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 [PASADO] La Muerte de Naoto Frazer.

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MensajeTema: [PASADO] La Muerte de Naoto Frazer.   [PASADO] La Muerte de Naoto Frazer. EmptyMiér Jun 03, 2015 8:10 pm

{ u n a M U E R T E
e n F A M I L I A }


La muerte de Naoto Frazer.
Capítulo uno.


P a r t e I

Hace año y medio, la puerta de su casa se hallaba abierta, dejando que las brisas invernales se inmiscuyeran en el interior de la misma. Empujó la puerta hasta entornarla contra la pared, y se adentró en su interior, intentando minimizar los ruidos posibles en la totalidad. A través de un arco que se abría en el otro extremo de la estancia pudo vislumbrar una de las escaleras que conducían a las plantas superiores. Justo debajo del arco, ella pudo distinguir unos pies que se balanceaban. Lentamente, como dos agujas de reloj, los pies giraban hacia la derecha: norte, nordeste, este, sureste, sur, sursuroeste; después se detuvieron y al cabo de pocos segundos retomaron su marcha, con idéntica calma, hacia el lado opuesto; sursuroeste, sur, sureste, este...
.- Cobarde. - Se quejó Naoto, mientras tachaba su nombre.

P a r t e II

Una figura negra lograba resaltar entre la blanca pradera cuyo dibujo se abría paso hasta el horizonte, con árboles fungiendo un interlineado verde que los ojos de los involucrados podían captar. Sus pasos agigantados quedaban grabados en la nieve que recorría, y cada minúsculo ruido que hacía al pisar se fundía entre el embeleso natural de los sonidos circundantes. Su cabello enmarañado se movía al compás de sus pisadas, mismas cuya irregularidad eran herramientas para la intuición de la naturaleza de los hechos que la habían arrinconado en esa posición. Sólo la presencia del carmín arruinaba la armonía de la imagen, y daban cuenta de la situación cuyo desenlace se veía en el devenir próximo. Delgadas líneas rojas se dibujan en su rostro.
.- ¿Deseas morir? - Pregunta él. Su voz ronca retumba en el lugar, y cada una de sus palabras se escucha varias veces antes de desaparecer entre las vibraciones medioambientales. Su presencia se vuelve perceptible en los más minúsculos vericuetos del lugar, con sus iris rotos reflejando el grave estado de su condición mental y sus labios encorvados en una sonrisa cuya amplitud nace del jolgorio a expensas de la situación de la pelinegra.
.- No... - Responde ella, con voz rota, mientras la fuerza de la adrenalina y la motivación de vivir mantienen su cuerpo en pie, mas es el miedo a la muerte a manos suyas es lo que la impulsa a mantener el recorrido. Da un paso, y luego otro, mientras siente el palpitar de su corazón reflejado en las yemas de sus dedos; puede sentir la bilis atorada en la garganta, causado por un desasosiego cuya marca jamás podrá redimir.
Cuando su cuerpo cae al suelo puede sentir cada uno de sus dedos entumecerse, y la llama que suscitó su accionar perdía su brío al tiempo que el filo de la guadaña empezaba a rozar su garganta, marcando el final de una vida cuyo destino había sido marcado por la tragedia.
.- Una lástima. - Él responde, mientras la sombra de su figura opaca cualquier resquicio lumínico restante sobre el cuerpo de Naoto. Un movimiento de brazo, y una miríada de momentos de felicidad pasan por su mente de forma espontánea mientras se ahoga entre su agonía. No era sólo el primer beso lo que se perdería tras el final de la citada acción, era la consumación del amor en su forma más pura, era el sentimiento de haberse librado de la soledad al contar con manos amigas dispuestas para el sacrificio más banal, era la amistad recíproca que conllevaba a favores sin que estos conllevaran a deudas imaginarias, eran los años de sudor compartidos bajo la tutela de un individuo en común, eran todos esos momentos evocados los que llegaban a un final mientras el filo del arma desciende sobre su cabeza hasta aterrizar en su pecho.

.- No quiero morir... - Dice en voz baja, mientras su mirada sigue su retaguardia hasta perderse en el horizonte. - no quiero... morir. - Como un bisbiseo dicho al aire, su repetición se torna en palabras efímeras cuyo destino final era el sinsentido. Ha convocado al ocaso con sus palabras, y sólo el gorgojeo de sangre entre sus labios interrumpía un llanto largamente silenciado.
Sus manos yacían entrelazadas a la altura de su esternón, y la punta de sus dedos se enredaban en torno al acero punzocortante. Podía sentir el frío circundante reflejado en la temperatura del arma, y si mantenía el contacto con la misma era por la obligación que el más puro de los deseos hacía intrínseco.
.- No quiero morir, Jashin... - Dijo por última vez entre lágrimas, mientras veía las sombras de las palabras oscurecerse bajo el piso blanco. La marca del acero ahora viviría por siempre en sus memorias.

P a r t e II
E p í l o g o.


Podía sentir el sol a sus espaldas, el calor distante del mismo naciendo con el transcurrir de los segundos como consecuencia inevitable del amanecer sobre sus hombros era un placer largos años olvidado. Ligeros cúmulos nebulosos se dibujaban frente a sus labios cada vez que daba una exhalación, y sus párpados sellados impedían que sus pupilas vieran la luz del astro rey.
Ensimismada en pensamientos que rondaban tópicos referentes a su venganza, mantenía sus ejercicios de respiración matutinos por la fuerza de la costumbre, mas era consciente de la calma que los mismos brindaban a su psique, que habría sucumbido ante el estrés del desasosiego tiempo atrás en caso contrario.

.- Ya va siendo hora de retomar lo inconcluso. - Dijo ella.


"Hay dos tipos de personas en este mundo:
Las que se pasan la vida labrando un futuro,
y las que intentan reconstruir su pasado.
Sin darme cuenta yo me encontraba entre medio de las dos..."

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MensajeTema: Re: [PASADO] La Muerte de Naoto Frazer.   [PASADO] La Muerte de Naoto Frazer. EmptyLun Jun 29, 2015 5:49 am

{ u n a M U E R T E
e n F A M I L I A }


La muerte de Pontieur.
Capítulo uno.


P a r t e I

Los extremos de sus dedos se conocen cuando se juntan alrededor del envase, y son los ligeros temblores de su diestra los causantes del derrame de parte del líquido al verterse. Cuando lleva el vaso hasta reposar en las comisuras de sus labios y siente cómo el alcohol se filtra a través de sus papilas, sus iris empequeñecen a medida que la adrenalina invade su ser y sólo es el peso que la realidad ejerce sobre sus hombros lo que le impide ensimismarse en una miríada de pensamientos ajenos al contexto.
Los colores chillones y las luces intermitentes a compás de los barítonos rítmicos nacían a su espalda con el fervor que sólo la música electrónica destinada a gente robótica podía llegar a poseer. El espectro de meras representaciones banales de lo que la vida llega a consistir cuando hay un apellido que te respalda es representado en los sonidos en cuestión, mismos que contrastaban con los jolgorios sacrificados en pos de la mejora de su juventud, y la limitada visión de blancos y negros sobre el mundo discernía con la escala de grises en la que Naoto era consciente de existir.
Abre sus dedos, con una parsimonia consecuente de sus más profundas cavilaciones, y cuando siente el sonido de su arma al tocar el suelo revive los recuerdos recientes que la llevaron a esta situación. Las gélidas caricias de su arma sobre una niña que lejos se encontraba de la culpabilidad, cuyos rizos dorados se teñían de rojo bajo la mirada atenta de la pelinegra mientras sus gritos de sufrimiento adornaban el tiempo. Una niña cuya única acción para merecer el sufrimiento a la que se veía sometida era el afecto que un individuo ajeno a ella le profesaba sin llegar a ser consciente. Sólo cuando su corazón desnudo se detuvo bajo el filo de su espada Naoto dejó de ver al mundo en términos maniqueos.

.- ¡Asesiname! - Clamaba él. Sus gritos la habían devuelto a la realidad y apartó de su mente esas cavilaciones de las que asumía culpa y era consciente de jamás poder dejar atrás. Su rostro, pálido, ya no reflejaba la locura de la que antaño se vanagloriaba, sino que demostraban un verdadero pedido de clemencia en sus últimos compases. Una caterva de efectos de los que él no era consciente se llevaban a cabo en su cuerpo, mas la mayoría de estos se hacían notar en cada una de las convulsiones que lo agobiaban. - Por favor... Este es el ú... - Sus palabras se interrumpen cuando de entre sus labios nace una mancha de sangre que no tarda en escupir. - ...único pedido de misericordia que escucharás de mí. Por favor, dame una muerte de guerrero. - Suplicó, sin embargo sus palabras se difuminaron en la indiferencia.
.- Verte sufrir en tus últimos momentos son recuerdos que quiero tener conmigo. - Replica ella, mientras sus labios se posan nuevamente sobre el envase y otro trago pasa por su garganta hasta bajar en su estómago. Su mano libre sujeta su máscara por uno de los orificios de la misma, y ve en sus ojos vacíos un reflejo de lo que ha llegado a ser; Quién es y en quién se ha convertido Naoto Frazer.
Carente de razón se pone de pie, mas cuando toma nuevamente su espada encuentra un motivo a escasos cinco metros de distancia. Las luces intermitentes se ven reflejadas en la fría hoja del metal a medida que la misma se va desenvainando, hasta quedar a escasos centímetros de la garganta ajena. - Esto es por ellos. - Sentenció la pelinegra, mientras en sus pupilas podía observarse el brío con el que calculaba sus movimientos.
.- ¿Por... Por ellos? - Respondió él, mientras que sus dedos se clavaban en el suelo a medida que su cuerpo se arrastraba por el mismo. Una sonrisa se dibuja nuevamente en su rostro, mas esta vez la mancha de sangre que la cubre aumenta el cinismo de su mirada. - ¿Mataste a una niña de 6 años por ellos? ¿Mataste a una niña cuyo único pecado era compartir vínculos familiares conmigo por ellos? - Hizo una pausa y después continuó. - ¿¡LA TORTURASTE HASTA SU MUERTE POR ELLOS!? - Incluso entre medio de toda esa cacofonía, sus gritos retumbaban con el vigor de su juventud. Son las convulsiones las que minimizan sus palabras cuando vuelven a tomarlo como rehén, y sus ojos se cruzan igualmente con los de Naoto en el deseo de poder dar un cierre a sus pensamientos. - Tus amigos murieron como ninjas, ¡como ninjas! Tú envenenaste mi bebida, eso es deshonor. Degollaste a mi hermana sin razón, ¿y crees que puedes justificar tus acciones todavía?
.- Has hablado suficiente. - Cortó Naoto tajante, sin dejar resquicio alguno a respuestas que, sin embargo, aparecieron igualmente.
.- Créeme, no lo suficiente. - Estiró su diestra hasta que sus dedos estuvieron lo más cerca posible del pie de la pelinegra. - Tú no eres... mejor que yo. Su vida no es justificable, por más filosa que sea tu esp... - Nuevamente las convulsiones interrumpieron su hablar. - ...tu espada, jamás podrás borrar lo que le hiciste. Si fueras mejor persona... no estarías aquí.
.- Lo sé. - Y el filo de Sentō pasó por entre sus vértebras, y una miríada de experiencias y sensaciones se apagaron al paso de su espada. En mitad de la música electrónica rimbombante destinada a gente robótica, la sangre se diluyó por el suelo a medida que su cabeza rodaba escaleras abajo. - Siempre lo supe, desde el momento en que la desmembré cacho a cacho hasta que sólo fue un pedazo de carne y vi sus lágrimas caer al creer que tú me habías enviado lo supe. - Dijo, y en una hoja de papel las palabras "Marston Pontieur" se tacharon.

Vio la noche una última vez, las estrellas abriéndose a su paso y una ligera llovizna cayendo sobre su rostro y reflexionó. El precio había sido alto y la victoria... vacía.

"A la deriva y famélica,
mis más oscuros delirios salían a la luz sin control,
derramándose desde mi cerebro hasta mi corazón,
como tinta negra, imposibles de borrar.
Aquellas ideas me trastornaban, detenían el tiempo para mí.
Aquellos días de gloria, aquella inocencia... todo muerto:
Oigo sus súplicas, veo sus sonrisas rojas y recuerdo.
Recuerdo sus alfanjes,
cortando implacablemente hasta que toda su personalidad,
todas las sutilezas de su porte y su expresividad quedan aniquiladas, reducidas a carne.

Al final me enfrenté a los horrores de lo intolerable y la locura mientras deliraba,
y en mis últimos compases él apareció.
Un cuerpo gris entre la blanca nieve cuya sola presencia me infundía terror.

Él me ofreció la vida eterna y yo escogí la venganza... Él aceptó"
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