Mis pasos eran lentos. Casi arrastraba un pie detrás del otro. Todo habia salido como lo planeé, cada jugada, cada segmento. Podia saborear la victoria en mis papilas. Ese sabor...dulce...agrio. La madera poco a poco se fue separando de mi cuerpo, cayendo tablon por tablon, hasta finalmente resurgir de aquel caparazon que mantenia por motivos estrategicos. - Kumogakure no Sato... Conoce a tu nuevo Gobernante.- Pensé. Ironicamente, habia destruido aquello que iba a reclamar como mio. Quizas no fue el mas astuto de los planes, sin embargo, todo era necesario. No costó tanto chakra reconstruir con Doton y Mokuton la estructura y cada uno de sus pasillos y habitaciones. Pronto serian re decoradas y pintadas. Realice una serie de sellos, Kyodai hizo acto de presencia sobre los cielos. - Ve, busca a Sterbern y traelo hacia mi... a estas alturas Kokoro debio haber entregado mi mensaje, con tus habilidades llegará mucho mas rapido. - Ordeno al murciélago gigante, quien surca los cielos y se desplaza a gran velocidad hacia el sur, con dirección a la aldea de la arena.

Una vez reconstruido el edificio, ubique cualquier acceso secreto, afortunadamente, no habia sufrido daños la estructura bajo tierra. Noté que se requeria la sangre del Raikage, por suerte tomé uno de sus dedos. Tras escurrir un poco de su sangre, tuve acceso a todos los registros y secretos de la aldea, era de esta forma el nuevo lider autoproclamado. Sonreí.

La nueva historia, estaba por comenzar...

Las paredes crujen. El frio de la noche comienza a penetrar cada fibra orgánica. Camino con cautela, llevando conmigo solo un pequeño candelabro de 6 velas negras. El edificio se encontraba vacío, nadie tenia acceso ahora a las instalaciones del magno edificio. Había tragado por completo cada información de la nueva aldea, era increíble cuanta información tenia ese vagabundo de Hiroshi guardada. Actualmente desconocía el paradero de Noro, aunque sabia que no me abandonaría. Aun habían muchas razones que lo ataban a mi. *Donde estarás ahora Albina* Pensé. Recordando la imagen de la pequeña de cabellos plateados. La veía correr a mi alrededor, en una ilusion formada por mis recuerdos, recuerdos que se pierden en la oscuridad del pasillo de madera, y se convierte en no mas que un suspiro. *Pronto...* Digo en voz baja. Asimilando cada sensacion como un puñal que el tiempo sigue clavandome... Cuanto mas podria esperar?

Había trabajado tantos años en Suna como shinobi desde mi infancia. Todo para lograr el gran Do menor. La nota final. La ultima nota de la melodía de la muerte. Sterbern debia activar la nota, para que la cancion nunca deje de sonar. Pero un mal augurio resquebrajo mi ser. Un aleteo llama mi atención. Sobrevolaba entre los rincones oscuros de la esquina superior derecha. Era uno de mis murcielagos. El pequeño bribón se acerca hasta mi hombro. *Ya veo... era peor de lo que me temía.* Digo para mi mismo en voz baja. *Es hora entonces de continuar, Menos que nunca hay tiempo que perder. Dile a tus hermanitos que se dispersen... ellos necesitan ser mis ojos y oidos en todo lugar.* Le ordeno al pequeño que al cabo de unos segundos se pierde en vuelo entre las tinieblas.

Continué mi camino, llegando a una puerta de color caoba. En su interior una compleja cerradura, dibujada entre serpientes y leones de oro macizo. Deslice mi uña sobre unas grietas, dibujando un patron que solo yo conocia. El desliz movio los pernos que sostenian la serpiente mayor, la cual se desplazo alrededor de la puerta quitando la seguridad de oro y abriendo la misma hacia dentro. Su abertura liberó una pequeña cortina de humo blanco, la cual apagó mis velas, dejando solo visible una lejana luz verde fluorescente. *Que belleza...Ahi esta* Con la ayuda de mis habilidades mokuton logré rehacer el despacho, y con el doton los cimientos. Pero tambien logre perfeccionar mi laboratorio, trayendo mi antigua cabaña al interior de mi despacho, justo en la parte posterior debajo de la tierra unos 15 metros. Por eso, ni un solo rayo de luz se vislumbraba por los alrededores. En la habitación habían cientos de monitores en descanso, los cuales rápidamente encendí para alumbrar la habitación volviéndolos a su trabajo, Observar toda la aldea. Ademas de unos dispositivos tecnológicos y muchos calderos conectados a silos que constantemente arrojaban curiosa materia orgánica dentro del mismo. * Casi esta listo * Digo. El mismo néctar que había preparado años atrás en mi antigua aldea, ahora nuevamente estaba listo. Comencé a reír. Los planes volvían a su curso después de todo.

Las cámaras captaron la presencia de un pequeño desconocido visitante. Seguramente Noro se hará cargo cuando comience a sentir su presencia en la aldea. No le presté mayor importancia por los momentos. Realicé una pequeña secuencia de sellos, seguido de otra mas. Debia regresar por donde mismo, pues hasta para mi era imposible atravesar los cimientos que protegian la boveda laboratorio. Sali de la habitación, volviendo a encender las velas. -Quizás es momento de un nuevo viaje. -

Varias ideas divagaban en mi pensamiento. Las manecillas del reloj avanzan, y con cada minúsculo movimiento se agotaba mi centro. Efímeros recuerdos cruzan sobre mi mente. Habían pasado muchos años desde entonces. Recuerdos... si tan solo los obtuviera. Apenas tengo memoria de una enorme luna llena, destellando su luz sobre la noche fría de verano. Mis rodillas clavadas sobre las dunas de arena, y sosteniendo mi rostro con mis manos... las veía... cada dedo cubierto de sangre. Era débil, era ingenuo. Pero, mas que eso; no tenia motivos para vivir. ¿Por que no acabar con la agonía y terminar todo? Me preguntaba acariciando el filo de una daga alrededor de mi cuello. ¿Quien lamentaría la perdida? Era un ser solitario. Sin familia. Sin amigos. Sin ningún vinculo que atara mi existencia en este mundo... Tan doloroso fue mi pasado; que mi única salida visible era la muerte. Pero; no pude estar mas equivocado.
Alli, entre la vida y la muerte, sosteniendo la herramienta que podría ponerle fin a mi sufrimiento, un extraño acontecimiento sucedió. Él se presento ante mi. Elegante, oscuro, malévolo. Él me ofreció lo que tanto anhelaba... Olvidar. Ademas, me otorgó un propósito, una misión, un motivo que me permita vivir... PARA SIEMPRE. Si, una misión que ni con una vida podría cumplirla, pues necesitaría mantenerla perpetua hasta el fin de los tiempos... Si, vendí mi alma al diablo por un módico precio, algo que fácilmente podría cumplir con placer...

..... Ser un agente del Caos.

20:55
Sin Retorno.

Pensé en la posibilidad de lanzarme de nuevo hacia el horizonte y continuar con la única labor que sabia hacer, pero, descubrí que; dentro de estos muros aun conservaba aquello que tanto deseé olvidar. Caminé sobre ese pasillo oscuro, subiendo las escalinatas de concreto con bastante apuro. Mi labio inferior sangraba, debido a la continuidad con la que mordía el mismo buscando paz — Me mentiste... — Digo. La rabia invadía mi cuerpo. Deseaba con ansias descargar esta incertidumbre y sentimientos sobre él. — Te cedí mi vida a cambio de que te llevaras estas malditas imágenes. y ¿adivina? Ella sigue zarandeándome. — Mis palabras se perdían en el vacío. Ningún oído podía escucharme. Le hablaba a la nada. De mi cuello sostuve un curioso collar de perlas negras, el cual deseaba arrancar con de mi cuerpo. La serenidad... había perdido por completo aquella paz en la que me acobije hace tantos años, los gritos y llantos ya no me bastaban. La sangre no me era suficiente. La muerte había perdido su preciado valor. Es como tener una sed incontrolable, y que nada pueda saciarla. Pero las cosas tornaban peor, por que ahora ni siquiera yacía en mi la voluntad de acabar con mi vida. Mis pasos se ven entorpecidos por la presencia de un ente sobre mi cuerpo. La sombra acaricia mi rostro... —Tú. Todo es tu culpa. Mi agonía pudo terminar esa noche, pero; yo confié en ti, ¡me traicionaste! — Lo veia claramente. Esa silueta que poco a poco cobraba forma. Un ventanal a mi izquierda mostraba mi reflejo en el, solo, pues esta figura solo yo podía verla.
Negué con la cabeza. Mientras retrocedía mis pasos. Él quería convencerme. Otra vez — Sabes que ya no creo en ti — ... — Traicionaste mi confianza —...— Si, si disfruto cada gota que cae por mi garganta — ... — Eso no significa que quiera que estos recuerdos regresen. — ... — LLEVATELOS — ... — Estas mintiendo.... — ... — No te creeré. — ... —....Espera... Llévate esa imagen! No la muestres ... Tu ganas! Continuaré con mi misión, solo llévate esa perturbadora escena contigo — ... — Si, conozco mi lugar. Disculpe mi actitud, creeré en su palabra. — ................ —¡ Ọkàn mi tirẹ Jashin ! — Mis rodillas tocan el suelo, mientras que mi mano lleva el curioso collar de perlas negras hacia mi boca, en donde finalizo las palabras dando un beso al mismo.

Él se desvaneció, perdiéndose entre la oscuridad de los rincones de cemento. Mi sonrisa nuevamente vuelve a dibujarse en mi rostro. La sed comienza a mermar, podía sentirlo. Respiré profundo mientras continué por el pasillo hasta cruzar las puertas de caoba que dirigían hacia la entrada posterior a mi oficina como nuevo líder supremo de la aldea. Con ambas manos desplegué las puertas, las cuales liberaron una leve brisa que voló algunos papeles sobre mi escritorio, justo donde detrás, yacía una bien esperada sorpresa. — Vaya, Vaya... Miren quien se ha soltado el cabello y despojado de su careta. — Mofé al tiempo que avanzaba hasta el sillón de terciopelo rojo que servia como trono. Al sentarme dirijo la mirada hacia su tez palida. El usar la mascara tanto tiempo hizo el rostro de Sterbern tan pálido como la leche. Ni una sola marca, una piel semejante a la porcelana. — Creo que se te acabo la farza en Suna. Por ahora nuestros roles se han invertido un poco. — Carcajeo mientras acaricio la superficie del escritorio de cedro. Ahora era yo quien se encontraba en la cabeza de la pirámide, al menos por ahora. — Sé que esto no es lo que me mandaste a hacer meses atrás, pero se dieron cosas muy particulares, tu conoces mi naturaleza Sty, siempre me meto en apuros. Ponte cómodo mientras te cuento, ¿Se te ofrece un pastel? — Digo. Debía poner al tanto a Sterbern de los hechos que habían acontecido en Konoha y ahora en Kumo, y como había logrado llegar hasta acá. — Veras, Se me ocurrió la magnifica idea de usar mis habilidades genéticas para robar la apariencia de Shiva.. sabes, recuerdas.. el Hokage. Un plan brillante, pude conocer mucho sobre la aldea y las habilidades del incompetente. Luego, decidí llevar a cabo mi misión en kumo utilizando ese hermoso disfraz para culpar a la nación del fuego. Pero, en ese trayecto, sucedió algo mas asombroso aun... Algo que no esperé, y que se presentó como la situación mas conveniente para mi labor. — Comenté a Sterbern. Y, quizás por un hecho de invocación verbal, justo cuando hablas de una persona, decide aparecer. Sentí la misma presión atmosférica en mi oficina, esa sensación térmica a la cual ya estaba acostumbrado. Su cuerpo se manifestó en la oficina, sin impresionar mucho a ninguno de los presentes. Su mirada baja, como intimidándose ante el conocimiento de quien era su amo. Soportando la humillacion de deberle su vida a un completo desconocido. — Noro — Digo en una voz tajante, Mientras sonrió con malicia, acariciando el pequeño contenedor de sangre en mi bolsillo. Aquella cadena que mantenia al jounin de konoha como un perro amaestrado — Hablando mal del diablo... y aparece. — Digo en un tono burlón y desafiante. Si bien era cierto que Noro habia sido el responsable en escala de la destrucción de la aldea y del asesinato al Raikage; aun faltaba por definir si seguiria bajo mis ordenes, o se revelaría en un intento suicida ante mi ser. — Sterbern, Te presento a Noro... una nueva joya con habilidades sorprendentes. Usa sangre como arma, ¿Sabes lo que eso significa no? JAJAJA — Reí en carcajada. Sabía que no le tomaría tiempo a Sterbern suponer que Noro estaba bajo chantaje por mis habilidades ante la sangre. Su vida dependía de mi. — Fue este leal sirviente quien se encargo de poner la cereza sobre el pastel y exterminar la amenaza de Hiroshi, el Raikage. Me dio lastima dejar esta aldea sola y desamparada, ademas sabia que tu farsa en suna duraría poco... por lo que decidí instalarme aquí en un Régimen Dictatorial. — Observo a Noro. Se mantuvo callado. De hecho, casi ni recordaba su voz. Era como si literalmente sus labios fueran cocidos con hilos para no emitir ninguna palabra. — Pero bueno, mejor ya dejemos el resumen hasta allí. Quiero aprovechar que ambos estan oportunamente aqui para definir nuestra próxima jugada. Tomando en cuenta que puedo contar contigo Noro, o mejor dicho... no tienes alternativa alguna juuju — Digo. Con mi guadaña arrojo todas las cosas sobre mi escritorio al suelo, extendiendo sobre este un inmenso mapa del mundo. — Las 5 naciones Shinobis... Fundadas en honor a la paz y la alianza entre los 5 grandes poderes mundiales. Konoha, Kiri, Suna, Iwa... y justo donde nos encontramos; Kumo. Antes de proceder... quisiera saber ¿Que es lo que mas desean en esta vida? Es menester saberlo— Observo el rostro de los presentes. Una tormenta de lluvia y granizo comenzó a precipitarse y golpear con furia el ventanal. Mientras, un relámpago cegó por unos mili segundos nuestra vista... Una típica sonrisa siniestra adorna mi rostro, mientras entrelazo mis dedos para sostener mi barbilla, esperando ansiosa su respuesta.