Tatsuya
Tsuchikage
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Píldora de soldado (5 Usos)
Ryous : 2000R Mensajes : 613 Fecha de inscripción : 27/01/2015 Edad : 25
| Tema: Templo del Norte Lun Nov 16, 2015 4:18 pm | |
| Entonces la luz dorada salpicó sobre la roca, la tierra, y la grava. Y con ella, el caballero de la armadura reluciente, aquella hecha de oro puro, hizo cumplir el castigo divino que su dios le había encomendado.
Nubes de tormenta doradas cerraban los cielos de aquel valle, como símbolo de perdición, para aquellos enemigos del Enviado, y todo lo que este protegía. Sus ojos color carmesí liberaron un extraño fulgor y entonces los profanadores de aquella sagrada tierra, comprendieron que su destino había sido sellado desde el momento que habían desafiado al Señor de la Tormenta de Oro.
Primero, Caos...
Luego, Silencio...
Ya ni el apagado sonido de las almas moribundas al vibrar podían escucharse luego del juicio ejercido por aquel, único capaz de realizarlo... El Supremo Sacerdote del Templo del Norte: Gilgamesh. Aquel que había renunciado a su propia identidad una vez se había convertido en Sacerdote, hacía ya muchos inviernos. El viento comenzó su triste y solitaria sinfonía, al momento que uno de los ayudantes del Supremo se le acercaba con cautela a su maestro. Aquel ayudante que le triplicaba, quizá, en edad, pero le mantenía el respeto como al superior que era. Sus piernas ya temblaban con el danzar del viento, hacía muchos años que su cuerpo había empezado a sentir el peso de su propia mortalidad. Su voz firme y grave parecía no concordar con su frágil apariencia, y con esta, se dirigió a Gilgamesh. -Señor... Otro trabajo impecable.- Aquel que ostentaba el mayor cargo del lugar le correspondió con la ferviente Fe que le caracterizaba, y un toque de su propia soberbia, mezclada sutilmente, como la miel en el café. -Todo aquel que se atreva a desafiar el templo sufrirá el mismo destino. Así ha sido desde que tome las riendas de este lugar, y lo sabes, Hakurei. Ahora, dímelo. ¿A qué vienes? Nunca me diriges la palabra, a menos que sea algo importante.- El anciano sonrió y de entre las mangas de su habito saco un pergamino con el sello de cera propio del consejo de Iwagakure. Sus arrugados brazos le extendieron el rollo, y Gilgamesh lo tomó rápidamente. -Un mensaje directo de la capital, para nuestro Supremo Sacerdote. Dígame, señor, ¿que hará? ¿Tomará el trabajo?- El Supremo despidió con displicencia al monje con un ademán de su mano derecha, acompañado de una mirada que decía mas que las mismas palabras.
-Así que ya es hora...-
Los tiempos estaban cambiando, y una iniciativa que no se tenia desde hacia ya muchos años había sido aprobada por el consejo. Se necesitaba un escudo, y una espada. Bueno, con esa carta, Iwagakure acababa de conseguir a su escudo. -Una nueva era esta por comenzar. Este será el renacimiento de la Roca, bajo la protección de mi dios, y sus bendiciones.- El Shodaime Tsuchikage acababa de ser elegido, y este comenzaría su viaje a la capital de inmediato. |
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