La sonrisa invade mi rostro. Me deslice entre las columnas de aire como si viajara a traves de ellas, tomando cada tejado como un resorte impulsor hacia mi objetivo. El baño de sangre se avecinaba cada vez mas. La aldea poseía una distribución bastante extraña, pero no era para menos, se encontraba en una cordillera montañosa. A pesar de todo, existía en la parte inferior una gran llanura plana, sobre ella, grandes pilares de roca maciza que albergaban grandes edificios de arquitectura esférica. Mi momento de diversión había comenzado hacia algunos minutos atras, donde me encargue de eliminar personalmente toda la guardia que custodiaba con recelo la muralla de entrada hacia la aldea. Fue un banquete. Ríos de sangre ahora corrían cuesta abajo, en donde ahora ni siquiera rastro de la antigua pared que protegia la aldea existía, pues el gran rey murcielago se encargo de convertir cada bloque de piedra en polvo.

Ahora el colosal muricelago sobrevolaba la aldea, dirigiéndose hacia su objetivo señalado. Por nuestra parte, el espectaculo habia dado inicio en la aldea. Noro comenzó a mostrar sus habilidades. Con un potente ataque suiton se encargo de perforar las rocas como si se tratara de un sable gigantesco. Los edificios se deslizaban bajo su superficie, algunos chocaron entre si, otros terminaban impactando bajo el centro llano de la ciudad, matando a una enorme cantidad de civiles, quienes su velocidad no alcanzo para huir de la escena del caos. Nuevos desplazamientos, mas muertes. Finalmente el centro de la aldea era visible para nuestros ojos, y en el; el objetivo principal, el despacho del Raikage. Observe el acto de Noro. Expulsando un curioso vapor, uno que ya habia visto. Mas gente moria a nuestro alrededor.

- Ya sabes que hacer... Sigue con el plan. - Le digo al sujeto alto con los cabellos revueltos. Mi cuerpo comienza a disiparse en murcielagos los cuales se elevaron rápidamente para no sufrir los efectos de la nube corrosiva que hacia acto de presencia en el centro de la ciudad. Todos los murcielagos se dispersaron por doquier. Pero uno de ellos, el principal, el líder de todos, arremetió contra la montaña central de la aldea, en donde se encontraban los lideres de la misma. Se sostuvo de ella con la ayuda de sus gigantescas manos, y a quemaropa, abrio sus fauces y liberó un alarido colosal el cual destruyo el despacho, y a todos los presentes, en cuestión de segundos. Las ondas sonoras disipadas eran tan fuertes que los escombros restantes del despacho fueron expulsados 40 metros de distancia. Nada quedo, solo polvo. Ni siquiera el antiguo rastro del pilar de roca se mantuvo de pie, pues la misma fue expulsada por los aires producto del alarido.

La bestia volvió a surcar los cielos. A escasos metros de alturas. Y tras un grito de guerra se arremetió contra el suelo, con ambos puños. El impacto fue tal que nubes de polvo cubrieron gran parte del area. El impacto provoco un cráter, en el lugar donde anteriormente, yacia el despacho del raikage. La bestia se levantó victoriosa. Golpeando sus pechos mientras gritaba con furia. Comenzó a caminar por la aldea, destruyendo cada edificio visible con la ayuda de sus puños. Dientes amarillentos se deslumbran en mi rostro. Aun con aquella apariencia asiática, característica del hokage. Me mantengo oculto, esperando el momento adecuado para actuar. El heroe del espectaculo finalmente habia hecho acto de presencia. Solo se limito a lanzar algunos kunais hacia la nube gaseosa en suelo. * Que comience la funcion. *juguemos Cariño...* Susurro mientras coloco mis dedos en la posicion del tigre, activando un jutsu que posteriormente me beneficiaria.

Domingo
10:24 am. El nuevo Reinado.

Que espectaculo. Pocas cosas en la vida apasionan a un hombre. Un buen cafe en las mañanas, el olor a sal en una costa, el sonido del silencio en una cordillera, entre otros pequeños detalles, que hacen la vida del humano tomar sentido, y sentirse extasiados consigo mismos, añorando vivir mas, para poder tener mas momentos asi. En lo personal, imploro a mi dios unos años mas de vida para apreciar momentos asi. Todo un cataclismo que culminó en una exquisita victoria. Era como una melodia, una orquesta en donde yo era el director y maestro de ceremonias. Levantando armonias de misericordias y acordes de miedo. La sinfoníaOb de la muerte, -que nombre tan rebuscado - Pensé. Sin embargo, a pesar de tratarse un obvio cliché popular, era justo el titulo adecuado para esta obra
Pero; todo buen espectáculo, tiene su fin.


Giré mi mano derecha en circulos, mientras las nubes se arremolinaban por el cielo. Como si las estuviera guiando en una danza  coordinada con rayos y luces. Aspire profundamente, memorizando el olor a hierro, pólvora y humedad. El olor de la guerra. Continué deslizando mis manos en el aire, como si guiara todas las acciones cual teatro de marionetas. Disfrutando cada segundo del espectáculo, mismo que mas temprano que tarde, acabo en un deleite de habilidades. - Interesante - Los poderes de Noro realmente eran abrumadores, su nivel se encontraba muy por lo alto a cualquier shinobi promedio. Un pequeño escalofríos recorrió mi espalda - En un pasado esta sensacion seria de miedo...Ahora, me extasía, me sobrellena de nuevas emociones y adrenalina que no puedo contener- Pensé, sintiéndome afortunado de aun tener la sangre de Noro guardada en mi casa, una bestia asi debe ser correctamente domada. Llevo mis manos a mi boca para evitar babear, pues la misma no podía cerrarla. No era para menos, fui protagonista de uno de los eventos mas apocalípticos del nuevo siglo.

Era perfecto. Un regalo concebido en el vientre del mismo infierno. Noro era justo el sujeto que durante tanto tiempo había intentado conseguir, y que por azar del destino, fue el quien me encontró. Entre un enjambre de murcielagos, mi cuerpo aparecio arrodillado lentamente detrás de él. Acaricié sus cabellos llevándolos justo detrás de su oreja. - Felicidades, toma... tu premio. - Le susurro al oído, dejando caer con mi mano una galleta en forma de hueso a su regazo. Observo el cuerpo del Ex Raikage. - Hoy no es tu mejor dia Hiroshi, ese peinado... no va con tu rostro. - Bufé. El cuerpo habia quedado severamente herido, con quemaduras de alto grado, ademas, habia perdido sus dedos. - Supongo que cada dedo es un pecado cometido. En mi religión, los pecados se pagan con sangre. Supongo que este dios no es tan diferente al mio. Lastima que faltaron dedos para hacerle pagar cada uno de las penitencias...- Me coloco de pie. Analizando un poco la situación. Pronto, una idea macabra recorre mi mente..- Pero, podemos arreglar eso...- Digo. Comienzo a deslizar mis dedos en el aire, como si quisiera coordinar el baile de una serpiente. Algunas raices salen del suelo, tomando el cadaver de Hiroshi y alzandolo por los aires. Una De ellas, se enlaza a su cuero cabelludo, aprisionando su craneo y revelando bruscamente su cuello. - El pecado mayor, se paga de esta forma..- Solo un desliz basto. Un giro en seco de mi guadaña especial, para separar la cabeza del Raikage de su cuerpo. Chorros de sangre se dispararon, salpicando mi rostro. Saboree la misma, no me sorprendió, poseía un sabor amargo, escupi la misma al suelo, secando mis labios con mi ropa.

- No somos digno de ser los unicos en observar este acontecimiento, verdad? - Digo. Al instante que elevo mis manos al cielo, elevando las raíces, las cuales crecieron y comenzaron a tomar las muñecas y tobillo de del cadáver, dejándolo en una posicion de cruz, acompañado de la ultima raiz quien amarraba la cabeza por su frente. Justo donde debia estar, en medio de la aldea. La nueva estatua que adornaría la ciudad, por el resto de la misma.  - Afortunadamente, no destruimos eso. - Mis ojos, disfrazados del hokage, apuntan a una camara lejana, en un edificio que milagrosamente no sufrio daños. - Deben haber mas, es hora de mandar el mensaje... La primera trompeta ha sonado - Musité.

No tarde en recolectar toda la evidencia de la aldea. Sin embargo, mi objetivo estaba muy alejado a destruirla, no... que aburrido, asi la vida no toma sazón. Nuestra intención iba mucho mas alla de un razonamiento común. Era hora de decirle al mundo las reglas por las cuales nosotros nos regimos. Todo fue perfectamente recopilado y grabado en un pequeño dispositivo. En total 3 murciélagos salieron de la aldea, cada uno con su propósito fijado. - Pronto grandes sucesos se nos vendran encima Noro, espero que puedas estar de mi lado sin tener que amenazarte a cada segundo.  Hablando de eso, donde alquilaras  para vivir? dicen que aqui en el norte es mas fresco, creo que arrendaré por allí. Ojala haya una cafeteria cerca, muero por un pastel de triple chocolate -  Digo saboreando el sabor del chocolate en mi boca, mientras comienzo a caminar, rumbo a lo que anteriormente era el despacho de Hiroshi.

El cadaver del raikage seguia alli, en todo lo alto, crucificado... a la luz publica, y con una bandera de la nacion del fuego hondeando sobre el mismo.