El sol del mediodía comenzaba a tratar de hacer mella en la Aldea Oculta entre las Rocas. Sus penetrantes rayos impactaban contra todo lo que su presencia contemplaba. La temperatura comenzaba a ascender, sin dejar la característica templada que poseían aquellas tierras; Mientras la caravana del Artista de la Roca surcaba los cielos, proyectando la sombra de sus alas sobre los mortales que alguna vez desearon tocar las nubes, como las aves del cielo, el viento hacía de las suyas, impactando contra la refinada figura de Tatsuya, como intentando mermar las pasionales sensaciones que invadían el cuerpo del mismo, fallando en su labor. Aquella chispa acababa de encender el alma del Shiba, en un brutal incendio, con el que los demás debían cargar.
Iwagakure jamás había visto un bombardeo antes. *¡Es tiempo de deslumbrarlos a todos con mi arte!* Las explosivas medidas del ilusionista más talentoso del País de la Tierra harían temblar al mismo, en una demostración inicial, donde dos viejos rivales se enfrentarían por el posible poderío de una nación, que antaño decía poseer la fortaleza de una montaña, y que ahora se dejaba dominar por un extranjero, del País del Agua. Desde el punto de vista patriótico, era insultante como ahora un vagabundo era la sombra de una tierra lejana.

Los azules ojos del Jounin divisaron las murallas de su aldea, -Tratas de alejarme lo más posible, ¿eh? Tal parece que quieres cuidar mi madre tierra… Pues adivina qué: No hay manera que lastime a mi gente. Cosa que no puedo asegurar de ti.- A pesar de que a 50 metros del suelo, nadie podría escuchar los pensamientos del shinobi, este de todas maneras se tomaba la molestia de expresarlos en voz alta, con toda la propiedad del mundo. A veces al Artista simplemente le encantaba oír la melodía que su voz representaba para sus mismos oídos. Con sus manías, y locuras, hacia honor a la frase: “No entiendo a los artistas”, pues estos mismos viven en mundos creados por sus únicas mentes, las cuales les hacen disfrutar de su propia y tacita locura.

Las distancias entre los shinobis se acortaban con cada segundo que pasaba, manteniendo el combate cada vez más cerca, de la misma manera. Aquella batalla parecía ser inevitable. Una vez más, aquel dispositivo que el ilusionista portaba en su ojo izquierdo comenzaría a cumplir la función con la que fue creado –Veamos… 65…60…55…50…40 metros.- Ace parecía estar rodeado de una nube de polvo, que dificultaba la visión en sí, cosa que no sería impedimento para el shinobi de la Roca; Sin embargo, aquel polvo podría ser peligroso para los ojos de Tatsuya, por lo cual este cerro su parpado, dejando solamente su ojo izquierdo abierto (Protegido por su artefacto).

El jinete de aquel magnifico pájaro de arcilla se detuvo 10 metros sobre la muralla, manteniéndose 40 metros del arenoso shinobi. La batalla comenzaría pronto, y, como era usual, Tatsuya tomaría el primer disparo. Los brazos del artista se extendieron hacia delante, cruzándose y extendiendo sus palmas – ¡Desaparece!- Las 3 aves escolta que acompañaron a su creador, fielmente, estaban a punto de convertirse en lo que este más amaba: Una explosión, donde demostrarían su verdadera belleza, para luego desaparecer en el aire. Las aves, de un tamaño considerable, arremetieron contra el Sandaime, tomando una formación ofensiva, que lo atacaría por diferentes ángulos. Por arriba, y por los flancos, las alas de estas explosivas criaturas cortaron el aire con una velocidad increíble. – ¡KATSU!- El comando fue dado, y a la orden de este, las tres aves cometieron su propósito, al estar lo suficientemente cerca de su objetivo. La combinación de fuego y humo generaron el disparo que daría comienzo al baile. *Bien, “Tsuchikage” Bailemos* Las manos de porcelana de Tatsuya se juntaron, para dar paso a una sucesión de sellos preventivos. Round 1. FIGHT