateadas se dejaban arrastrar por el agua al barítono que esta marcaba y durante varios segundos Shannaolette logró una calma inusitada, misma que le permitió mantener su mente en blanco. Volvía a estar en plena facultad mental, y expresar sus sentimientos con la elocuencia que gustaba de mantener volvía a serle tan sencillo como siempre. Una larga sonrisa surcó su rostro, mas la razón de la misma era un tema de otra calaña.

.- Allá voy. – Dijo la peliblanca a pleno pulmón. La frustración era perceptible en su tono de voz; Volvieron a tocar el timbre. – Ya voy dije. – Luego, tras dejar pasar unos segundos, agregó: - Si vuelven a tocar el timbre me voy a encargar de cortarles los huevos a ras del trasero. – Un largo toallón envolvía la desnudez de la albina, quien a cada paso que daba deja tras de sí marcas de agua. Una vez abrió la puerta contempló a un ninja cuya perplejidad se hizo notoria al atisbar la condición en que una mujer de la talla de Shannaolette se le presentaba. Macedonias de fantasías surcaron su cerebro quien, incapaz de esconder su expresión, fue como una hoja en blanco para la peliblanca. Acostumbrada, esta añadió: - ¿Eres virgen? – Dicha incógnita molestó al mencionado, quien antes de poder defender su ominosa virilidad –aquel estándar de la masculinidad que nadie debía osar poner en cuestión- la peliblanca lo interrumpió. – ¿Puedes decirme qué quieres?
.- Yo a ti te reconozco… - Añadió el joven, quien en sus ojos podía verse la semilla de la duda. Instantes más tarde el sonido del metal siendo desenfundado decoró el tiempo. Con su diestra alrededor del mango, dicho shinobi retiró su sable de su respectiva funda y la hoja de la misma rozó la garganta de la albina. – Tú atacaste a mi hermana la semana pasada y robaste su mercancía. – Sentenció.
.- ¿Atacar? ¿Robar? – Entre risas atestadas de júbilo, el descaro de la albina puso dubitativo al pelinegro. Un rápido movimiento del metal contra la carne, espasmos consecuentes eran esperados por aquel shinobi que con ansias buscaba ver sangre correr, mas el único líquido proveniente de aquella acción fue agua. Desconcertado ante la respuesta a su acción, el mismo movió su arma perpendicular y horizontalmente, generando montones de ataques cuya finalidad fue obstruida por las capacidades de Shannaolette. El agua, dispersa en el lugar, grabó en las retinas del mitómano un terror sólo perceptible por quien es consciente de su incapacidad para cambiar el destino venidero. – Ser, ¿cómo se atreve usted a cuestionar mi accionar? Me veo en el deber de defender mi inocencia; Puestos en ello, su afirmación es una vil falacia que no me veo en la obligación de tolerar. Su hermana ofrecía vastas ofertas, mismas que en ese día se incluía dos almohadas por el módico precio de una. – La albina golpeó la mejilla de éste con un guante. Tras dicha acción, prosiguió. – ¡Mi orgullo y honor correspondientes no tolerarán esta ofensa! Oh, señor, usted se ha visto en un embrollo cuya colosal magnitud ha de desconocer. En breves procederé a poner a un individuo de su calaña en su lugar. – Tras posicionar su mano, extendió el índice en dirección a los genitales de aquel individuo. – A menos que entre sus filias se vea inscripto recibir un disparo en las partes nobles, retire tamaña acusación.
.- ¡Pero si usted no sólo robó todas las almohadas en stock, sino que golpeó a mi hermana hasta dejarla inconsciente con la excusa de que el vestido era azul y negro! – Respondió el joven, la ira se agolpaba en su garganta. Un segundo después él se encontraba tendido en el suelo, sus manos en la entrepierna intentando contener el fluido carmín que salía de allí. Un grito de dolor fue emitido, única respuesta posible que el individuo podía dar. Shannaolette acercó su rostro al del herido, y entonces, una vez fuera de su gimmick, susurró:
.- ¿A qué has venido? – Aquel shinobi sacó de su traje una nota, misma que yacía cubierta de sangre. Con mano temblorosa, acercó esta a la albina, quien en su rostro tenía una larga sonrisa impregnada.

Spoiler:

Una vez leyó el contenido, dejó que las ráfagas de aire reclamaran aquel trozo de papel. Una vez soltó la nota, agregó:
.- No era sólo por el vestido. Me desagradan las mujeres rubias que no son naturales… Digamos que es un tic nervioso que tengo de tirarle los molares a rubias con raíces negras. Qué se le va a hacer. – Hizo una pausa y después continuó. – Aparte, hace poco se confirmó que el vestido era azul y negro, yo tenía raz---. – Una vez se dio cuenta de que estaba por romper la cuarta barrera detuvo su frase en seco. Había reglas que incluso ella, la grandilocuencia encarnada, no se atrevía a romper, y esa era una de ellas… ¿Pero qué era la cuarta barrera? Preguntó para sus adentros, olvidando el concepto que acababa de introducir. Un dolor de cabeza la inundó, como si un timbrazo le diera un aviso, mas sin embargo segundos después su memoria volvía a fallar y la sensación recién descrita le era un concepto ajeno, uno que no recordaba haber sentido. Confundida, decidió seguir con el guión impuesto… ¿Pero qué guión?

Los rayos del sol llegan al despacho en línea recta a través de las ramas abiertas que circundan al edificio. La nieve agolpada en las hojas de la fauna vegetal de la aldea, pequeñas gotas deslizándose a través del tallo, la humedad dispersa en el ambiente, aquella era una época del año donde Shannaolette encontraba el culmen de su poder, y aquel incremento en sus habilidades potenciaba la jibarización de sus actitudes.
A medida que a pasos agigantados la peliblanca subía los escalones ligeras vibraciones podían llegar a sentirse. Entre la diversidad de palabras malsonantes que sus labios escupían sin almibaro alguno, había una incógnita que destacaba entre el resto de las demás: “¿Dónde está esa zorra?”. Sólo el rechinar de la puerta pudo fungir como preludio de lo que vendría a continuación.
.- A vox pópuli se dice que otro monarca requiere una dosis de humildad, ¿es eso cierto? – Sus palabras, recitadas sin los tapujos que ajenos a la situación usarían al hablar con alguien con los honores y títulos previos al nombre de la pelinegra, eran mentadas a medida que la albina se adentraba a la habitación. Su vista recorrió el despacho, y lejos de centrarse en la fría mirada acusadora que la nueva mandamás llevaría impregnada como estandarte, fijó la misma en uno de los muebles cercanos a la pared. – Lindo despacho, Ashara. – Comentó. – Aunque el de Sesshomaru era más lindo. – Una vez dadas otros tres pasos yació frente a uno de los libreros. Colocó una de sus manos entre el espacio que la diferencia de tamaños de dos de ellos generaban y tras un movimiento arrastró tras de sí la totalidad de aquel estante al suelo. Hubo estado su orgullo saciado, se vio digna de alzar la mirada hasta que sus iris cruzaron con los de su nueva superior jerárquica.
Estiró su siniestra y llevó dicha extremidad hasta uno de los bolsillos de su atuendo, mismo en el cual escarbó hasta encontrar lo que estaba buscando. Atrapado entre sus dedos había un cigarro, el cual tras dejar pasar unos segundos llevó hasta sus labios y aprisionó con sus dientes. La llama de un mechero encendió la susodicha droga; Sintió el tacto de unas garras en su hombro y el crascitar de un ave cerca de su oído, pero cuando volteó la mirada no fue capaz de divisar razón alguna de lo sucedido. Obviando el guiño, ella añadió, aún con el cigarro entre sus labios. – Felicitaciones por la paga, pero hasta donde sé el ostracismo no está amparado por la ley. Tendrás que esforzarte más si deseas que me vaya de esta aldea. – Al finalizar, dio la primer pitada. Dejó escapar un ligero tosido, mas cuando el humo invadió sus pulmones completamente supo que lo realizado no había ido acorde a lo esperado. Sumergida en la tos, este estremecimiento sacudió cuerpo y alma de la albina, quien no tenía tal trágica expectativa sobre una acción que la gente realiza con tanta regularidad. Ahogada en el humo del tabaco, pasaron largos segundos cuando sus pulmones recobraron parte del brío que momentos previos tuvieron. - ¿Qué… - Volvió a toser. - ¿Qué harás al res-respecto ahora que eres ama y se-se-señora de esta sagrada ca-casa? – La desafió, e intentó recobrar la compostura.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyLun Mar 09, 2015 3:16 pm

Ser líder de una aldea implicaba muchas cosas. La responsabilidad que recae en tus hombros es tal, que si no sabes como manejar situaciones absurdas, puede que pierdas los estribos con facilidad... y vaya que había gente dedicada exclusivamente a hacerte perder las riendas. Por suerte para todos, mi paciencia era casi infinita. Supongo que por alguna razón fui escogida para poner a cierto Tsuchikage bajo control... Entre otras cosas.

Ver a Shannaolette entrar en mi despacho con esas maneras tan rusticas y modales que darían mucho que desear a cualquier institutriz sólo me hicieron alzar una ceja. Su actitud era la misma que con Kenshin, pero al parecer se había olvidado de un pequeñísimo detalle... Yo no era Kenshin. Los libros cayeron con estruendo al suelo, todo el contenido de los libreros tirado de un manotazo bastante intencionado. La ironía no abandonaba mi rostro mientras apoyaba los codos en el escritorio y cruzaba mis dedos por debajo de mi barbilla, disfrutando del espectáculo. Palabras con intenciones de ser ofensivas salieron de su boca a borbotones, para luego sólo ahogarse con el propio cigarro que había sacado para fumar, lo que me hacia preguntarme si ella sólo fumaba para parecer cool o de verdad era tan torpe como para encender un cigarro sin siquiera saber como hacer uso de él.

Me reí para mis adentros y lo hice con ganas, tanto así que no pude evitar el asomo de una media sonrisa en mis labios. Ella por fin hizo la pregunta a la que seguramente todos querían tener respuesta: ¿Qué haría yo con ella ahora que era Tsuchicage? La respuesta a eso era muy simple: Nada. Aclaré mi garganta y expresé mis opiniones en voz alta.

—Linda, sé que estas acostumbrada al ShowBiz, pero conmigo eso no va. Yo no estoy aquí para perder el tiempo y tu tampoco. Tu fetiche con los libreros y su contenido me inmuta mucho menos que una mosca revoloteando a mi alrededor, así que si podemos obviar esa clase de artimañas para llamar la atención cada vez que vengas aquí, estaría excelente —la miré directo a los ojos para que quedara claro que eso no volvería a ser tolerado, no porque me molestara, sino porque era una pérdida de mi tiempo, el cual había pasado a tener estatus “valioso" desde que me habían nombrado como sombra de la Roca—. Respondiendo a tu pregunta, no planeo castigarte por desafiar a Sesshomaru, el sacaría de sus cabales hasta a los más entrenados monjes Shaolin, y eso es mucho decir.

Me puse en pie y camine por la estancia, deteniéndome un momento para admirar una pintura que colgaba en el muro derecho del despacho. El elogio proveniente de Shannaolette con respecto a mi oficina fue bien recibido. De hecho, amaba mi despacho, era sencillo y poco ostententoso, como se supone debería ser el lugar desde donde se toman laa decisiones más importantes de una nación. Tras unos segundos de silencio, volví a tomar la palabra, girando mi cuerpo de modo que quedara frente a ella.

—Tengo muy claro que tu no eres la kunoichi común y sin clase que quieres aparentar ser, de hecho, me sorprende que no hayas llegado más lejos dadas tus habilidades. Esto me hace sospechar y me hace preguntarme que diablos haces tu aquí. No me malentiendas, no quiero echar por los suelos a mi aldea, pero tanto tu como yo sabemos que este no es tu lugar —tomé una respiración profunda y continué —. Voy a ser muy clara y franca contigo, no me agradas y yo no te agrado. Pienso que eres una perra y tu también lo piensas de mi, lo puedo notar. Sin embargo, y para desgracia de ambas, nos necesitamos si queremos llegar a algo en este mundo.

Volví a mi escritorio y abrí el cajón superior, donde guardaba las misiones más importantes de la aldea. El folder ponía una “S" bastante visible, para que no quedaran dudas de la magnitud de la encomienda. Se lo arrojé, aterrizando este en su regazo con un sonido sordo de hojas de papel al chocar unas con otras.

—Eso es lo que quiero que hagas, está en ti si aceptar o no y para ser honestas, me importa muy poco si decides no hacer lo que te mando. Ya hemos aclarado el punto de que nos detestamos mutuamente, pero ya que se trata de algo para el beneficio de la aldea no veo por qué no podamos cooperar —hice unos sellos y dos clones aparecieron a ambos lados de mí, me dirigí a ellos con una señal de cabeza, pues ya sabían lo que tenían que hacer. Volví mi vista al frente y levanté una ceja—. ¿Y bien? No tengo todo el día querida y, por lo visto, tu tampoco, así que salgamos de esto ya.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyVie Mar 13, 2015 11:39 pm

La albina asentía a todo, fingiendo una atención inexistente que se dejaba entrever en la parsimonia con la que veía a la nueva mandamás. Perceptible en la profundidad de sus iris, la voluble mente de Shannaolette se encontraba adentrándose en la profundidad de las tierras de Ooo, recorriendo los lóbregos pasillos de Lordran o comprendiendo los complejos planes políticos de Poniente; Cualquier lugar menos allí, básicamente, buscando un escape del agobio que la eterna cháchara de la pelinegra le resultaba ser. Entre el batiburrillo de ideas expuestas por Ashara, ella sólo rescataba vagos conceptos que su mente más tarde hilaba según deducciones basadas en la imagen mental que la peliblanca tenía sobre su superior. Así, palabras como “perder el tiempo”, “Sesshomaru” y “kunoichi común” resultaron ser un acto de prepotencia a un nivel que podía esperarse de un político que ostentaba el cargo que ella presumía tener.
.- ¿Sabes, Ash… - Mas sus palabras se vieron forzadas a una pausa; Aún podía sentir el gusto del tabaco entre sus mandíbulas. Pasó la lengua por entre sus dientes con la intención de sacar cualquier pedazo de la droga restante, sin embargo se dio cuenta de que aquello sólo era el sabor del humo aun impregnado en sus papilas gustativas. Una molestia se sentía entre sus molares, y cuando su meñique escarbó entre sus dientes retiró el filtro de un cigarro. Atrapado entre sus dedos, la albina contempló aquel pedazo del cigarro, imaginando cómo aquello pudo terminar ahí. Sin respuesta lógica entre los límites de su consciencia, cuando su mente paró de divagar en busca de una razón ella comprendió que Ashara había terminado de hablar.
Delante de ella yacía suspendida una misión cuyo rango era el súmmum de lo que un ninja podía esperar. Una misión rango S, un calibre al que pocos podían acceder y ahora ese club le abría las puertas; A decir verdad, ella no quería hacer la misión. No necesitaba demostrar su aptitudes, pero rechazar esa oferta podría llevar a la confusión de la parsimonia con la cobardía, así que aceptó la encomienda. Una sonrisa se desplegó sobre su rostro cuando leyó el contenido de la carta… ¿Quién decía que Shannaolette no era una mujer de negocios también?
.- ¿Algo más que debas decirme antes de partir? – Inquirió, mientras el sonido de la silla al arrastrarse decoraba el tiempo y ella flexionaba sus rodillas para ponerse de pie. – Sé breve si no es mucho pedir.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyJue Mar 19, 2015 11:22 am

Los asuntos de estado, por alguna razón u otra, siempre terminaban en una especie de medición de voluntades, sea uno consciente de ello o no. Shannaolette no prestaba la más mínima atención a lo que decía sobre ella, por el contrario, parecía muy sumida en sus pensamientos. Quizás devanándose los sesos buscando la manera apropiada de acabar conmigo o, y de esto estaba muy segura, lamiéndose las heridas internamente por la humillación que le hizo sufrir Kenshin. Sean cuales fueren los motivos que la tenían abstraída, los mismos vieron su fin cuando el folder con la misión aterrizó en sus piernas y segundos después le echó una hojeada a lo que tenía que hacer.

Siendo completamente honestos, esperaba que se negara. Después de todo, y viendo en realidad como era ella y como se comportaba, no tenia ninguna obligación de cumplir lo que le mandaba, aunque ahora yo fuera la líder de esta aldea. Algo en ella no estaba bien y no había que ser psicólogo para llegar a esa conclusión. Le vi la intención de replicar, pero algo frenó sus palabras en el ultimo segundo, luego –y como si de nada se tratase– me pidió que me diera prisa y que terminara de decir lo que tenía que decir. Había aceptado la misión y no encontró otra forma de hacerlo saber que siendo ella misma, así tan rara como era. Esto me hizo sonreír abiertamente, aun y cuando trataba de mantener mi expresión lo más neutra posible en toda ocasión. Mirándola a los ojos directamente, abrí el cajón inferior del escritorio y saqué tres frascos pequeños que enseguida extendí hacia ella. Por el brillo momentáneo en sus ojos, pude ver que sabía exactamente lo que le estaba dando.

Antes de ser maestra en la académica y de venir a trabajar en el despacho junto a Sesshomaru, yo era conocida en la aldea por la efectividad de mis venenos. Ninguna misión en la que hube participado fracasó en ningún sentido, esto solo gracias a lo buena que era en lo que hacia y, porqué no decirlo, me sentía orgullosa de eso. Cada uno de “mis hijos" era una obra de arte letal, que cualquiera mataría por tener... Y yo se los estaba dando de a gratis, cosa que espero apreciara.

Los frascos se veían sencillos a simple vista, no tenían nada en especial, salvo los colores conque se identificaban. Había trabajado en ellos un tiempo atrás, esperando la oportunidad perfecta para usarlos. En mis ratos libres, cuando no estaba retozando con Kenshin en la cama y otros lugares, solía ir a mi departamento y adentrarme en la habitación que me servía de laboratorio. No era tan bueno como el del hospital, pero aquí tenía más libertad para experimentar sin que surgieran preguntas incómodas, o que algún que otro curioso se pusiera a merodear o interrumpir mi trabajo.

Pasé horas desarrollando las drogas que hoy le proporcionaba a Shannaolette para el cumplimiento de su misión. Horas mezclando compuestos y afinando detalles para que estos fueran tan funcionales como esperaba. El del frasco púrpura era mi favorito: esencia de amapola, flores de lavanda destiladas con alcohol y raíz de valeriana mezclados con un poco de cloroformo. ¿El resultado? Un potente sedante capaz de dormir un pueblo entero si se usaba adecuadamente. Era altamente concentrado, donde unas gotas eran suficientes para dejar fuera de combate a alguien por varios días. El frasco azul contenía una droga experimental, la cual aun no había sido probada en humanos, pero en las ratas surtía un efecto de lo más interesante: provocaba parálisis casi total del cuerpo, dejando sólo la cabeza sin ser afectada. Era ideal para cuando se necesitaba sacar información a alguien sin tener que torturarlo. Lo mejor de esto es que en un principio sólo limita los movimientos, haciendo a la víctima más lenta y torpe y no se da cuenta de que ha sido envenenado hasta que es demasiado tarde y no puede moverse en absoluto. Mientras más se tarde la víctima en tomar el antídoto más se agravará la parálisis, al punto de que los músculos se van comprimiendo, de modo que poco a poco el tejido va muriendo y se van inutilizando. El dolor que causa es tremendo y eventualmente, si no se trata, puede desembocar en una muerte segura. Por último, el frasco blanco contenía el antídoto. Se lo daba porque sabia que en mis planes no me convenía cargar con ningún muerto, o por lo menos por el momento.

Hice un gesto con la cabeza, señalando los envases y me recliné en el sillón.

—Anda, tómalos, no muerden —hice la burla con el expreso sentido de irritarla—. El púrpura es un sedante, con algunas gotas será suficiente para lo que tienes que hacer. El azul es un paralizante y el blanco el antídoto. Usalos sólo si es estrictamente necesario, igual con unas gotas bastará —tomé un respiro y casi se me escapa un bostezo. Necesitaba dormir con urgencia—. Como podrás notar son líquidos, pero que esto no te engañe. Están diseñados para evaporarse al contacto con la piel. Puedes mezclarlos con el agua en tus ataques, de modo que tu oponente nunca se de cuenta de lo que le pasa hasta que sea demasiado tarde. Con ambos existe la posibilidad de una doble exposición, ya sea por la piel o por las vías respiratorias. Lamentablemente no pude desprender al sedante del olor de la lavanda, por lo que cuando se evapora, la esencia se esparce como pólvora en llamas. El paralizante tiene un olor cítrico, pero es muy leve y casi siempre pasa desapercibido. Espero que les des buen uso... Puedes irte ya —y sin más la despaché con un ademán. La kunoichi tomó lo que le entregaba sumida en el más absoluto de los silencios. Si algo podía darme que pensar y dejarme, en cierto sentido, sorprendida sobre esta chica, era el nivel de ostracismo que podía presentar en los momentos menos adecuados. Quien sabría lo que podía estar pasando por su cabeza en esos instantes... Con movimientos lentos, salió de mi oficina cerrando la puerta tras de sí, encaminándose a lo que sería una misión decisiva para el porvenir de esta aldea.

Me recliné un poco más en el asiento y miré hacia afuera por el enorme ventanal que quedaba a mi lado izquierdo. Los copos de nieve revoloteaban en el aire, elaborando danzas ancestrales para el deleite de los mortales. *Es hora de contactar viejos conocidos*, y puesta en ello redacté rápidamente un comunicado el cual enviaría con un halcón minutos después, con destino que sólo el ave y yo sabríamos.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptySáb Abr 04, 2015 5:26 pm

Varios días habían pasado desde la ultima vez que Tatsuya había visto los rayos solares que brindaba el astro rey sobre los mortales, que en tiempos remotos, le adoraban como a un dios, por la ardua labor que realizaba a diario, de recorrer los cielos, y que hasta la fecha, no ha dejado de hacer.

Los vientos arremetian, furiosos, contra los edificios y las montañas ese dia de invierno en Iwagakure.

Tatsuya había despertado temprano esa mañana, sin necesidad de que alguno de los criados lo hiciese. Se encontraba en la mesa del comedor de la mansión Shiba. El desayuno estaba servido, en una fina vajilla de porcelana, que su familia había adquirido hace años; Sin embargo Tatsuya tan solo había jugado un poco con los huevos humeantes, con su tenedor de plata. El joven Shiba no tenia apetito esa mañana, solamente quería terminarse su café negro y salir de la mansión.

El reloj siguió su marcha, al igual que el sol, por el cielo. Marcando con cada movimiento el paso del tiempo.

Tatsuya haría algo ese día, algo que no había hecho nunca: Visitaría el despacho del Tsuchikage. El artista se preguntaba como seria el líder de la aldea mejor fortificada de el mundo shinobi. Protegida por barreras naturales, imponentes montañas, vientos violentos, y unas fuertes puertas principales que la hacían la mejor de las fortalezas. Firme, imponente, férrea, como la Roca.

El joven shiba salio al balcón de la mansión, que tenia una vista inigualable de la aldea, posicionandose en una posición elevada, sobre todas las demás vivendas, como debía ser. La mano derecha del artista se introdujo en una de sus riñoneras, en las que guardaba su preciada arcilla. La boca de su palma comenzo la labor, para la cual fue creada, y al finalizarla, una magnifica ave, de pequeño tamaño, era el resultado de esta. Tatsuya lanzo el ave por el balcon, para luego saltar el por el mismo. Su ave, atrapandolo con su lomo, le llevo hasta el destino que su amo deseaba.

Un edificio imponente se erguia sobre los demás, una verdadera edificación, de las que el padre de Tatsuya le había hablado cuando niño; Sin embargo, esta se encontraba dañanada, como si hubiese sido una víctima de fuego cruzado, por la batalla de dos gigantes. El artista, con gracia, bajo de su transporte, que se había posado en el suelo, para luego elevarse por los aires y desaparecer entre las nubes. El pelinegro, con paso firme, espalda erguida, y su característica mirada juiciosa, se interno en el edificio como si fuera propio, con la mayor seguridad del mundo. Tatsuya se vio en la recepción de tal edificio, caminando sin detenerse a observar a las miradas curiosas que se le enterraban en la piel como agujas. ¿Conocerian la identidad de Tatsuya? Probablemente fuese así, ya que era el heredero de la compañia minera mas importante del País de la Tierra.

Sus lujosos zapatos continuaron subiendo el edificio, por medio de escalones, hasta llegar a los limites concedidos para el publico: El tercer piso; El cual supondría que seria la oficina del Tsuchikage.

Finalmente el refinado shinobi se topo con una puerta de madera, muy fina, con un picaporte dorado, el cual giro con seguridad, denotando su altaneria.

El silencio que inundaba la oficina fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose, y la imagen de Tatsuya Shiba, quien se erguia imponente, como el edificio donde se encontraba. La figura de una mujer, de busto generoso, cabellos negros, y finas facciones era la única figura que se encontraba tras aquel escritorio. "Recuerda Tatsuya: El mentón en alto, la espalda firme, y un caminar seguro: Así se arrasan las fortalezas" Así como una vez Shiro Shiba le había dicho, lo estaba ejecutando el shinobi de la Roca, quien se adentro en el salón, para detenerse en seco al estar en el centro de este. -Buenos días Lady Tsuchikage. Mi nombre es Tatsuya Shiba, hijo de Shiro Shiba, a quien seguro conoce.- Una vez mas, el orgullo y la altaneria se fundía con las palabras de Tatsuya, de una forma casi involuntaria. La curiosidad de saber, que había pasado ahí, inundaba la mente del artista, pero no sabia, si era prudente preguntar, por lo menos, en ese momento.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyMiér Abr 22, 2015 12:58 am

Los días suelen ser sencillos cuando los pasas procrastinando tus funciones. Sin embargo, este día en particular parecía no tener fin. Habían pasado ya tantas cosas, que realmente no recuerdo cuando fue que salí de la cama por ultima vez. Miré el reloj que colgaba por encima de la puerta, sus agujas marcaban las 10 con 15 minutos de la mañana. Estaba agotada y ni siquiera era medio día. La nieve seguía cayendo, los cielos grises hacían eco de mi estado de ánimo. Por lo general amaba el invierno, era mi estación preferida, pero en estos instantes deseaba con furor la llegada de la primavera.

Estaba cabeceando en mi asiento, a punto de quedarme dormida, cuando todas las alarmas empezaron a sonar, dándome un sobresalto que casi hace que mi corazón se detenga. Busqué en el cajón de mi escritorio con rapidez el control remoto que encendía la pantalla plana donde se mostraban las imágenes que venían de las cámaras ubicadas en la entrada. En un principio no vi nada fuera de lo común, hasta que mi vista se posó en la imagen térmica de un individuo, el cual claramente no deseaba ser visto al salir. Era obvio que se trataba de un desertor. Pulsé el intercomunicador llamando a Kimiko, quien desde ahora sería mi asistente. No tardó mucho en llegar, lo cual agradecí.

—¿Llamó usted, Ashara-sama? —me iba a costar acostumbrarme a las formalidades, pero era un mal necesario.

—Sí, Kimiko. Las alarmas acaban de avisarme de alguien desertando de la aldea. Investiga si se han asignado misiones fuera de la aldea de las cuales yo no haya sido enterada, ya sea antes o después de tomar posesión como Tsuchikage. Si la respuesta es no, investiga quien osó traicionar la confianza de una comunidad tan unida como la nuestra —pasé una mano por mi cabello, la coleta estaba a medio camino de deshacerse. Seguro debía tener un aspecto muy desaliñado—. Kimiko, es prioritario saber la identidad del desertor para conocer si vale la pena ir tras él o no.

—Como usted ordene, mi señora.

Dicho esto, salió disparada de la habitación. 15 minutos después tenía mi respuesta. *Bastardo* fue lo único que pensé al estudiar el expediente que Kimiko había dejado sobre mi escritorio segundos antes. Aun permanecía estudiando los documentos cuando alguien me interrumpió al abrir la puerta de mi despacho sin tocar. Levanté la vista y me fijé en el individuo con una mirada de arriba a abajo, mi expresión indescifrable. El pelinegro se presentó como Tatsuya Shiba, hijo de Shiro Shiba. Repasé mentalmente los perfiles de los ninjas de la aldea hasta que di con el suyo. *Ah, el minero...*

Rodé los ojos en un gesto de exasperación. La familia Shiba era muy valiosa para la comunidad, sin embargo, la altanería de sus integrantes daba mucho que desear. Y para muestra un botón. Junté las manos por debajo de mi barbilla, apoyando los codos en el escritorio, y levanté una ceja.

—Sé muy bien quien eres, muchacho, no es necesario andar gritándolo a los 4 vientos. Ponte cómodo, ¿quieres agua, té, café, licor? —no podía evitar ser cordial, lo llevaba muy arraigado, pero me molestaba sobremanera el descaro de este tipo.

Cerré con cuidado el expediente y lo dejé reposando en el escritorio mientras sacaba una carpeta color crema de la gaveta inferior del mismo y la ponía encima de la anterior, abriéndola para examinar su contenido.

—Supongo que has venido a conocer a la persona que comparte silla con el mandamás y ver si es digna. Muchos lo han hecho ya antes de ti. Han sido amables, pero se nota que no confían en mi ni un poco, aun cuando quien mantenía cuerdo a su líder era yo, desde las sombras —hice una pausa y frote mis sienes con cansancio—. Escucha, el motivo por el que hayas venido no importa, lo que interesa es que ya estas aquí y puedo darle uso a tu presencia.

»Se acercan tiempos difíciles, donde la lealtad de los shinobis sera puesta a prueba. Justamente hoy me he dado cuenta de que nosotros no somos inmunes a estas conspiraciones cuyo objetivo es lacerar la paz que hasta el momento vivíamos y es algo que no podemos darnos el lujo de permitir. Es por esto que voy a mandarte en una misión rango A junto con Eloane, la chica del clan de las arañas. Ella ya tiene los detalles de lo que van a hacer, sin embargo, van a necesitar esta nueva información para entregarla al llegar a su destino.

Me puse de pie para alcanzarle el expediente con la información del desertor, Itzuna Ryu, el cual tenía fuertes sospechas de que se había unido a la causa del Hokage Corrupto, si es que se pueden hacer caso de los rumores que rondaban por ahí. Tras darle los documentos, me dirigí hacia una de las pinturas que colgaban en la pared derecha, examinando los trazos distraídamente. Me giré nuevamente para encararlo tras unos minutos en silencio.

—Es muy posible que a donde vayan se tomen a mal su presencia, pero su visita es necesaria para alertar a las demás aldeas y ganar aliados. De todas formas, nunca está de más tomar precauciones en caso de que no sean bien recibidos —y dicho esto, hice los sellos correspondientes. La técnica de sellado había sido instalada en la lengua del pelinegro. Un brillo efímero tomo lugar dentro de su boca, para luego desaparecer así como había llegado. Las marcas negras características del jutsu fueron disimuladas de modo que ni siquiera se notaran. Podía ver la expresión de estupefacción en su rostro, la mano cerca de su boca indicaba que era algo que no se esperaba—. Hay un refrán que dice que en boca cerrada no entran moscas. Yo lo modificaría diciendo “De bocas selladas es más difícil que salgan palabras por las que puedan matarte". Quizás ahora no lo entiendas, pero me lo agradecerás algún día.

Volví a mi escritorio, esta vez concentrada en los ojos del muchacho, viendo su alma a través de ellos.

—Encuéntrate con Eloane en la entrada y partan de inmediato. El camino es largo y el tiempo apremia. Cuento con ustedes —y fue así como lo despedí con un ademán.


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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyJue Abr 23, 2015 6:46 pm

La luz matutina me sentaba bien, más que eso, me sentaba de forma perfecta resaltando mis facciones y prestando un brillo particular a mi prolongada cabellera, mi andar era lento, tanto que una oruga sobre arena podría fácilmente perderse en mi horizonte, disfrutaba de cada paso, observaba atentamente cada detalle, me maravillaba con cada instante y sonreía, lo hacía de tal forma que era evidente que me había enterado de ciertos aires que susurraban batalla, sangre y guerra, sentía como que mi retorno a casa no podía ser en mejor ocasión. Durante semanas sino meses, había estado internado en lo que a mí personalmente me gustaba llamar, mi propia prisión personal, un lugar tan oscuro, tan sereno y tan maravilloso que me permitía deshacerme de todo lo dañino y retomar una nueva actitud hacia las cosas. Se trataba de un pozo tan profundo que fácilmente la más alta de las montañas se perdería en su inmensidad, la característica más definitiva de dicho espacio endemoniado, era la ausencia de chakra, se trataba de un punto donde mi chakra era sellado de forma constante, evitando que pudiera utilizarlo, en definitiva me hallaba a merced de mis captores aun cuando mi único captor era mi propio ser.

Salir de aquel infierno en vida, era el ultimo de mis entrenamientos, lo había dejado olvidado al obtener el cargo de Kage más en mi angustia inexistente por mis órdenes y acciones con mucho que desear, opte por realizar el último ejercicio de mi clan y proclamarme sin lugar a dudas como el ser superior de mi propia raza. Durante mi exilio, prescindí de agua, comida o cobija, durante semanas sino meses, me sostuve con mi fuerza de voluntad y nada más, me obligue a escalar aquel monte subterráneo y librarme de una vez por todas de aquella incesante duda que colmaba los corazones y las mentes de los aun sobrevivientes de mi difunto clan, al conseguirlo un par de días atrás, no hubo razón alguna para volver a tomarme por sentado, había probado más allá de toda inquietud mi grandeza como guerrero. En mi travesía, pude meditar con mucha frecuencia siendo este el único escape viable dada mis condiciones cada día más deplorables, en dichas cavilaciones internas conseguí una nueva perspectiva y heme entonces allí, a pocos metros del que solia ser mi despacho, del lugar que ahora debía reclamar con voz de mando y autoridad verdadera, la sonrisa en mi rostro no se debía a tal sencillez sino al hecho de que a pesar de todas las cosas, yo aun era el digno portador de aquel titulo tan peculiar, mi entonces asistente ahora cargaba con la responsabilidad y sus tareas habían sido excepcionales en muchos puntos aunque reprochables en otros.

Mi silueta se encontraba del otro lado de la puerta, mis oídos fueron capaces de captar la mayor parte sino toda la conversación que sostuvo con el shinobi de Iwa, mi diestra se había extendido hasta el manubrio y sentía la frialdad de tal instrumento entre mis dedos, saboreaba la sensación de girarlo suavemente para completar su movimiento y escuchar el “click” una vez diera paso a mis intenciones, lo cual ciertamente ingresaría antes que ninguna otra cosa, mi presencia, mi ser, mi aura. Un instinto asesino tan fino y elevado, que fácilmente podría los pelos de punta a cualquier inexperto o inexperta, un sonido acompaño a este abrumador sentir, la puerta ahora se movía y rechinaba, la luz exterior bordeaba mi figura, mi rostro aun yacía oculto entre la claridad más un ojo conocedor me descubriría de inmediato, apenas un instante o tal vez dos, fueron necesarios para que mis facciones se vieran presentadas ante el dúo que ahora ocupaba la oficina principal de la aldea de la roca, la sonrisa ya no formaba parte de mi presentación inicial, mis orbes se posaron en la joven que fungía de comandante de las fuerzas shinobi, mi garganta fue limpiada al tiempo que avanzaba por la habitación, la distancia entre la entrada y el escritorio era bastante para una persona que se movía a mi paso, por ello supuse que quizás posarían su atención en mi desde mi entrada más no le daba importancia a tal hecho, mis ojos rápidamente viajaron de la persona que me sustituía a la inmensidad del despacho, observaba los cambios, visualizaba la aldea a través de las ventanas, respiraba el aire característico de aquel lugar.

Mi voz se hizo presente en algún punto de mi ingreso, tal vez estaba sumamente cerca del dúo o tal vez aun permanecía a gran distancia, admito que no tome nota de tal situación pues simplemente tenía un comentario, uno que esperaba fuera tomado directa y totalmente por lo que era, y nada más. -Kudos, Ashara- musité a sabiendas de lo que implicaba eso, y sonreí por la brevedad de un segundo, quizás incluso menos, antes de continuar. -¿Gustas de ponerme al día?- inquirí con la intención de empezar el proceso de toma de mando, aun si ella tuviera que tomar las decisiones por un periodo extra, deseaba iniciar el traslado de obligaciones lo antes posible, había cosas que yo igualmente debía hacer y para conseguirlas, necesitaba aquella oficina y de forma más particular, aquel asiento que la joven Kunoichi ahora ocupaba.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyJue Abr 23, 2015 9:40 pm

Orgullo. Altanería. Soberbia. Los tres pilares del clan Shiba. Tres, de los cuatro pilares de Tatsuya, siendo el cuarto: Amor al arte. Así como una edificación no puede sostenerse sin los cimientos adecuados, también sucumbiria ante los caprichos del exterior, de no ser por las vigas que le sirven como esqueleto. Así, como una edificación, era Iwagakure, y, le gustase o no, a las personas, la familia Shiba representaba una de las vigas de la Roca.

Los ojos de Tatsuya bailaban una danza única, al recorrer, los detalles que conformaban ese gran cuadro que presenciaba, mientras una de las piezas principales de esa obra, la Tsuchikage, ofrecía la característica muestra de hospitalidad que debe tener un anfitrión; Sin embargo el protocolo era algo que no apasionaba al artista. Pasos sistematizados, frases prefabricadas, respuestas y ademanes enseñados como trucos para divertir a los demás. ¿Donde esta la pasión en tal robótica disposición? ¿Donde quedan los sentimientos a flor de piel, como deberían ser manifestados por los mortales, en cada conversación en la cual participasen? La mente del joven pelinegro, disfrutaba filosofar sobre este tipo de cosas. Como todo un romantico, aborreciendo el clasisimo.

Los finos labios de Tatsuya tomaron las posiciones adecuadas, junto a su lengua, para soltar la respuesta, al ofrecimiento de la líder de la Roca -Acabo de tomar una taza de café. Y, sin ofender, no me apetece ingerir algo cuyo origen desconozco- En mas de una ocasión, la vida a la que estaba acostumbrado el artista, le ponía en conflicto con las demás personas; Sin embargo... Eso pasaría a segundo plano en la conversación ¿Por que? Por que el destino no llevaría al Chunnin a las oficinas del mandamas de la aldea, solo para despreciar alguna bebida X que se le presentase.

Los azules de Tatsuya habían detectado hacia rato, un expediente que la Kage mantenía en su escritorio. Seguramente lo había estado revisando antes de la llegada del usuario del Bakuton. Bien... ahora hay 2 misterios que averiguar en cuanto a este lugar. ¿Cual de los dos saltaría primero a la luz?

El expediente que mantenía cautiva la atencion de Tatsuya fue cerrado por la mujer, cuyo nombre aun era desconocido por Tatsuya. Para luego comenzar una charla acerca de los que le habían visitado antes que el artista. Un monólogo sobre la desconfianza en ella, sobre su trabajo desde las sombras y sobre las otras personas. Había tan solo un problema con ese cuasi-discurso: Tatsuya no era una persona interesada en si ella era "digna" o no. Mientras que la mas poderosa shinobi del País de la Tierra, le entregaba el tan preciado expediente que había estado examinando con anterioridad.

Bingo. Un misterio de dos resuelto.

La mente del artista comenzó a divagar, volando sin limites por la imaginación de este. Hasta que ese encuentro comenzaba  a tomar forma, incorporando la mente de Tatsuya de vuelta al mundo real. ¿Una misión rango A, eh...? Nada mal. La mente del pelinegro recorrió los pasillos de la memoria de este, al escuchar el nombre de su compañera. Eloane... Eloane... Arañas... Clan... "Eloane, la chica del clan de las arañas" Definitivamente no era preteneciente a la alta sociedad, no era ningún tipo de funcionaria, o figura publica, pues Tatsuya no reconocía el nombre. De cualquier manera, era su compañera, y la poseedora de la informacion.

El joven Shiba simplemente se limitaba a escuchar el monólogo de la Kage, quien, al parecer, amaba el sonido de su propia voz. De un momento a otro, la Sombra de la Roca comenzó a hacer sellos. Los músculos de Tatsuya se tensaron. Sus dedos se movían ansiosamente. Y su mirada había cambiado. Había entrado en un modo ofensivo. Pero... La posibilidad de unataque era mínima, prácticamente nula; Sin embargo, nunca estaba demas el estar preparado.

Para sorpresa del pelinegro, la Kage coloco un sello en su lengua, sin previo aviso. Una reacción tan repentina, como sin fundamentos. Por lo menos, desde el punto de vista de Tatsuya. Los ojos del artista expresaban sorpresa, al momento que todo su cuerpo comenzaba a relajarse y a enfriarse, comprendiendo que no se encontraba en peligro. Es interesante como ver que, no importa cuan evolucionados digamos los humanos que estamos, siempre mantenemos reacciones tan primitivas como las de un ser sin conciencia.

No había mas que decir, de hecho, Tatsuya no tenia el impulso de agregar algo, a lo que había sido un monólogo de parte de la pelinegra. Las ordenes habían sido dadas, y como menciono la superior, "El tiempo apremia". El artista se vio envuelto en una nube de humo blanco, desapareciendo del lugar, como el relámpago, cuya belleza solo se alcanza a ver durante un reducido período del tiempo.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptySáb Mayo 02, 2015 4:32 am

Un murciélago ingresa al despacho, acarreando en sus patas un pergamino amarrado junto a un cassette de grabación. El murciélago se encarga de despojar el objeto en el escritorio del kage, esfumándose en brevedad poco después.

LA NOTA:

Despacho del Tsuchikage W6NT5DB



Las palabras escritas con sangre seca, terminan con el nombre del actual Hokage.




VIDEO:


El video iniciaba temblorosamente, con ruido en la pantalla enfocándose a una escena de caos, donde veía una clara destrucción de edificios en la zona. El sonido se encontraba dañado, sin posibilidades de recuperación, escuchándose entre el ruido algunos derrumbes o gritos de las víctimas. Un espeso humo comienza a presentarse, tapando la grabación por más de una hora aproximadamente. En el lente se notan manchas golpear contra el vidrio, tratándose de  gotas de lluvia. Las palabras “Hoy Konoha reinará” se escuchan brevemente en el fondo y con poco volumen, regresando el audio del video a meramente ruido. Después de tiempo el vapor desaparece lentamente, revelando poco a poco una masacre de aldeanos quemados y desfigurados, en una zona devastada. En el centro se posiciona un hombre arrodillado frente a un cadáver. Una escena gráfica sigue en consecuencia, donde se enseña al sujeto extraer el ojo de aquel tirado, además de la amputación de cada uno de sus dedos. En este punto se nota el rostro del shinobi inconsciente, tratándose del Raikage. Entra otra figura a la cámara, hablando con el hombre arrodillado. Pasa a tomar posesión del cuerpo, degollandolo sin compasión alguna. Chorros de sangre salpican, bañando al individuo quien mostraba ser el rostro del actual Hokage. Raíces se adueñan de lo restante, dejando el cuerpo en una posición de crucifixión. La imagen se pierde unos segundos y después aparece, en un zoom al la crucifixión, la cual se encontraba envuelta en una bandera con la insignia de la hoja. La toma desaparece, dejando la pantalla en distorsión y un chillido aturdidor...
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptySáb Mayo 02, 2015 7:30 pm

Mientras esperaba por la respuesta de Ashara, un murciélago interrumpió el silencio que existía entre nosotros y presento lo que seria una especie de mensaje, la pseudo-Tsuchikage parecia demasiado sumida en sus pensamientos por lo cual una silueta gemela a mi se formo frente al escritorio y observo la nota con una velocidad tremenda para luego tomar el cassette y examinarlo con velocidad notando que se trataba realmente de un dispositivo de almacenamiento de vídeo y no de alguna bomba o trampa. Sin perder tiempo, se movilizo a diestra de su posición y tomo los equipos necesarios colocando el dispositivo en su respectivo lugar y tocando la tecla de "Play". Un proyector mostró el vídeo resguardado en el mismo y todo se torno claro, una sonrisa se esbozo en mi rostro, sonrisa que se esfumo casi de inmediato, mi posición original no había cambiado y el silencio que hube iniciado no se vio roto, sin embargo, la figura hecha a mi imagen reacciono acorde a lo pensado y se desvaneció rápidamente en un intento de hacer las preparaciones de lugar.

-----------

Minutos tras haber recibido el mensaje, una versión de mi persona se encontraba en el centro de comunicaciones redactando un mensaje en un papiro oficial, sellado y firmado por mi propia mano, o en este caso, un reflejo de la misma. El mensaje fue colgado del mejor halcón y enviado a encontrarse con dos de los activos de Iwagakure, la necesidad de entregarles el mensaje superaba con creces cualquier otra preparación que pudiera considerarse, tras haber hecho entrega de este mensaje, una nube de polvo blanca se hizo presente y la silueta representativa de mi desapareció enviándome toda la información que desconocía hasta el momento y confirmando que todo estaba en movimiento.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyVie Mayo 08, 2015 12:46 am

Después de la tormenta siempre viene la calma... Pero el caos que hay en medio de ella mientras está sucediendo al parecer a nadie parece preocuparle. La sorpresa al verlo entrar por la puerta como si de nada se tratase me dejó clavada en el sitio, cavilando como reaccionar adecuadamente. Habían pasado varios días desde su encontronazo con Shannaolette y su desaparición de la faz de la tierra, dejándome todos los problemas a mí para que los resolviera.

Sentía rabia, deseos de pegarle hasta que su atractivo rostro no fuera más que una masa pulposa y sanguinolenta. Pero no sería propio, además mi mismo subconsciente me lo impedía porque, a la vez que quería verlo arrastrarse pidiendo perdón y misericordia, sentía alivio de que hubieraa regresado en una pieza. No podía ocultarlo o negármelo a mi misma por más tiempo. Lo amaba, amaba a ese maldito bastardo y esa era mi debilidad más grande.

La parálisis que atacó a mis neuronas impidiendo a las mismas conectar para realizar cualquier acción resultaba hasta graciosa. Fue tal que ni siquiera me inmuté ante las palabras de Kenshin, la desaparición de Tatsuya para cumplir mis ordenes o la llegada inesperada de un murciélago para entregar un paquete. Sólo salí de mi ensimismamiento al ver las imágenes que se proyectaban en el plasma que Sesshomaru había puesto a andar.

—Hiroshi... —fue sólo un leve susurro lo que escapó de mis labios, pero fue suficiente para romper el silencio que se había apoderado de la habitación al finalizar la proyección. Miré a Kenshin a los ojos. Una expresión de vulnerabilidad marcada en toda la faz de mi rostro. Esto, sumado a mi deplorable aspecto, debía parecer una escena sacada de una tragicomedia de antaño. Todo se cernió sobre mi de golpe: su inminente regreso, tener que entregar el puesto que se me había asignado por su descuido y, por así decirlo, hacerme a un lado, la muerte de mi amigo, la cual pesaba sobre mí por no avisarle a tiempo de mis sospechas... El embargo de tristeza me ganó y una lágrima solitaria se deslizó por mi mejilla izquierda.

El sentido común hizo al fin acto de presencia mientras apartaba furiosamente esa gota salada furtiva que se había atrevido a escapar de su jaula. El dolor y la autocompasión era para los débiles, y yo no tenia nada en común con uno. Me puse de pie frunciendo el ceño. Ya tendría tiempo de llorar a los caídos, era hora de dirigir una nación. Era obvio que Kenshin esperaba explicaciones... Y se las daría, no sin antes pasar por otros temas no tan agradables. Una risa de medio lado se instaló en mis labios mientras me acercaba a él con lentitud, poco a poco llegando frente a él con gracia, una mano acariciando su torso.

—Sess, eres un ingrato... —la sonrisa con que fueron iniciadas mis palabras fue sustituida rápidamente por una expresión de enojo mientras una bofetada surcaba su rostro hacia el lado contrario de donde lo había golpeado. Mis manos se cerraron en puños y arremetía contra su pecho sin descanso—. ¿Como te atreves a venir aquí, a mi oficina, a reclamar tu trono como si nada hubiese pasado? ¿Estas demente acaso? ¿Y qué pasa con nosotros? ¿No merecía ni siquiera un aviso de que te ibas? ¿Tan poco importante soy para ti, no valgo nada en tu vida?

La marejada de preguntas salió de mi sin que pudiera controlarla mientras me deslizaba al suelo, exhausta. La coleta se había deshecho por completo y el cabello me cubría casi entera, formando una especie de capa protectora entre el mundo y yo. Con la cabeza gacha, mis manos se cerraron nuevamente en puños contra el piso de madera oscura. Debía comprender de una vez y por todas que, aunque él significara el mundo para mi, yo no era más que un inconveniente en su vida. Traté de recomponerme lo más que pude antes de volver a hablar.

—Disculpa, no has regresado por el drama, así que iré al grano. Hoy me he enterado que uno de nuestros ninjas ha desertado. Al parecer salió de la aldea el mismo día que Shannaolette salió a cumplir la misión de Rango S que le encomendé. Había sospechas de que el Hokage había iniciado sus movimientos, reclutando criminales para conquistar todas las aldeas. Envié a la peliblanca a suplantar su lugar y formar un frente de resistencia que, según los informes, va avanzando tal y como se planeó —hice una pausa para ponerme de pie y volver a ocupar mi asiento detrás del escritorio. Si era cierto que él quería recuperar su puesto, debería esperar hasta que su oficina estuviese lista dentro de unos días —. He enviado unos emisarios a Kiri para asegurar la cooperación del Mizukage en este asunto tan serio, pues mis sospechas, según el vídeo que nos han enviado, no eran del todo infundadas. También envíe un ave a Hiroshi con el mensaje, pero quizás fue demasiado tarde.

Al recordar al Aburame mi semblante se entristeció un poco, pero recuperé la compostura de inmediato. No podía dejarme sobrecoger por la emoción nuevamente. Volví a hablar con tono firme.

—Lo último que necesitas saber es que pienso que Konoha no fue la causante del ataque en Kumo, puede que tenga algo que ver, pero no es la directa responsable... En especial porque sé que Shiva se encuentra en la aldea, de lo contrario Shannaolette me habría avisado ya, pues su misión se vería comprometida. Además, hay rumores de que Konoha fue atacada hace un tiempo por un ninja misterioso, quien se infiltró en la aldea usando artimañas, pero nunca se confirmó nada. Para mi que este ninja es el responsable del ataque a Kumo y quiere involucrar a Konoha en todo el asunto, quizás por alguna venganza o cuentas personales inconclusas, aunque claro, sólo se trata de suposiciones. Ahora bien, sabiendo toda esta información... ¿Qué harás al respecto? —mis labios se sellaron y mis ojos lo miraron expectantes, en espera de cualquier cosa.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyMiér Mayo 20, 2015 12:25 am

Mi rostro permanecía sereno, inmutable, mis orbes cuales lanzas de longinus atravesaban la distancia que me separaba de Ashara e incluso penetraban la expresión frágil en el rostro de la fémina, lo vulnerable realmente le sentaba bien a aquella mujer. Nunca se lo había dicho, jamás había tenido el valor o el coraje para revelarme como disfrutaba tenerla frente a mí con una expresión de incertidumbre y desligamiento, donde se entregaba completamente. Me libre de mis cavilaciones al percatarme de cómo aquella peculiar y única lagrima se deslizaba por su mejilla, típico de ella, llorar hasta no poder en sus adentros y librar tan solo una gota de sus verdaderos sentimientos, un atisbo casi imperceptible de la realidad que le afectaba en sobremanera. La media sonrisa revelaba de antemano sus actos, sus pensamientos, para mí era más que un libro abierto, era como si se tratase de un libro de mi propia autoría, más que poder leerlo a la perfección, era incluso capaz de anticiparlo a cabalidad y aun así, me mantuve inmóvil casi inerte, recibiría lo que ella tendría para darme, podría desahogarse conmigo. Su mirada, aquella que permanecía oculta, detrás del brillo en sus ojos, gritaba la necesidad de caer y romperse, de caer y ser humana, de ser simplemente ella más no podía, era la líder de una aldea, la persona en la cual el destino de Iwagakure descansaba, sus hombros y espalda cargaban un peso colosal y aun así, mucho más peso le era llevado en aquella ocasión ante mi repentina presencia y la llegada de tan revelador video montaje.

Su mano rosaba mi pecho, lo acariciaba, su acercamiento estaba lleno de gracia e intenciones varias, se movía lento como si quisiera preservar el momento para siempre, una realidad era que yo lo deseaba de ese modo, quizás no estábamos en la mejor de las situaciones pero allí nos encontrábamos, en soledad, solo nosotros, recién afectados por la muerte de un antiguo colega y amigo, reconociendo que incluso aquellos que permanecen en el tope pueden caer rendidos ante la parca, podía incluso atreverme a decir que nuestros seres resonaban en la misma melodía pues, a pesar de todas las cosas, teníamos mucho que decirnos y poco tiempo para hablar, y aun menos tiempo para actuar. Así que espere, espere pacientemente con una mirada fría, distante, típica de quien había sido siempre para ella, su voz se hizo presente. Extrañaba aquel tono, me hacía falta sentirlo tan cerca de mí que incluso un susurro sería demasiado ruidoso, el enojo se mostro casi de inmediato y posteriormente provino la reacción física, una bofetada que hizo tornar mi rostro y el sonido ahogado se apagaba cada vez más. En su crisis, tal vez ella no logro notarlo más había cambiado la composición de mis huesos para hacer mi cuerpo mucho más suave, solo mis músculos se interpondrían entre su enojo y yo, no sentiría dolor por golpearme, no se lastimaría por dañarme, era incluso factible que me destrozara más de un hueso en el acto pues les había convertido en algo que no le afectara, sabía que ella tal vez no usaría toda su fuerza y su delicadeza era una de las mayores cualidades para mi, era incapaz de permitir que la perdiese. Sus puños arremetieron contra mi torso, sus palabras continuaban saliendo a toda velocidad, su tono era claro, decepción, enojo, furia, angustia, desolación, e incluso alivio. Tal vez se hallaba preocupada por mí, tal vez, aun había una oportunidad.

Exhausta, definitivamente exhausta. Tal vez por las emociones o tal vez por todo el tiempo que tuvo que transcurrir en aquel silencio, con su corazón destrozado, fuese por mi o por ella misma, durante un largo tiempo. Horas, días, semanas, meses, años, el tiempo que fuese, tiempo que yo desconocía, tiempo que ahora tomaría en consideración, tiempo que ahora haría mío, durante este prolongado lapsus, ella había tenido que soportar más de lo que cualquiera debería cargar en vida, y ahora yacía exhausta deslizándose hacia mis pies, perdiendo el poco arreglo que llevaba en su cabello, dejándolo fluir libre, cubriendo todo su rostro y más, su pelo ahora le protegía del mundo, vi movimiento en su cuerpo más no pudo conseguir demasiado así que hablo nuevamente y yo calle, no me atrevía a hablar, no me atrevía a interrumpir todo lo que tuviera que decir. Se trataba de “trabajo” nuevamente evitaba hablar del tema más central, sin embargo, eso podía ser fácilmente mi culpa, yo le había tratado de tal manera que aquella mención fácilmente caería en tabú, otro punto a cambiar. Una vez la pausa llego, no pude permanecer estático, note como trataba de levantarse, quizás incluso retornar al escritorio, quizás incluso retomar las riendas. Que niña más dulce e inocente, considere ese el momento prefecto para actuar. Descendí hasta la altura del suelo y corte una apertura entre todo el pelo y revele su rostro, la tristeza era palpable, sonreí por un breve instante y luego tome su rostro en mi diestra y la bese, eso quizás la sorprendería o incluso la sacaría de su recién encontrado centro pero no me importaba, ya había escuchado suficiente y si ella no pretendía profundizar el tema que clamaba más mi interés, entonces no necesitaba escuchar más de parte de ella, ahora debía hacerla entender. Sin embargo, fuese la sorpresa o la reacción tardía, esta hablo nuevamente continuando las ideas previas, supuse que era algo de suma importancia así que la tome entre mis brazos, alzándola completamente, dejando su cabello descender hacia el suelo raíz de la gravedad, ahora se mostraba desnuda sobre mis brazos y frente a mí, más aun así, su semblante se torno triste más recobro la compostura y hablo en un tono firme y fuerte.

Sus últimas palabras dieron conclusión al tema y apertura a mis travesuras, mientras la escuchaba, me movilice hacia el escritorio, ella aun en mis brazos, quizás en shock por todo el asunto, una vez concluyo su verbo, sello sus labios y me miro de una forma que no me habían visto desde hacía mucho tiempo, mas del que mi memoria me permitía atesorar, sonreí mientras me sentaba en la silla que pertenecía al mandatario, es decir, mi asiento predilecto, la acomode sobre mi y la bese nuevamente, sin palabras, sin espera, simplemente la bese porque deseaba hacerlo, porque necesitaba hacerlo, porque en ese momento tenía que hacerlo, la bese hasta que la rigidez de su cuerpo se esfumo y se entrego nuevamente a la idea de realmente hallarse entre mis brazos, al sentirlo separe nuestros labios y le hable suavemente. -Realmente estoy aquí Amor- confesé con un leve torno de burla y con cierta nostalgia y seriedad ocultas al final de mi voz. La bese de nuevo para confirmar mis propias palabras, para creerme la realidad de tenerla nuevamente para mí, la bese hasta que la rigidez de mi cuerpo se esfumo y supe que verdaderamente la tenía conmigo. Nuestros labios empezaban a doler, quizás por la agresividad de mi accionar, estaba desquitándome todo pues incluso yo, me sentía impotente al ver la muerte de un aliado, mi rostro no lo mostraba y sabría que no lo mostraría más eso era algo que hube aprendido a superar en mi exilio, pose mis ojos sobre ella, sobre sus labios, sobre sus facciones, sobre su figura. Deslice mi mano izquierda hacia su sexo y mis labios los pose junto a su oído y hable. -Tengo muchas cosas que hacer contigo- susurre mientras me apoderaba del mismo, mi siniestra se detuvo de improvisto y un rápido beso fue robado de los labios de la mujer. -He domado a la bestia amor, y el "hombre" tiene mucho que charlar contigo- Mis palabras podrían parecer vacías o sin sentido, incluso revelarlas en tal situación fácilmente podían ser malinterpretadas o utilizadas en mi contra por ello las callé, tan solo permití un atisbo de lo que era de esperarse, sonreí mientras acariciaba su rostro y enredaba mis dedos en su pelo, jugando con ella como lo hacía al inicio o quizás, como nunca lo había hecho ciertamente no era capaz de recodarlo y por ello decidí hablar. -Aun tengo mucho que aprender, mucho que hacer y saber en aras a ponerme al día pero aún entonces, no quisiera que te movieras de este lugar- Era evidente que me refería a la posición que ahora ocupábamos ambos, pero se trataba de una utopía mental y sabía que no debía cargarla demasiado, así que me levante de la silla y la deje para ella, moviéndome hacia la ventana y sentándome en la misma, observe el paisaje por primera vez tras mi retorno, Iwagakure era hermosa y aun así, su belleza palidecía frente a aquellas maravillas que habían ya cautivado mi corazón...
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptySáb Mayo 23, 2015 1:50 am

Aún sabiendo que podría hacernos daño, nuestra alma siempre ruega por su dosis de peligro. Es como una droga, una adicción que nos lleva a los abismos más oscuros, pero a la vez más deliciosos. Los pecados se reparten a la orden del día como besos robados y sólo nos queda la certeza de que estaríamos perdidos sin ellos. Y ahí estaba yo, enzarzada en una incertidumbre tan intensa que podría vencer la determinación de cualquier hombre. Me tomó tan desprevenida como una tormenta eléctrica lo haría con el más experimentado de los marineros, derrumbando las pocas defensas que se habían levantado en su contra durante su ausencia. Un sólo toque, un sólo roce de sus labios era suficiente para convertirme en plastilina maleable en sus manos.

No había cambiado nada, incluso aunque su estancia fuera de la aldea haya sido por pocos días, podría parecer una eternidad para quien, como yo, anhelaba estar entre sus brazos y refugiarse en su pecho como si la tierra más allá de estas cuatro paredes no existiese. Sus besos seguían siendo dulces, ansiosos, casi desesperados. No sé si por él o por mi, pero me entregué. Me entregué como si nada más importara y puse todo mi corazón y alma en aquel contacto de labios que cambiaría mi visión del mundo para siempre.

Un gemido ahogado escapó de mi garganta al tiempo que la lengua de Sesshomaru se introducía entre mis labios y acariciaba la mía en una danza tan antigua como el cortejo de las aves en primavera. Un roce tan terso como la seda misma, que volvió mis entrañas gelatina y un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza mientras me sostenía contra su sólida figura. Era el paraíso. Sentirlo tan cerca, tan mío, tan real, era sencillamente alucinante.

Terminé mis diálogos como una autómata, casi olvidando, por un segundo, la muerte de Hiroshi y el resto de problemas que venían con ella... Pero es que se sentía tan bien tenerlo conmigo, sentir sus dedos recorriéndome entera, llegando a los lugares que ningún otro había explorado. Era como el regreso a casa, tan dulce y cálido que a penas te sientes capaz de resistirte a probarlo, a perderte en las sensaciones. Un temblor me sacudió cuando deslizó sus dedos firmes por la cinturilla de mi pantalón y alcanzó mi sexo, rozando delicadamente mis labios con las yemas, volviéndome loca en el acto. Mordí su labio inferior con fuerza a la vez que suspiraba su nombre despacio y tiraba suavemente de su cabello a la altura de la nuca para hacer que me mirara a los ojos. Él se acercó a mi oído y detuvo las caricias en mis partes más nobles. Sus palabras llegaron a mis oídos como suave melodía mientras acariciaba mi rostro y yo le sostenía la mirada con intensidad. Respondí a ellas en un tono bajo y calmado.

—Nunca más, Kenshin. Júralo por los dioses que jamás volverás a hacerme algo parecido... —un beso suyo fue la única respuesta y era la única que necesitaba oír de todos modos. Volvió a hablar cuando nos detuvimos por un poco de aire y por sus palabras pude captar que no sólo se refería a lo que estábamos compartiendo ahora, sino también a lo que pasaría en el futuro. Él me estaba cediendo el mando oficialmente. Fruncí el ceño cuando Sessho me dejó en la silla y fue a ocupar un lugar en el alféizar del ventanal. Parecía como si la pasión hubiese menguado, pero un sólo vistazo a su rostro y supe que lo único que quería era sacarme de allí a rastras y hacerme el amor como un poseso, mas había asuntos que impedían que desbordáramos nuestras pasiones más bajas.

En un acto reflejo, comencé a trenzar mi cabello. Por alguna extraña razón, peinarme siempre me ayudaba a recuperar la compostura y no estaba de más rescatar un poco del aspecto de mandamás que se había ido a paseo en el instante en que había visto a Kenshin atravesar las puertas del despacho. Sus ojos dorados brillaban mientras miraba a la distancia a través de los cristales, su respiración, antes entrecortada, volvía a su ritmo normal. Sólo verlo allí, frente a mí, hacía que el corazón me diera un vuelco de alegría. Terminé la trenza y aseguré las puntas con una cinta roja para evitar que se deshiciera. Mis ojos azules viajaron a los de él, fluctuando entre su figura, su boca, sus ojos y el horizonte. Seguía igual de nerviosa, pero si en algo era buena era en disimular mis emociones. La máscara de profesionalidad se instaló en mi rostro, mas no pude deshacerme de la sonrisa que se asomaba de cuando en cuando.

—Kenshin, ¿qué vamos a hacer? No podemos quedarnos pasivos a esperar qué pasa y sólo reaccionar cuando sea demasiado tarde. El momento de actuar es ahora y ya que dices haber dominado tu estado, confío en que podrás hacerte cargo de la situación... —las palabras “sin mí” quedaban implícitas. Aunque quisiera embarcarme en una aventura como la que se nos presentaba, ahora no sólo yo dependía de mis acciones, sino que todo un pueblo descansaba sobre mis hombros y cualquier decisión que tomara repercutiría sobre el destino de la aldea—. Quiero saber lo que piensas respecto a lo que te dije sobre el atacante de Kumo quien, asumo, habrá tomado el control del lugar y de la misión que otorgué a Shannaolette en tu ausencia —otra vez el silencio reinó, siendo roto sólo por el cantar de los pájaros que venia desde fuera y las respiraciones que volvían a tomar su ritmo. Desearía que fuera de otro modo, que pudiéramos perdernos el uno en el otro sin más preocupaciones que las que nosotros mismos pusiéramos bajo el tapete, mas no era así y, mientras respiráramos, tendríamos que vivir con la certeza de que nuestro amor siempre estaría en segundo plano.
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MensajeTema: Re: Despacho del Tsuchikage   Despacho del Tsuchikage EmptyJue Mayo 28, 2015 9:16 pm

La ignore, hice caso omiso a todas y cada una de sus palabras. La conocía, sabía lo que iba a decir, se iba a referir a como la había lastimado y me pediría que no volviera a marcharme o a lastimarla. Se pondría seria, me hablaría de la problemática a pesar de todas las cosas, para ella siempre era primero el deber, aunque ciertamente disfrutaba más cuando su deber era placer y no la conducción de una aldea. Finalmente se silenciaria y esperaría mi respuesta, más como dije, la ignore. Estaba perdido en la belleza de Iwagakure, sumido en todo lo que había pasado por alto durante años, en como el viento acariciaba mi rostro suavemente y me daba la bienvenida de nuevo a mi llamado hogar, en como las personas se sentían seguras bajo el estandarte que cargábamos los shinobis en nuestras espaldas, en como el mundo cerrado del país de la tierra era una utopía, un paraíso en carne viva. Sonreí abiertamente, me sentía renovado y me espabilé, gire mi rostro hacía la fémina para luego avanzar con rapidez hacia su posición, estando junto a ella, más específicamente detrás, hable, sin saber si lo que diría tenia algo que ver con el parloteo que recién terminaba ella. -Esas no son prendas para una Tsuchikage- dije mientras cortaba limpiamente sus ropajes con el filo de mis huesos y revelaba el cuerpo desnudo de Ashara ante mi, su figura era de mármol, tallada divinamente para mi disfrute personal y particular. Mis dedos la recorrieron completa, midiendo, seduciendo, disfrutando con cada roce, al finalizar removí el medio yukata que me vestía y cubrí con el mismo a la mujer, mi torso estaba desnudo y una sonrisa distinta, más satisfactoria se había dibujado en mi rostro.

-Viste mi prenda hasta mi retorno, cuida nuestra aldea y aguarda por mi- musite mientras caminaba semi-desnudo, con el pecho al descubierto hacia la misma ventana que yacía abierta y que había tenido la gentileza de recordarme las maravillas que hacía tanto, más tiempo del que era capaz de admitir, hube olvidado u ocultado profundamente en mi. Me detuve antes de hacer algún movimiento brusco, sin girarme termine la idea, termine de decir lo que tenia que ser dicho. -Alcanzare a tus emisarios, salvaguardare sus vidas, haré de Kiri nuestra aliada o nuestra posesión- fácilmente pude haber concluido con eso, más sabía que hacerlo implicaba dejar un vació en el corazón de aquella mujer, gire sutilmente mi rostro, tan solo lo suficiente como para mostrarle una sonrisa y que viese mis labios pronunciar las ultimas palabras que me escucharía decir. -Sobre tu espalda yace nuestro estandarte, así como alguna vez lo hizo sobre la mía. Aguarda por mi, y quitare de tus hombros el peso del mundo, hasta entonces, haz por todos lo que una vez hace tantos años hiciste por mi- Menos de diez minutos habían transcurrido tras la partida de los emisarios, si me apresuraba podría alcanzarlos y así lo hice, tras concluir aquellas palabras, salí disparado por la ventana y me convertí en tan solo la sombra de un recuerdo, la única evidencia de mi existencia, de mi estancia allí, era el Yukata que ahora vestía a la mujer frente al escritorio y las ropas despedazadas en el suelo, curioso como algo tan simple podría significar tanto.
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