Tras mucho tiempo ausente, Alexander finalmente había tocado el suelo de Kirigakure no Sato, sus primeras sensaciones fueron nostálgicas, había pasado tanto desde la última vez que con sus ojos había contemplado la majestuosidad de la villa a la que un día había comandado, aunque fuera solo por un periodo corto de tiempo. La brisa helada característica de la aldea hizo contacto con su fina piel y trajo consigo recuerdos de días pasados. Había sumergido su mente en los suaves gustos que le provocaba pasar horas y horas escondiéndose en la neblina que se generaba a ciertas horas del día. Kirigakure, seguía siendo la misma estructuralmente hablando, pero se respiraba agentes extraños en ella desde el punto de vista del anterior mandamás.

Alexander, agilizaba sus movimientos caminando de un lado a otro, manteniendo un pequeño zigzagueo observando cada espacio que le fuera posible, la gente veía con extrañeza al pelinegro, a sus recuerdos venían la imagen de este sujeto que rondaba por los alrededores de sus locales y casas, con mucho ausente el mismo se dedicó a darle la vuelta a la ciudad por un largo periodo de tiempo.

Alzando su vista al cielo pronunció una serie de vocablos audibles a los cercanos – Ya es la hora, pero… - entrecortó el texto salido de su boca. Guardó silencio unos instantes y sacudió sus ropas con ayuda de sus dos manos. – Es extraño… - caviló nuevamente a medida que daba pequeños pasos en dirección recta dirigiéndose a un lugar específico en alguna parte de la aldea. Su cuerpo erguido, su paso firme, y un brillo singular en sus ojos marcaban una determinación para cumplir con algo pendiente, el color carmín como la sangre proveniente de sus ásperos orbes gélidos marcaban una estela en la neblina a medida que avanzaba. Las partículas de agua comenzaban a alzarse al cielo y poco a poco el ciclo del agua comenzaba a formar parte de la aldea, haciéndose presenten en la formación de una niebla espesa, profunda y densa, que dificultaban la visibilidad.

La balanza parecía estar inclinándose en dirección a Alexander aquel pelinegro que continuaba avanzando a aquel lugar que tenía como objetivo llegar. Los hilos del destino se movían al compás del baile que estaba por montar el pelinegro, el primer escenario sería esta Villa que tanto amor le tenía. – Me pregunto qué será de la Perra de Naoto. – conjeturó para sus adentros. A medida que se acercaba a su destino se dibujaba una sonrisa en su rostro y denotaba la ansiedad que este contenía por dentro. Por algún motivo la alebrestada sonrisa del pelinegro era extraña y pocas veces vista reflejada en su rostro de tez pálida.

Los minutos siguieron avanzando hasta hacer acto de presencia las horas, aquellos pasos en línea recta lo llevaron finalmente delante de una pequeña estratificación que se comunicaba con el despacho submaniro, delante de los ojos carmines del anterior mandamás se presentaba la entrada a cueva en la que residía el Mizukage actual, observó un punto específico. Llevo sus manos a la altura de su pecho y al juntarlas entrelazó sus dedos para hacer una serie sucesiva de sellos. Pocos metros se interponían ahora en los planes del pelinegro quien decía al unísono a la vez que se adentraba a aquella zona que bajaba 70 metros. – Las escaleras nunca fueron lo mío. Pero las rampas también son una mierda. – a la vez que hacía una nueva secuencia de sellos.

A medida que baja a través de aquella rampa, llevaba sus manos al interior de sus bolsillos, con la diestra tomó un encendedor de finos detalles tallados en el metal, con la zurda una caja de cigarrillos de la cual tomaba uno, y proseguía a encenderlo, para acto seguido llevarlo a su boca. Aquel calor encendía su pecho y sentía el mover delicado del humo dentro de si, en ese instante, una nueva sonrisa se producía y el exhalar profundo de Alexander acompañaría la frase y las acciones que estaban por suceder.

A paso ligero se dirigió con rapidez a la puerta del despacho – No sabía que había tanta gente hoy en el despacho Borsalino. – exclamó. A medida que el humo del cigarrillo se adentraba conjuntamente con él al despacho, exhaló fuertemente otra vez sacando una nueva bocanada de humo dentro del salón, los rostros comenzaron a hacer familiares, unos más que otros, había rostros extraños, y otros que recordaba haberlos visto una sola vez. Para su sorpresa ahí estaba, aquella jovenzuela de cabellera negra y singular carácter tosco y que se asemejaba más al de un hombre que al de una mujer. – Estúpida perra estás viva, que gusto verte Naoto. – caviló a medida que bajaba de la ventana para acomodarse de una mejor manera dentro de aquella habitación. Observó de un lado a otro a medida que sacudía sus ropajes desde sus hombros hasta sus partes más bajas. El pelinegro no tardó nada para observar una de las cosas que le traían al lugar, sin vociferar palabra alguna se movió entre los presentes manteniendo la tensión, en dirección a aquel taburete que contenía aquel líquido vital que tanto añoraba probar de nuevo. – Aún tienes aquel vino añejado con aroma a café verdad Borsalino. – comentó a medida que tomaba un cristal para seguidamente servirse un trago en espera de la respuesta.

Me encontraba en la espera de volver a tomar la palabra, no obstante, aun tenia mis dudas al respecto a esta reunion, ya que me parecio intrigante el hecho de que la convocara justamente el dia cuando llego a la aldea, tal parecia que mi sospechas se estan haciendo realidad. Todo comenzo con Nuestra llegada a la aldea de Konoha, habia llegado con fenris cuando justamente la misma fue atacada por un invasor de dudosa procedencia, el cual aparentemente tendria algun tipo de rivalidad con el hokage ya que el mismo no permitio aparentemente que nadie en la aldea interviniera en su pelea, mas bien concentraron la mayor parte de su fuerza militar en la entrada o eso intentaron hacer ya que uno por uno comenzaron a llegar los shinobis de aquella aldea a nuestra posicion tal cual como si fuera una manada de perros buscando a una perra en celo. Aquello fue bastante problematico para nosotros, pero con gran habilidad logramos evadir las adversidades de aquella confrontacion sin ningun derramamiento de sangre. Solo tenia una pequeña duda que motivos tenia aquella chica para invadir por si sola la aldea. Aquello solo seria respondido si lograramos conseguir la aldea de procedencia de donde provenia aquella chica misteriosa.

Asi es como despues de aquellos acontecimientos se dio a lugar nuevas preguntas sin respuestas, tras mi llegada a suna un nuevas preguntas se hicieron preguntas se hicieron presentes. La primera de ellas no fue mas que el hecho de no permitir la entrada a extranjeros a la aldea era evidente la tencion en cada uno de los guardia que protegian la gran entrada. Aun asi muy pronto se hace presente en la entrada la mismisima kazekage despues de un tiempo, era parpable que la misma tambien se encontraba en una posicion comprometida ya que no dudo en mostrar su sharingan a un extragero era preciso decir que aquellos momentos se encontraba en algun tipo de confrotacion con alguien. Aquello sembro la semilla de lo que seria el comienzo de grandes preguntas sin ressponder. Tenia demaciadas sospechas sin resolver, de algun modo debi intentar diciparlas encontrar un camino con el cual podria iluminar mis pensamientos de una vez por todas. Asi fue como oir detalladamente lo que pensaba cada persona con respecto a la situcion que se presentaba ademas note como nuevas personas se adentraban en el despacho, entre ella el anterior mizukage aunque no le conocia sabia perfectamente quien era, al verlo supe inmediatamente que esto se pondria interesante, mientras tanto solo me quedaba ordenar mis ideas llegado mi turno para dar mi opinion fije mi mirada en el mizukage y con una sonrisa picara exprese mi opinion antes cada uno de las pesonas que se encontraban en el salon.

-Bueno señores... señoritas, mi opinion en todo esto no es revelante la verdad no me interesa que decidan hacer con respecto a Konoha pero eso si deseo dejar claro que desde mi punto de vista Konoha en esto momento es un punto critico en nuestros planes ya que podremos responder a nuestras mas intrigantes interrogantes y no solo eso señores en estos momentos la aldea se encuentra sumida en el caos total. El joven peli negro hace una pausa y se levanta en direccion a una mesa y toma una copa y se sirve un poco de wisky y fija su vista a todos en el salon. Lo que me lleva decir con suma certeza que debemos prepararnos ante cualquier adversidad que se presente en las proximas semanas, meses o en dado caso en pocos años.

Ahora les planteare por que no dejar pasar esta oportunidad, princpalmente en el caso de que Konoha se recupere o ya lo esta no espera un ataque por parte de Nosotros. Ahora se preguntaran cuales son nuestro motivos por atacar.

Caso #1 La aldea ha sido tomada por una entidad desconocida hasta el momento, de grandes habilidades en batalla, una gran amenaza para nuestro caso si la misma llega estructurar sus fuerzas
lo suficiente podria ser un gran enemigo potencial.

Caso #2 El Hokage a logrado vencer a su oponente, no obstante, a rompido la ley que prohibe el albergar criminales de otras aldeas, los que nos permite con tal Derecho el hecho de justificar un ataque por parte nuestra con temor a que el mismo se encuentre reclutando mercenarios con la intencion de proclamar guerra contra alguna aldea.

Ahora bien es necesario saber con ciencia cierta bajo que dominio se encuentra la aldea en estos momentos ya que podremos anticpar los planes de nuestro enemigo o en dado caso de la vida lograr algun tipo de tratado con la aldea para asi fortalecer nuestros lazos diplomaticos aun mas y asi quedan aclarados los huecos.

Explicado aquello el peli negro toma algunos tragos para refrescar su garganta para asi poder proseguir dando su opinion. -Muy bien con respecto a nuestro compañero perdido necesitamos la informacion que este no pueda traer de kumo asi que sugiero que se envie a alguien a localizarle de algun modo. En el caso de que fuera capturado no abra opcion que intentar algun tipo escape para este. Y si esta muerto pues nada se hace una ofrenda florar para los familiares y proseguir con lo nuestro.

Dicho todo esto el joven peli negro vuelve a tomar asiento y misteriosamente de la nada el joven se queda durmiendo, talvez sea por el largo trayecto o simplemente por el simple hecho de que padece de una enfermad la cual hace que me quede dormido en cortos copsasos de tiempo.

El dia transcurria normal, como era de esperarse cada uno de los shinobis que se encontraban en el salon dio su opnion con respecto a la situacion presentada por el mizukage-sama. Tras varias horas de Discuccion de un momento en aquel salon no se sintio ni un ruido, aquello no era mas para oir la decision de nuestro jefe. Varios segundos de silencio total transcurieron, cuando de repente el mizukage alza la voz indicandole a Fenris, Tyr, y aquella chica misteriosa sus respecivas misiones, mientras que a mi, se me encomendo tratar de vaciar la aldea. Al oir en mi rostro se mostro una sonrisa de lado a lado. Para evitar interrumpir al mizukage espere que terminara, no bstante, de repente se hace presente un shinobi en la sala de conferencias con lo que parecia ser un televisor aquello me sorprendio no esperaba nada mas de esta conferencia. Al ver el video quede sumamente impactado por lo que mis ojos percibian. Aquello respondio algunas de mis dudas, pero todavia me encontraba desconcertado antes las nuevas preguntas que surgian en aquel momento. ¿Quienes son estos sujetos?... ¿Cual es su objectivo?...¿Sera que seremos nosotros los siguientes?.. Aquellas preguntas comenzaron a merodear por mi pequeña cabecita, provoncando un severo dolor de grandes proporciones, no podia evitarlo estaba intrigado por estos acontecimientos de alguna manera u otra tenia que resolver este misterio o nunca podre percibir un buen sueño.

Aquello eran mis pensamientos con respecto a la situacion, no obstante, las ordenes del mizukage eran muy claras resguardar la aldea sin importar lo que se aconteciese, aquellas ordenes me llegaron al corazon, asi sin mas que decir me levanto y me dirijo a la entrada de kiri con la intecion de hacer guardia en espera que los demas shinobis cumplan con sus respectivas misiones.

Las ansiadas ganas por satisfacer su necesidad de sed con aquel néctar de amargo sabor le impidieron prestar correcta atención a las palabras provenientes por alguno de los presentes. Sin embargo había quedado aquella espina clavada en sus adentros con aquellas distantes que escuchó provenientes de la joven Naoto, Alexander prefirió en esta ocasión dejar pasar las palabras que esta murmuró, conocía en parte su temperamento y justificada eran aquellos vocablos, el pelinegro estuvo ausente por tanto tiempo, poco observador había sido al entrar al despacho que no pudo percatarse de la situación que atravesaba la joven de pelos negros, Naoto ahora era un león herido con aquel yeso rodeando aquella extremidad. Palabras más a gustas llegaron a sus oídos, aquel líquido embriagante seguía en el mismo lugar de antes, aunque, ya no era el mismo.

Permitiéndose guardar silencio extendió su brazo derecho elevándolo a aquella botella de tonalidad oscura que contenía su bebida favorita, no tardó nada en destapar aquel vidrio y servirse de aquella botella en su vaso de cristal. Llevando el cristal a una altura próxima a su nariz olfateo el olor grato que este tenía, aquel brote añejo llegó a su garganta, quemando su interior y provocándole sensaciones adictivas que ya sabía controlar, de reojo observó a los interinos en el despacho y escuchó cada cosa que estos emitían. Aquella mirada se vio envuelta en vaivén de expresiones que variaban al escuchar con atención cada aspecto presentado en la reunión.

Uno a uno comenzaron a dar los puntos a tratar y el motivo de aquella reunión que no le convenía en lo más mínimo al pelinegro pero yacía a la expectativa de la situación que pasaba el amor de su vida, la villa misma, atentamente escucho el cruzar de palabras de los presentes, para finalmente encontrarse con las palabras provenientes del actual mandamás de la villa que aparentemente era demasiado precavido, algo que lo podía llevar a errores graves en un futuro. Uno a uno comenzaba a retirarse, incluso Naoto que mal herida comenzaba a retirarse, no expresó palabra alguna para mantenerla en el interior del despacho, simplemente observó su abrupta salida. Alexander emprendió sus pasos en compañía de aquel cristal sosteniéndolo con su diestra, para acomodarse en uno de los asientos del despacho más próximo a la posición de Borsalino.

El silencio era la viva expresión del pelinegro que menguaba ahora recostado sobre el respaldo de aquel amueblado, entrecruzó sus piernas y dio un nuevo trago de aquel añejo líquido. – Borsalino, hay temas importantes a tratar, entre tanto murmuro de la gente me es difícil entender la situación, y sobre todo entre tanto niñato curiosea la estupidez… - acotó observando a un joven de cabellera celeste en mención de una serie de vocablos que con antelación había pronunciado. – Parece ser que se complicó la cosa no es verdad. – finiquitó.